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Un milenio de cambios en el paisaje del valle medio del río Ebro del entorno de Zaragoza

Vista aérea del trazado del río Ebro junto al escarpe de yesos en el entorno de El Castellar.

ElDiarioAragón

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Desde Época Medieval hasta la actualidad se han generado variaciones notables en la dinámica del río Ebro debido a la sucesión de cambios ambientales que han alterado su régimen hidrológico. Los cambios más intensos se produjeron durante la segunda mitad de la Pequeña Edad del Hielo. La revista especializada Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology ha publicado un completo estudio de reconstrucción de la dinámica interactiva entre el río Ebro y el gran escarpe de yesos de su margen izquierda, realizado por investigadores del Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio y del IUCA de la Universidad de Zaragoza junto a investigadores del Laboratorio de Geoarqueología de la Universidad Nacional de Tucumán y CONICET (Argentina).

El mejor ámbito para conocer su repercusión en el paisaje es el gran escarpe de yesos que se extiende al noroeste de Zaragoza, entre Remolinos y Juslibol, a lo largo de 30 km. Los autores utilizan de forma combinada información geomorfológica, cartografía diacrónica, documentación histórica y registros geoarqueológicos para este proceso de reconstrucción. El estudio demuestra como la actual configuración del escarpe es fruto de una dinámica cíclica, con periodos de importante actividad erosiva lateral de los meandros del río Ebro, que alternan con fases de mayor estabilidad, acorde con los períodos climáticos detectados para los últimos milenios.

En Época Medieval, el río Ebro mantuvo su trazado meandriforme muy centrado en el lecho de inundación. Estos conos aluviales se fueron acumulando en diferentes etapas desde hace unos 5000 años, según las dataciones efectuadas, y seguían construyéndose todavía en la Anomalía Cálida Medieval.

Es en este periodo en el que se instalan castillos y torreones defensivos en lo alto del escarpe marcando la frontera entre musulmanes y cristianos. Por supuesto que el centro del lecho, con numerosos pueblos e infraestructuras viarias, son los que sufrieron más durante las crecidas y desplazamientos de meandros en este periodo, desapareciendo varios de ellos, así como gran parte de la vía romana existente hasta entonces.

Este periodo de estabilidad, dio paso a un nuevo ciclo climático, con eventos más fríos y húmedos, durante la Pequeña Edad del Hielo (PEH). Es especialmente durante la segunda parte de la PEH (segunda mitad del siglo XII hasta mitad del siglo XIX) cuando los cambios han quedado mejor constatados en la documentación y en los registros geomorfológicos. La fusión de la nieve y hielo junto a las lluvias dieron lugar a las mayores crecidas de las que se tiene registro estimado. El río Ebro se traslada al pie del escarpe, con un trazado rectilíneo, arrasando los antiguos conos aluviales que lo defendían generando una importante actividad erosiva. De esta época tenemos la primera cartografía (De Rodolfe, 1746) que nos informa de esta circunstancia. El río chocando contra el frente de yesos provocó retrocesos notables del escarpe y afectó a las construcciones defensivas medievales y sus vías de comunicación. Igualmente, en la propia ciudad de Zaragoza, ya acostumbrada al impacto de las crecidas medievales, recibía ahora los elevados caudales que afectaron principalmente a los puentes y barrios próximos al cauce.

Desde mediados del siglo XX, con la vuelta a una situación más cálida y con ríos cada vez más regulados, se entra en una fase de nueva estabilidad en el escarpe al irse desplazando el río hacia el centro de la llanura aluvial. Sin embargo, el paisaje creado durante el periodo climático anterior dejó escarpes abruptos e inestables, que siguen generando todavía procesos de desprendimientos rocosos y deslizamientos con carácter puntual.

Pese a esta reducción en la intensidad de retroceso del escarpe, los autores destacan que “no hay que olvidar que el paisaje que observamos ha sido remodelado muy recientemente y hay que ser cautelosos en relación con nuestras actividades en entornos fluviales como el que nos ocupa”.

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