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No dejemos sola a Gaza (ni a Cisjordania)

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Israel avanza en la destrucción total de Gaza sin que, hasta ahora, nadie le ponga freno. Es más, todavía hay dirigentes europeos que apoyan o no condenan al Gobierno israelí. Algunos lo hacen por interés, por no enemistarse con Trump, por debilitar a la Unión Europea o a su propio Gobierno; otros porque, en el fondo, son iguales que Netanyahu y no les importaría hacer lo mismo… Y luego están los alemanes, buena parte del pueblo alemán -independientemente de su ideología- todavía arrastra la culpa del Holocausto y les parece que para redimirse tienen que apoyar, acríticamente, al Gobierno israelí de turno. 

Pero, ¿cuáles son las diferencias entre lo que hicieron las nazis en el gueto de Varsovia y lo que hace el ejército israelí en Gaza? El ejército israelí está destruyendo viviendas, escuelas, universidades, hospitales -sin que nunca hayan demostrado que en ellos había militantes de Hamás-, potabilizadoras de agua, infraestructuras de electricidad… Y no tiene ningún problema en utilizar el hambre y las enfermedades como armas de guerra. ¿No están eliminando indiscriminadamente a cualquier ser humano que se encuentre en Gaza? ¿No están arrasando el territorio para que no puedan volver a vivir allí? ¿No es esto también genocidio?

Si en algún momento hubo dudas de las intenciones del primer ministro de Israel, en estos momentos no hay ninguna y se siente tan impune que no tiene problema en reconocerlas públicamente.  Admite -aunque lo ha negado durante mucho tiempo- que dio el consentimiento para que Catar financiara a Hamás, con el objetivo de dividir a los palestinos para debilitar su capacidad de resistencia, y se levanta de la mesa de negociación porque ya ha reconocido que no tiene nada que negociar, que entre sus condiciones para acabar con la guerra está la expulsión de la población gazatí de sus tierras.

El proyecto de ocupación de Gaza no es algo derivado de los asesinatos del 7 de octubre de 2023, la derecha israelí siempre se ha creído con el derecho divino -por algo se consideran el pueblo elegido de Dios- de apoderarse de las tierras palestinas. Desde hace años, colonos judíos, con el apoyo de su ejército y el beneplácito de sus Gobiernos y la comunidad internacional, vienen ocupando territorio de Cisjordania -donde no existe Hamas-, expulsando a los palestinos que allí viven. El criminal atentado de Hamás ha servido de excusa para acelerar una aspiración largamente anhelada. 

Por muy atroces que sean los asesinatos de Hamás, estos no justifican el intento de exterminio de un pueblo, de la misma manera que los crímenes de guerra en Gaza no justifican el asesinato de dos personas trabajadoras de la embajada de Israel en EEUU, un crimen nunca justifica otro. Los palestinos, como los israelíes y el resto de pueblos, solo serán libres cuando sean capaces de enterrar el odio. 

Los Estados que se dicen defensores de los derechos humanos tenían que haber tomado medidas para parar a Netanyahu mucho antes, al menos desde que la Corte Penal Internacional lo acusó, en noviembre de 2024, de crímenes de guerra. No vale con decir que lo que ocurre en Gaza es intolerable; si no es tolerable, algo habrá que hacer para no tolerarlo, para impedirlo. Aunque, después de más de año y medio de ver las barbaridades de las que es capaz el ejército israelí, solo 17 países de la Unión Europea están por revisar el acuerdo comercial con Israel. 

Por otra parte, es alentador que el Gobierno de coalición haya sido la vanguardia en occidente contra la política de exterminio en Gaza y que haya participado en la creación del Grupo de Madrid -compuesto por países europeos, de la Liga de Estados Árabes y de la Organización de Cooperación Islámica a los que también se ha sumado Brasil- con el objetivo no solo de conseguir un cese de los ataques sino con perspectivas estratégicas: la solución de los dos Estados que proporcionen paz y seguridad en la región.

El Gobierno tiene que crear alianzas para avanzar en el terreno diplomático: convenciendo a más países de la importancia de reconocer al Estado Palestino, con resoluciones en la ONU, aislando políticamente a Israel…; en el terreno comercial: para la revisión del acuerdo comercial UE-Israel, proponiendo a otros países extracomunitarios la imposición de sanciones comerciales… y haciendo lo posible por suministrar ayuda humanitaria a la población gazatí.  

Pero, para que a nadie se le olvide y para presionar ante las posibles vacilaciones del Gobierno, también es necesaria la movilización de la ciudadanía.  Y para esto, nada mejor que partidos políticos, sindicatos, organizaciones internacionalistas, de solidaridad…, cualquier asociación entre cuyos objetivos o principios esté la defensa de los derechos humanos, se coordinen y unan fuerzas en la defensa del pueblo palestino. No parece muy coherente considerarse progresista, solidario, luchar contra las desigualdades, por la justicia social… y no incluir en la agenda la causa palestina que, de manera inmediata, pasa por parar los crímenes de Israel y llevar ayuda humanitaria a la franja.

También individualmente podemos colaborar para no dejar a Gaza sola. Lo podemos hacer explicando la necesidad en nuestro entorno -asociaciones, familiares, amigos o vecinos-, participando en las acciones que se convoquen, aportando ayuda económica a la UNRWA o negándonos a comprar productos procedentes de Israel. Este apoyo no nos saldrá gratis, nos llamarán yihadistas -como a Almudena Ariza, corresponsal de TVE en Israel-, antisemitas, vendidos a Hamás, incluso bolivarianos o filoetarras si te topas con fans de Aznar o Isabel Ayuso, pero merecerá la pena, no podemos quedarnos en el rechazo y la angustia, este es el momento de actuar. Además, podremos mirar a los ojos y responder sin sonrojarnos a quienes, pasados unos años, nos pregunten: ¿Y tú que hiciste para evitar el genocidio de Gaza?