Treinta años de CADIS Huesca: la red que cambió la manera de entender la discapacidad

Miguel Barluenga

15 de diciembre de 2025 22:01 h

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Cuando hace treinta años un pequeño grupo de entidades sociales decidió coordinarse bajo un mismo paraguas, nadie imaginaba el recorrido que alcanzaría CADIS Huesca. Tres décadas después, aquella red nacida para compartir recursos se ha convertido en uno de los agentes sociales más influyentes de la provincia: un clúster de innovación social, un laboratorio de proyectos culturales inclusivos, un interlocutor político estable y una estructura que ha logrado que miles de personas con discapacidad ocupen un espacio más amplio, visible y digno en la provincia.

La coordinadora, que agrupa hoy a más de una veintena de entidades, celebrará en 2026 treinta años de actividad con un balance que abarca desde la accesibilidad urbana hasta la producción cultural, pasando por la empleabilidad, la sensibilización social o la formación de profesionales. Entre los programas más reconocidos figura Huesca más inclusiva, una iniciativa que ha permitido generar diagnósticos y acciones de accesibilidad en espacios públicos, comercios y servicios municipales.

En 2023 y tras 27 años al frente, Francisco Ratia cedió la presidencia a Sara Comenge, representante de una nueva generación de responsables: más jóvenes, con una mirada profesionalizada y con la intención explícita de seguir ampliando la presencia pública de la discapacidad y reforzar la cooperación entre entidades. Comenge resume el valor de la red con una idea que atraviesa toda su trayectoria: “CADIS nos hace más grandes a todos”, una convicción basada en la capacidad de la estructura para multiplicar recursos y voces a través del trabajo conjunto. Asumió el cargo con la conciencia del peso del proyecto: “Es un proyecto enorme, construido con mucho trabajo y compromiso, y hay que saber estar a la altura de ese legado”.

Ese legado tiene un nombre propio. La figura de Francisco Ratia, ampliamente reconocida en el tejido social aragonés, resulta determinante para sostener la red en sus primeros años, superar dificultades económicas y convertir CADIS en un interlocutor creíble ante instituciones y empresas. Ratia explica su motivación inicial de forma directa: “Siempre pensé que la discapacidad debía estar unida. Que solos no bastábamos, que juntos podíamos cambiar cosas que parecían imposibles”. Y sobre el relevo, lo tenía claro: “Era el momento de que otros lideren. La renovación es buena, necesaria, y además hay un equipo preparado”.

Uno de los rasgos distintivos de CADIS es su insistencia en que la cooperación entre entidades es, en sí misma, una herramienta política. Frente a la fragmentación histórica del Tercer Sector, la coordinadora impulsa un sistema de trabajo compartido que permite presentar proyectos conjuntos, gestionar programas de forma coral y mantener una presencia estable en órganos y consejos públicos.

Esa fuerza colectiva se traduce en mayor capacidad de incidencia. Desde la presión institucional para mejorar los contratos de servicios sociales hasta la reivindicación de financiación plurianual que dé estabilidad a los programas, CADIS mantiene una interlocución constante con el Gobierno de Aragón, la Diputación Provincial de Huesca y los ayuntamientos. Comenge insiste en una idea clave: “La inclusión no puede depender solo de convocatorias anuales. Necesitamos estructuras estables, políticas valientes y financiación que permita planificar a largo plazo”.

Si en sus orígenes CADIS funciona sobre todo como una red asistencial y reivindicativa, durante la última década su dimensión cultural adquiere un peso inesperado que hoy es una de sus señas de identidad. El ejemplo paradigmático es Diversario, el festival internacional de arte y discapacidad que sitúa a Huesca en el mapa de la cultura inclusiva. Talleres, espectáculos, performances, exposiciones y producción audiovisual propia demuestran que la discapacidad no es un nicho cultural, sino un territorio creativo con lenguaje propio. La película ‘Display’, surgida de este programa, logra una amplia repercusión e implica directamente a personas de las entidades asociadas.

La estrategia cultural no se limita a los escenarios. CADIS busca ocupar también los medios de comunicación con narrativas positivas y protagonistas propios. Programas como Los Bandidos de la Hoya, con dos décadas de trayectoria radiofónica, han recibido en 2025 un reconocimiento por su labor de comunicación inclusiva, reforzando una presencia mediática clave para normalizar la discapacidad en la agenda local.

Ratia explica esta evolución con una frase que bien podría funcionar como lema de estos treinta años: “No solo queríamos servicios para nuestras personas; queríamos que la sociedad mirara de otra manera”. Esa mirada distinta se construye ocupando espacios históricamente vedados a las personas con discapacidad: escenarios, cámaras, micrófonos, festivales.

Más allá de los proyectos visibles, la fortaleza de CADIS reside en el trabajo cotidiano: asesoría técnica a entidades pequeñas, coordinación para acceder a subvenciones, acompañamiento a familias, atención a la diversidad funcional o creación de grupos de trabajo especializados. Sin ese tejido invisible, los grandes proyectos que identifica la ciudadanía no serían sostenibles.

En el marco del aniversario, la coordinadora subraya que la visibilidad no debe ocultar los retos pendientes. Entre los principales, mejorar la estabilidad laboral de las personas con discapacidad, reducir las desigualdades territoriales entre comarcas y garantizar que los servicios especializados lleguen al medio rural. Comenge es tajante: “La inclusión en un pueblo pequeño no puede depender de la voluntad de una familia o de una persona concreta. Debe haber estructuras, profesionales y recursos suficientes”.

Esta preocupación por lo rural resulta especialmente relevante en una provincia como Huesca, marcada por fuertes desequilibrios demográficos. Para CADIS, la inclusión no puede ser solo urbana ni limitarse a las capitales comarcales. De ahí que algunos de sus programas de empleabilidad, ocio inclusivo y accesibilidad se desplieguen en municipios pequeños, donde la falta de apoyos es mayor.

Los treinta años de CADIS llegan en un momento clave para las políticas de discapacidad en Aragón. El sector reclama una financiación más estable y marcos de colaboración mejor definidos. Comenge lo plantea de forma abierta: “Necesitamos un marco autonómico que vaya más allá de los cambios de gobierno. Un modelo que proteja los derechos y garantice la continuidad de los proyectos”. Una demanda que conecta con las reivindicaciones estatales de un pacto de Estado en materia de discapacidad.

En el ámbito provincial, CADIS se consolida como aliado estable de las instituciones locales. Huesca más inclusiva, desarrollada junto al Ayuntamiento y otras entidades, muestra cómo la cooperación técnica genera cambios tangibles: diagnósticos de accesibilidad, formación a empresas, adaptación de espacios públicos, acciones de sensibilización y apoyo a la cultura inclusiva.

Pero desde la coordinadora insisten en que estos proyectos no deben entenderse como fines en sí mismos, sino como palancas hacia políticas más ambiciosas. Ratia lo expresa con claridad: “Los proyectos están muy bien, pero lo que importa es que la administración cambie la forma de hacer las cosas. Que lo que hoy es un programa mañana sea estructura”.

La sensación compartida es que el 30 aniversario no cierra una etapa, sino que marca un punto de inflexión. El objetivo es aprovechar la visibilidad para consolidar y ampliar los avances logrados: impulsar nuevos proyectos culturales, mejorar la formación del personal, reforzar la cooperación entre entidades y mantener una incidencia política sostenida en empleo, accesibilidad universal y atención a las familias.

El reto es considerable: crecer sin desbordar a las entidades pequeñas, sostener la red sin perder su esencia colaborativa y mantener una interlocución exigente con las instituciones sin caer en una dependencia excesiva de la financiación pública. Comenge lo resume de forma sencilla: “CADIS funciona porque nadie sobra y porque todos aportan. Nuestro futuro depende de mantener esa forma de trabajar”.