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De trabajar en marcas de lujo a producir aceite de olivos centenarios en un pueblo de 150 habitantes: la vuelta a los orígenes de Salz Medina

Salz Medina

María Bosque Senero

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La historia de Salz Medina comienza mucho antes de que ninguno de los que estamos leyendo este artículo naciéramos. Corría el año 1870 cuando los tatarabuelos de Salz comenzaron a trabajar en sus olivos. Producían olivas de variedad aragonesa empeltre, de profundo aroma y sabor fuerte en boca, que vendían a granel. A ellos los sucedieron sus hijos, y a sus hijos su nieto, el padre de Salz, quien dio un nuevo giro a la explotación familiar mecanizando procesos de siembra y cosecha, adaptando la plantación a la nueva maquinaria, o rotando cultivos, ya que no solo tenían olivos, sino que la explotación siempre ha estado diversificada, “no se pueden tener todos los huevos en la misma cesta”, dirían.

Mientras este proceso de cambio se daba, Salz fue creciendo entre olivos y almendros, tajaderas y acequias, tractores y sembradoras. Cuando cumplió los 18 años, se marchó de su pueblo para estudiar el bachillerato de Bellas Artes en la localidad navarra de Corella, y después de cursar una FP de diseño de mobiliario, cogió las maletas de nuevo y se fue a Barcelona, para trabajar y seguir formándose. Durante más de una década compatibilizó su trabajo; primero como dependienta, después como manager y finalmente como directora, en diferentes firmas de moda con sus estudios.

“Era una buena vendedora, pero a mí lo que realmente me gustaba era el proceso interno de aquellas tiendas como empresa; el cuidado de la marca, la gestión de stocks, tomar decisiones de riesgo, aprendí muchísimo de aquellas experiencias”, explica Salz Medina.

Después de cursar Escaparatismo y Visual Merchandaising, y un postgrado en Comunicación y Periodismo de moda en la Universidad Pompeu Fabra, esta chica de Agón, que había empezado a descubrir su gusto por el desarrollo de la empresa, conoció a quién le abriría las puertas del Branding la directora del postgrado, Inmaculada Urrea.

Impulsada por las ganas de conocer más, se trasladó a Londres, donde estudió en la famosa escuela Saint Martins un curso de branding estratégico y creación de marca. Tras su paso, durante una larga temporada por la capital británica dirigiendo tiendas de firmas de lujo, y de ser directora de la tienda de Stella McCartney en el Paseo de Gracia de Barcelona, Salz decide estudiar un Master en Marketing Digital. Con estos conocimientos cerraría el círculo para poder empezar a trabajar en su sueño; crea su propia marca, desde su pueblo de 150 habitantes. 

Así nace SalzYSalz, un aceite listo para “romper barreras y estereotipos” dice su creadora, que lleva ese nombre tan peculiar en honor a la Virgen del Salz. Si su padre modernizó la explotación de sus tatarabuelos, ella ha querido dejar su impronta dando un paso más allá. “Quiero dejar de vender nuestro producto a una empresa para elaborarlo nosotros mismos, aportarle valor añadido y sacarlo al mercado bajo una marca propia y centenaria”, explica Medina, que confiesa que la parte más sencilla de este proceso ha sido, sin duda, la de desarrollar la imagen y la cultura de la marca de su aceite. En el proceso creativo, en el que ha participado activamente, ha contado con la ayuda de amigos, grandes profesionales que han trabajado para marcas de lujo, lo que no deja de ser un paradigma; un aceite del Campo de Borja cuyo diseño e imagen han salido de los mismos lapiceros que grandes marcas internacionales. Pero este aceite, como su creadora, va siempre un paso más allá, y pretende colarse en los estantes de nuevos mercados fuera de España “donde ven el aceite como un producto de belleza y salud, y no solo como un alimento o un componente gastronómico”, apunta Salz Medina. 

Nutricosmética aplicada desde Agón

A parte de la base alimentaria del aceite, Salz ha potenciado en su producto la base de salud y de belleza que se está poniendo en valor en muchos países donde “cada mañana toman aceites de alta calidad en forma de chupitos por su alto poder antiinflamatorio y sus beneficios antioxidantes para la belleza”, explica Medina. Con esta idea, la de entrar en los estantes de establecimientos dedicados a la decoración, la nutrición o la nutricosmética, además de en las tiendas gourmet, Salz Medina y su equipo, han diseñado un recipiente muy específico y en dos tamaños de pequeño formato 250 ml y 500 ml. “Tanto el marketing como la imagen están muy buscadas, pretenden recordar a un frasco de jarabe o a una fragancia o elixir”, apunta la emprendedora. 

Pero ¿qué tiene el aceite SalzYSalz que no tengan otros aceites de la zona? Este oro líquido está elaborado con oliva de recogida temprana, algo que le aporta varias singularidades; la primera es que son aceites cuya elaboración es más cara porque se recoge solo entre el 30% o 40% de las olivas del árbol, y de cada 9 kilos se puede extraer 1 litro de aceite (lo habitual es extraer 5 litros en cosechas tardías); la otra singularidad es que se recoge temprano porque, en ese momento, la oliva tiene menos porcentaje de materia grasa y aumenta la concentración de polifenoles, que son los que aportan las vitaminas. Esto hace que la calidad del aceite aumente de manera exponencial. “A este proceso tenemos que añadir la labor de extracción, que se realiza en frío y que la variedad empeltre que es una variedad exclusiva de Aragón, y de partes muy puntuales de lo que fue la antigua corona aragonesa”, apunta Medina.

El camino del emprendimiento

Su vuelta al mundo rural no ha sorprendido a nadie porque, como confiesa, “nunca me he marchado, tengo un fuerte apego a mis raíces, a mi pueblo y a mi familia”. Por eso, y como no podía ser de otra manera, Salz Medina sabía que lo que más quería era “mantener vivo el legado de mi familia, las tierras y los campos, y vi en los olivos la posibilidad de crear algo nuevo basado en lo que toda la vida a dado de comer a toda mi familia, por eso estoy aquí, y por eso he producido este aceite” añade. Pero el camino del emprendimiento, aunque la formación de Medina era muy potente, no ha sido un reguero de bondades: “he tenido que trabajar duro y sé que lo voy a tener que seguir haciendo durante mucho tiempo”, apunta la joven. Uno de los escollos con los que se ha topado en su idea de poner en marcha una línea de aceite de oliva enfocada a la salud ha sido la legislación “porque en Europa estamos muy limitados a la hora de explicar en el etiquetado los beneficios del aceite más allá de lo meramente nutricional”, confiesa, “y eso nos hace menos competitivos frente a la producción de aceites de menor calidad que otros países están produciendo y vendiendo como elixires potenciadores de la salud y la belleza”, añade. 

Y es precisamente su etapa en el extranjero y su experiencia en firmas de moda internacionales lo que ha dado a Salz Medina el impulso para crear una marca “más allá de la falsa modestia y creyendo en la alta calidad del aceite de oliva que producimos en mi familia ”, dice. La joven emprendedora comenta que, en Aragón, al igual que en muchas otras partes de España, existe una “falsa modestia que no nos deja crecer” y anima a todos los productores a que “dejen de lado su humildad, extrema en muchos casos” y a que crean en el valor y el potencial que tienen sus productos.  

Para completar su negocio, Salz Medina tiene pensado sacar al mercado otra línea de producto totalmente diferente, elaborada con aceite de variedad arbequina. “Soy consciente de que posiblemente tardaré años o nunca conseguiré llegar a ganar lo que ganaba trabajando en una firma de lujo, pero mantener vivas mis raíces y crear un producto propio, merece la pena”. 

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