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El acceso a la vivienda, mucho más que un derecho: “He pasado de estar en el infierno a tocar el cielo”

El guineano Abdoul Karim Barry lucha por salir adelante en Asturias.

Pilar Campo

Gijón —

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Mari G.C. es una asturiana, de 57 años, que ha pasado “de estar en el infierno a tocar el cielo”. Atrás ha dejado los días en que su única aspiración era permanecer junto a su pareja bebiendo cervezas, tomando pastillas y fumando porros.

Su autoestima ha empezado a subir desde que hace un año comprobó que era capaz de autogestionar su vida y mantener en buenas condiciones una vivienda compartida en régimen de alquiler de Viviendas del Principado de Asturias (VIPASA) gracias al programa Derechos a la Vivienda que desarrollan Hogar Sí y Provivienda.

Abdoul Karim Barry es un guineano, de 32 años, afincado en Asturias. Su sueño es apuntarse a un curso para obtener el carné de conducir y trabajar como repartidor, aunque asegura que, para cumplirlo, necesita tener dinero y para ello necesita tener un trabajo.

Mari y Abdoul coincidieron en un albergue, adonde ambos acudían por las noches para dormir y han relatado a eldiario.es Asturias su experiencia, sus inquietudes y, sobre todo, el giro que ha dado en su vida desde que entraron en este proyecto.

El programa está financiado por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 a través de los fondos Next Generation y el Plan de Recuperación y cuenta con el apoyo de 12 administraciones públicas, entre las que se encuentran el Principado de Asturias y los ayuntamientos de Gijón y Avilés.

Mari: “Me toca la lotería y no me hace tanta ilusión”

Mari no tenía objetivos en la vida hasta hace un año. Sin trabajo, ni oficio alguno, se limitaba a pasar las horas junto a su pareja sentimental, con la que estuvo 18 años, entre sorbos de cervezas y porros. Ahora dice con orgullo que sólo fuma tabaco y ya no prueba el alcohol: “Sólo bebo leche, Coca-Cola, café y flashes”, detalla.

Su vida cambió radicalmente el año pasado cuando, estando en el albergue, conoció a Carolina Lombardía, la coordinadora del proyecto, y a las técnicas de Vivienda y Socioeducativa, Noelia Ruiz y Lydia Fernández-Guerra, respectivamente, que le expusieron el proyecto y ella empezó a acudir a todas las reuniones para ver si “le tocaba” una vivienda compartida.

La primera vez no tuvo suerte, pero finalmente logró optar a una de las viviendas compartidas en Gijón. El siguiente paso fue escoger a un compañero de piso, aunque explica que la experiencia con él no salió bien.

“Entramos en la vivienda en el mes de abril, empezamos a pagar en mayo y mi compañero de piso se fue en junio. No me devolvió las llaves y encima dejó un mes sin pagar. Desde entonces no volví a saber nada más de él”, explica.

No obstante, se muestra muy satisfecha de sí misma y está exultante al ver que es capaz de mantener por sí misma la vivienda, limpiar, cocinar y pagar la renta.

Dejar atrás su vida anterior ha sido muy gratificante porque además de su autonomía ha ganado en autoestima.

“Cuando las técnicas Noelia y Lydia me dijeron que ya podía optar a una de las viviendas de Vipasa yo no daba crédito. Ahora tengo una casa que está limpia y la renta está pagada. ¿Qué más puedo pedir? Me toca un cupón y no me hace tanta ilusión, aunque supongo que algo ayudará”, reconoce entre risas.

Ahora, cuando estoy tumbada en la cama y miro por la ventana cómo llueve, pienso que soy muy afortunada por tener una vivienda compartida

Mari G.C. Asturiana, de 57 años. Hace un año vivía en la calle y dormía en un albergue

Su aspiración es seguir en la vivienda de dos habitaciones que tiene registrada a su nombre como inquilina de pleno derecho, renovar el contrato anualmente y realizar algunas mejoras, como pintar las paredes y cambiar el sofá.

Los días y noches lluviosos, ventosos y fríos son los que la llevan a sentir que es una mujer “con mucha suerte”, incide, porque le recuerdan que hace apenas un año estaba en la calle.

“Ahora, cuando estoy tumbada en la cama y miro por la ventana y veo cómo llueve, pienso que soy muy afortunada por tener una vivienda compartida. He pasado de estar en el infierno a tocar el cielo”, expresa emocionada y agradecida de haber dejado atrás una etapa difícil en que para sobrevivir tenía que alojarse en el albergue o pedir ayuda en la Cocina Económica.

Abdoul: “Este proyecto me ha salvado la vida”

Abdoul Karim Barry, de 32 años, no se olvida del 18 de noviembre 2019 porque fue el día que abandonó su Guinea natal. Su primer destino fue Francia, donde pidió asilo, pero se lo denegaron. Antes de recalar en Asturias vivió en Madrid, Cataluña, Castilla-La Mancha y Castilla y León.

Su idea inicial era asentarse en Galicia, concretamente en Vigo, pero antes de trasladarse hasta la comunidad autónoma vecina llegó a Gijón y su vida cambió. En la villa de Jovellanos conoció a un senegalés con el que comparte su nombre de pila y le aconsejó que se quedara en Asturias porque, según le contó, en el Principado podía tener más oportunidades para salir adelante y prosperar.

“Conocí a Mari en el albergue. Ella estaba siempre limpiando. Yo no quería hablar con la gente. Siempre me aislaba, porque quería observar”, rememora.

Él también vive ahora en una vivienda compartida y el proyecto ha sido para él una tabla de salvación: “Yo dormía en la calle. Me gusta mi libertad y por eso no me gustaba estar en el albergue ni para dormir. Yo observaba mucho y me he dicho a mí mismo: 'Abdoul tú no puedes estar aquí'. Estaba como perdido. Ya no sabía adonde iba a ir”.

Conocer el proyecto y la ayuda del técnico socioeducativo Pablo García-Marcos han sido fundamentales para su nueva situación vital. Actualmente vive en una vivienda compartida en Avilés junto a un compañero.

“La casa está muy limpia, pero mi compañero no me deja llevar a gente a la casa”, lamenta.

Me gusta ayudar a la gente a la que conocí, en momentos de sufrimiento, por vivir en la calle. Hace poco, una mujer a la que conocí en el albergue me pidió 10 euros. Le di mis últimos 50 euros, no me devolvió el cambio y no volví a verla

Abdoul Karim Barry Guineano, de 32 años. Del albergue ha pasado a una vivienda compartida

Abdoul se define como una persona a la que le gusta ayudar a la gente. Sin embargo, su confianza en el ser humano le ha jugado malas pasadas. Cuenta que está muy decepcionado porque él siempre que ha podido, aunque haya tenido poco, siempre lo ha compartido con personas a las que ha conocido en “momentos de sufrimiento” por vivir en la calle.

Relata una mala experiencia reciente que tuvo con una chica a la que conoció en el albergue por ser “demasiado confiado” y tener “un corazón bueno”.

“Estoy muy decepcionado con Sandra. La conocí en el albergue. Un día me dijo que necesitaba diez euros y yo tenía mis últimos 50 euros. Se los dí y le dije que me trajera el cambio, pero se llevó todo mi dinero. Me ha jodido. Nunca volví a verla y me quedé sin mi dinero”, relata.

Abdoul opina que su principal fortaleza es aconsejar a otras personas que estén en una situación similar a la suya.

“Quiero ayudar a la gente. A mí me gusta que me den consejos y dar consejos. El consejo para mí es muy importante porque puedes escuchar y coger lo bueno y dejar lo malo de lo que te aconsejen”, expone.

Un programa que potencia la autonomía personal

El programa Derechos a la vivienda propicia el cambio hacia un modelo donde la vivienda es el elemento prioritario en el proceso de inclusión de las personas en riesgo o situación de exclusión social, a través del apoyo de un equipo formado por una coordinadora, un técnico socioeducativo y un técnico de Vivienda que diseñan un itinerario individualizado basado en las preferencias y necesidades concretas de cada persona y con las que realizan una labor de acompañamiento.

Este proyecto busca transformar las políticas públicas de atención a las personas sin hogar a través del impulso de cambios en el sistema de respuesta tradicional al problema del sinhogarismo para pasar de la atención en grandes centros y albergues a la atención en viviendas en comunidad.

Está alineado con la Estrategia de Desinstitucionalización para una Buena Vida en Comunidad, impulsada por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, que refuerza la necesidad de transformar el sistema de cuidados y atención asistencial, en este caso para las personas en situación de sinhogarismo, ofreciendo unos cuidados más respetuosos con la autonomía de las personas.

Basado en el método 'Housing First', se les proporciona viviendas asequibles y permanentes, ofreciéndoles apoyo social y de salud de carácter intensivo. Además, según explican sus responsables en Asturias, se antepone y enfatiza la importancia de la elección de la persona como un elemento central de intervención.

Hogar Sí y Provivienda llevan desarrollando esta metodología desde 2017 y los resultados que arroja muestran su eficacia, ya que según sus cálculos el 96,06% de las personas mantienen su vivienda o alojamiento autónomo 18 meses después.

Disminuyen la ansiedad y depresión

Las personas que cuentan con una vivienda señalan que el padecimiento de dolor, la soledad, la ansiedad y la depresión han disminuido claramente y se sienten más protegidas frente a situaciones discriminatorias y situaciones de victimización.

La evaluación demuestra que estas soluciones tienen un coste por plaza similar al de los albergues o alojamientos colectivos, pero ofrecen prestaciones muy superiores para las personas usuarias en cuanto a estabilidad y calidad del alojamiento y asistencia personalizada.

La coordinadora Carolina Lombardía, la técnica de Vivienda Noelia Ruiz y los técnicos socioeducativos Lydia Fernández-Guerra y Pablo García-Marcos apoyan permanentemente a las personas, a las que denominan como clientes, en sus planes y perspectivas para llegar a alcanzar la meta de vivir en una vivienda compartida de forma autónoma.

No buscamos cuentos de hadas, porque sabemos que no existen, pero queremos que cada persona pueda vivir de una manera digna y manteniendo su capacidad de decisión y autonomía

Carolina Lombardía, Noelia Ruiz, Lydia Fernández-Guerra y Pablo García-Marcos Coordinadora y técnicos del programa en Asturias

“No buscamos cuentos de hadas, porque sabemos que no existen, pero queremos que cada persona pueda vivir de una manera digna y manteniendo su capacidad de decisión y autonomía”, señalan.

Ellos realizan una labor de acompañamiento, ofreciendo la información necesaria para que conozcan los trámites que tienen que realizar, así como sus obligaciones y derechos.

Al inicio del programa, realizan un formulario con preguntas generales de todo tipo para conocer sus posicionamientos respecto a temas como, por ejemplo, salud, empleo, familia, qué tipo de trámites o prestaciones precisan y, a partir de sus respuestas, ya se entra en la parte más técnica del trabajo donde se analizan sus necesidades de cara a ver qué tipo de acompañamiento necesitan desde realizar un tramite o conocer cómo deben solicitar una cita por internet.

“Nosotros no somos sus asistentes personales. Si necesitan un apoyo, nos ajustamos a sus necesidades para que aprendan a hacer todo lo que necesiten por ellos mismos. La idea es que conozcan adonde tienen que ir, qué quieren solicitar y de esta forma a la segunda o tercera vez ya no van a necesitar nuestra ayuda porque habrán aprendido a gestionarlo ellos”, argumentan.

Se trata de que los clientes consigan las habilidades suficientes para que si vuelven a enfrentarse a una situación similar sepan gestionarse por sí mismas y conozcan los recursos de los que disponen.

“La situación de sinhogarismo debe ser transitoria” quienes prioricen, independientemente de cuál sea nuestro criterio. Ellas son las que eligen porque nadie sabe de la vida de cada uno mejor que uno mismo. Si sale bien, genial y si sale mal habrán adquirido un aprendizaje, porque todo se basa en la autonomía personal“, subrayan.

Con este programa intentan que la situación de sinhogarismo sea transitoria y no se convierta en su forma de vida necesariamente. Con lo cual, la vía para obtener esa finalidad es que el vínculo sea con el recurso comunitario que le correspondería en función del espacio que habita y de su situación peculiar. Pero no definir a las personas exclusivamente por una situación que es estructural.

Los datos en España

En España, en los últimos diez años, han aumentado de 22.938 a 28.552 las personas en situación de sinhogarismo, según la encuesta del INE sobre Personas Sin Hogar (2022). Esto supone un aumento de casi un 25% de este fenómeno en nuestro país. Además, a estas 28.552 personas habría que incorporar aquellas que viven de manera permanente en la calle y que no hacen uso del sistema de atención, que desde las entidades estimamos en un 30%. Por tanto, hablaríamos de más de 37.000 personas en situación de sinhogarismo.

Un 45% de las personas en esta situación quedarían fuera del sistema de atención desde un inicio, considerando que actualmente se ofrecen, según la misma encuesta, 20.613 plazas de alojamiento para un total estimado de 37.117 personas en situación de sinhogarismo.

El sinhogarismo entre jóvenes de 18 a 29 años ha aumentado en España un 36,13%, mientras que en el conjunto de la población ha crecido un 24,47% entre 2012 y 2022. En números absolutos, los jóvenes entre 18 y 29 años en esta situación han pasado de 4.434 a 6.036, respecto a 2012.

Respecto a la cronificación, los datos del INE arrojan que dos de cada tres personas en situación de sinhogarismo llevan más de un año en la calle y cerca del 50% de las personas en situación de sinhogarismo ha sufrido algún tipo de agresión o delito.

La radiografía de Asturias

En Asturias el incremento de las personas sin hogar ha sido de un 125%, al pasar de 523 a 1.178 personas en situación de sinhogarismo entre 2012 y 2022, aunque los responsables del programa calculan que estos datos pueden ser un 30% mayores.

Este es el tercer mayor aumento entre mediciones de todas las comunidades autónomas y hace que Asturias represente poco más del 4% de la población sin hogar de España.

En Asturias, el 74,4% de las personas sin hogar son hombres y el 25,5% mujeres. El mayor aumento de la población en esta situación se concentra en menores de 29 años (+134,9%) y mayores de 45 a 64 años (+211,3%), porcentajes superiores a la media nacional

Por franjas de edad, este aumento de la población sin hogar se ha concentrado en los menores de 29 años (+134,9%) y los mayores de 45 a 64 años (+211,3%). Todos estos porcentajes son muy superiores al promedio nacional.

Si se analiza por sexos, los datos son similares en Asturias que en el conjunto de España: el 74,4% de las personas sin hogar son hombres y el 25,5% son mujeres. Respecto a la nacionalidad en Asturias, el 72,1% de las personas sin hogar son españolas y el 27,4% son extranjeras.

Respecto a los motivos para llegar en situación de sinhogarismo, en el Principado los principales son no poder pagar el alojamiento, por tener que migrar a otro país y por problemas de adicciones. Sin embargo, destaca también los motivos relacionados con la separación de pareja y violencia intrafamiliar.

Además, el 61,8% de las personas sin hogar lleva más de un año en calle, un 15% lleva menos de un mes y un 15,2% entre uno y seis meses.

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