Cada día 25, desde el pasado abril, sumamos un mes más al recuerdo del peor terremoto que sufrió Nepal en los últimos 80 años. Ya vamos por el tercero y las cifras, aunque apenas han variado, no dejan de ser escalofriantes: 8856 víctimas mortales, 22.307 heridos y aproximadamente un tercio de la población de Nepal afectada por el desastre.
La evaluación realizada por el Banco Mundial cifra en 5150 millones de dólares los daños y en 1900 millones de dólares las pérdidas. La reconstrucción del país requiere 6600 millones de dólares. En la Conferencia de Donantes, celebrada en Katmandú a finales de junio, se acordó la ayuda de países vecinos y agencias internacionales: India (1.000 millones de dólares), China (483 millones), el Banco de Asiático de Desarrollo (600 millones), Japón (260 millones), Estados Unidos (130 millones), la Unión Europea (100 millones) y Gran Bretaña (58 millones), lo cual se suma a los 500 millones de dólares prometidos con anterioridad por el Banco Mundial. Y todavía es insuficiente.
Volver a levantar en condiciones dignas y adecuadas las más de 600.000 casas que quedaron completamente destruidas y las cerca de 300.000 que sufrieron daños parciales requiere un esfuerzo enorme. “La gente estaba viviendo en lugares que no son seguros, desde que llegamos coordinamos y orientamos técnicamente en la construcción. Organizamos reuniones para concienciar a la población”, afirma Minesh Gurung, uno de los ingenieros civiles con los que trabajamos en las labores de reconstrucción en Rasuwa, unos de los distritos más afectados por el terremoto.
Es conocido que la pobreza genera pobreza y un golpe así solo puede incrementar esa brecha. Más aún cuando a esas cifras se suman las 8000 escuelas que se fueron al suelo al primer temblor y los más de 1000 centros de salud que dejaron de estar operativos, con la rémora en derechos que supone para la población de Nepal. Desde Ayuda en Acción y ActionAid, en coordinación con los gobiernos y las comunidades locales -en las que han sido las mujeres las que han liderado los repartos de ayuda- hemos llegado a 92.000 personas en los distritos de Rasuwa, Kavre, Sindhupalchok, Dolaka y el valle de Katmandú, cuyos habitantes afectados, desde los primeros días, han recibido comida y artículos de primera necesidad.
Con el objetivo de reducir al máximo los riesgos de secuestros y violaciones que desgraciadamente son comunes en un contexto de emergencia creamos 14 espacios seguros para niños y mujeres, a los que sumamos 950 refugios temporales y 3.000 contenedores para que los agricultores afectados puedan proteger sus semillas de las lluvias monzónicas que ya han aparecido. Pero falta mucho por hacer. En los próximos meses, abriremos escuelas temporales en Rasuwa y 22 nuevos refugios temporales tendrán que ser construidos en el distrito de Sankhuwasabha, mientras seguiremos reforzando los centros seguros para la infancia y las mujeres de Rasuwa, Sindhupalchok y el valle de Kathmandu. También apoyaremos a los agricultores en la reclamación de sus derechos sobre la tierra ante las autoridades competentes, al ser esta una de los mejores vías de asegurar la alimentación de las poblaciones rurales más afectadas.
Las lluvias monzónicas suelen aparecer en Nepal en la primera quincena de junio y permanecen hasta ya entrado el mes de noviembre. Cada año, los corrimientos de tierras en época de lluvias son el día a día en un país montañoso como Nepal. Pero este 2015 las previsiones son peores. El terremoto y sus réplicas han desestabilizado enormemente los terrenos y los peligros de desprendimientos se ven acentuados. Ya se han registrado deslizamientos de tierra en las regiones de Gorkha y Sindhupalchok y las necesidades, si ya eran notables en la mayor parte de las zonas rurales de difícil acceso, se ven ahora incrementadas. Uno de las principales preocupaciones tiene su foco en la carretera de Araniko, principal vía de comunicación con el Tibet y China y, sobre todo, el camino por donde vienen la mayor parte de bienes del gigante asiático.
La región, golpeada con severidad en el terremoto, solo ha podido ser reabierta recientemente gracias a los esfuerzos sobrehumanos de la población nepalí en las tareas de limpieza. Ahora estamos construyendo 1.000 refugios en los que proteger a más de 5.000 familias de las fuertes lluvias y las más que probables inundaciones. “Cuando llegué a Sindhupalchok el panorama era mucho peor que lo que había visto en los medios. Todas las casas se habían convertido en montañas de escombros y polvo”, asegura Minesh, que lidera las labores de reconstrucción.
Que la población aprenda a construir de manera segura es vital para asegurar el largo plazo: “Seguimos los estándares y enseñamos a la población local para que hagan lo mismo. Es importante que sepan dónde es más seguro ubicar una puerta o una ventana”. El uso de materiales locales y la reutilización en la reconstrucción de Nepal es un factor importante. Puertas, ventanas y todo aquello que permanezca en buen estado, tras haberse venido abajo, son empleadas de nuevo. Supone un gran ahorro económico y permite incrementar recursos en otras labores.
El mayor de los peligros a los que se enfrenta ahora Nepal es caer en el olvido de la comunidad internacional. Según el Banco Mundial, lo efectos del terremoto incrementarán cerca de un 3% la tasa de pobreza, afectando a más de la mitad a la población de las áreas rurales. Todo esto se traduce en cerca de 700.000 personas que tendrán que enfrentarse a la pobreza en el futuro en un país que hace tres meses y un día ya estaba entre los más pobres del mundo.
Sobre este blog
Ayuda en Acción es una Organización No Gubernamental de Desarrollo independiente, aconfesional y apartidista que trabaja en América, África y Asia con programas de desarrollo integral a largo plazo en diferentes ámbitos para mejorar las condiciones de vida de los niños y niñas, así como el de las familias y comunidades a través de proyectos autosostenibles y actividades de sensibilización.
