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Vivir en la ciudad más contaminada del mundo: “Llevar un mes con esta boina encima, sin ver nada, me da ansiedad”

El Gobierno de Lahore ha decretado varios confinamientos por la contaminación atmosférica.

Alejandra Mahiques

7 de febrero de 2024 22:38 h

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En Lahore, la segunda ciudad más grande de Pakistán, llevan casi dos meses sin ver el sol. Pero no está nublado: la app de Google muestra un cielo despejado en el teléfono de Mariam Shah, aunque ella desde su ventana solo ve niebla. Es la boina que se instala durante los meses de invierno en esta urbe asiática de más de 13 millones de habitantes, la más contaminada del mundo en 2023. En los peores días del año, la ciudad llega a registrar valores de contaminación atmosférica 70 veces superiores a los recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Mariam Shah es una escritora paquistaní con dos hijas pequeñas, vive en una zona residencial acomodada a las afueras de Lahore. Hace tan solo unas semanas, las vacaciones de Navidad llegaron tras varios confinamientos, decretados para prevenir la propagación de conjuntivitis debido a la polución. Colegios, restaurantes, comercios y gimnasios cerraron durante varios días para evitar el contagio y reducir la movilidad. Unas semanas después varias avionetas sobrevolaron la ciudad propagando hielo seco y yoduro de plata para provocar la llamada “lluvia artificial”, en colaboración con Emiratos Árabes Unidos. “Mis hijas no han salido a la calle durante las vacaciones, porque además de la boina, ha hecho más frío de lo habitual”, comenta Mariam en conversación telefónica. 

Mientras, las escuelas alargaron diez días la vuelta al cole de los más pequeños ante la epidemia de neumonía y bronquitis que sufre Lahore desde hace semanas, con un aumento del 100% de los casos. Frío, sequía o niebla, los medios de comunicación y los organismos públicos achacan estos problemas a distintos factores climatológicos, obviando el verdadero causante de todo esto: la contaminación atmosférica. “Esto no es niebla, es polución. La niebla no causa problemas de salud”, afirma Abid Omar, ingeniero paquistaní fundador de la plataforma independiente Pakistan Air Quality Initiative encargada de monitorizar en tiempo real los niveles de concentración de partículas contaminantes en el aire. 

Las soluciones que está implementando el gobierno, como la lluvia artificial, no sirven para nada. El parque automovilístico en Pakistán no deja de aumentar y el transporte es el principal causante de la polución del aire

Abid Omar Fundador de la plataforma independiente Pakistan Air Quality

Las decenas de estaciones de medición que han instalado en colegios, viviendas y otros edificios no oficiales miden la presencia de estas partículas diminutas, de apenas 2,5 micras de diámetro, de polvo, hollín, metales o sustancias químicas que, al ser inhaladas, penetran en el tejido pulmonar y llegan al torrente sanguíneo, causando graves problemas circulatorios y pulmonares. Si bien existen otros compuestos contaminantes como el dióxido de nitrógeno y óxido de carbono, estas más finas son las causantes del mayor número de muertes por aire contaminado. “Las soluciones que está implementando el gobierno, como la lluvia artificial, no sirven para nada”, declara Omar; “el parque automovilístico en Pakistán no deja de aumentar: el transporte es el principal causante de la polución del aire, sobre todo cuando circula con gasolina de mala calidad, como el diésel”. 

El aire sucio, la primera causa de muerte 

La grave contaminación atmosférica que sufre Lahore altera el día a día a todos los niveles: la escasa visibilidad hace que el aeropuerto sufra retrasos diarios; los ingresos hospitalarios por asma aumentan en los días de mayor polución y la productividad laboral desciende. “Hay días en los que me levanto por la mañana con un carraspeo en la garganta y los ojos me escuecen después de pasar un rato en la calle”, cuenta Mariam. El otro efecto, el que no se ve, es el que repercute en la salud a largo plazo. “Respirar aire contaminado durante años provoca enfermedades respiratorias crónicas”, explica en conversación telefónica Pallavi Pant, investigadora y experta en contaminación atmosférica del Health Effects Institute de Boston.

En la región del sur de Asia, el aire sucio es la primera causa de muerte, por delante de la desnutrición, el tabaquismo o la hipertensión, con 2,2 millones de fallecidos al año. Además del transporte, hay otros factores que intervienen para que esto ocurra: “en Pakistán no tenemos un sistema de gestión de basura organizado, no la separamos, no la reciclamos, sencillamente se quema; también en invierno se queman los restos de las cosechas, algo que se hace a gran escala, y toda esta combustión contamina el aire”, explica Abid Omar. 

Además, hasta un 28% de las micropartículas que circulan por el aire proceden de los hogares, en un país en el que un tercio de la población vive en la pobreza, más de la mitad de las familias calienta sus casas y cocina con hornos de leña y quemando carbón y estiércol. “No se le puede poner puertas al aire, por eso, la contaminación doméstica es otro factor muy importante”, recalca Pallavi Pant. En invierno, la situación empeora. “Hace más frío y la velocidad del viento es menor, por lo que la contaminación aumenta: se usa más el transporte, en su mayoría privado, y las fábricas de ladrillos –Pakistán es el tercer productor mundial– están en su periodo de máxima producción, para evitar el calor extremo del verano. Por último, en esta época se produce en Lahore el efecto de la inversión térmica, un fenómeno que tiene lugar por su proximidad al Himalaya y que hace que la contaminación se quede atrapada en las capas bajas”, explica Pant.

En la región del sur de Asia, el aire sucio es la primera causa de muerte, por delante de la desnutrición, el tabaquismo o la hipertensión, con 2,2 millones de fallecidos al año

En las próximas semanas llegará la primavera a Lahore, conocida históricamente como la ciudad de los jardines. En esta región del sur de Asia, de clima subtropical, preocupa el calor extremo de la primavera y del verano, con el termómetro llegando a marcar 40 grados ya desde abril, antes de la época del monzón. Con el cambio climático, el aumento gradual de las temperaturas puede dar lugar a una mayor contaminación por ozono, el cual se instala en el suelo y desencadena la formación de más partículas finas en el aire. A su vez, diversos estudios revelan cómo las concentraciones excesivas de estas micropartículas contribuyen a alterar la formación de nubes, lo que podría tener un efecto secante, es decir, retrasaría cada vez más la llegada de estación del monzón en las próximas décadas. En definitiva, cuanto más calor, más polución y a mayor polución, menos lluvia. 

El ejemplo de China 

“La sensación es de claustrofobia, llevar más de un mes con esta boina encima, sin ver nada, me produce mucha ansiedad”, describe Mariam. “Está siendo una época del año muy difícil, realmente nos está afectando psicológicamente”. Mariam cuenta cómo las calles están más vacías de lo habitual y la imagen de la ciudad resulta “apocalíptica”. Ella es amiga de Abid Omar, por lo que está más concienciada que el resto acerca de los riesgos de respirar aire contaminado. Es una de las pocas personas que cuenta con dos purificadores de aire en su casa, uno en el dormitorio, de fabricación casera, y otro en el salón. En los días en los que la app de IQAir indica niveles altos, Mariam los enciende. El resto del tiempo, no. Utiliza mascarillas para salir a la calle pero reconoce que la mayor parte de la gente no lo hace. 

Está siendo una época del año muy difícil, realmente nos está afectando psicológicamente

Mariam Shah Escritora paquistaní, residente en Lahore

Tomar medidas contra la polución es algo que la mayor parte de los paquistaníes no puede pagar. El sueldo medio mensual ronda las 24.000 rupias paquistaníes –unos 80 euros– , pero un purificador de gama media para una habitación no muy grande cuesta entre 200 y 300 dólares, explica Abid Omar. 

Tanto él como la investigadora Pallavi Pant están convencidos de que el problema no se resuelve a nivel particular, sino que hace falta tomarse el reto en serio y “seguir el ejemplo de China”. Pallavi explica que desde 2013, China ha implementado una serie de medidas muy severas para controlar la contaminación atmosférica: “Ha propiciado que las familias usen combustibles más limpios en sus casas, llevando la electricidad a muchas viviendas; ha monitorizado los niveles de polución de manera más exhaustiva y ha pasado del carbón al gas en el sector industrial”. Como consecuencia, en solo cinco años, el gigante asiático ha logrado reducir en un 30% la concentración de partículas finas contaminantes en el aire. “Es un ejemplo de cómo un país puede lograr resultados tan favorables en apenas una década”, concluye Pant.

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