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Solo 21 de los grandes ríos del mundo llegan al mar sin haber sufrido modificación humana

Mapa de los ríos libres que quedan en el planeta.

Laura Rodríguez

En el mundo, cada vez hay menos espacios naturales que no haya manipulado el hombre. El caso de los ríos no es excepcional. Un mapa detallado identifica por primera vez los ríos libres de alteraciones humanas y concluye que actualmente en todo el planeta solo un tercio de los grandes ríos, aquellos de más de 1.000 km, se desarrollan sin obstáculos artificiales y conservan su curso natural. De los que originalmente llegaban al mar, solo 21 siguen manteniendo su conexión directa.

La mayoría de estos ríos, según el estudio que publicó este miércoles Nature, se encuentra en zonas remotas como el Ártico o el Amazonas, regiones poco desarrolladas como el Congo o lugares con condiciones políticas complicadas con escasos recursos para obras hidráulicas como Myanmar o el Tíbet. “En Norteamérica y Europa”, señala Christiane Zarfl, una de las autoras del estudio en el que también participa la organización conservacionista WWF, “la mayoría de los ríos, no solo aquellos de largo recorrido, tienen algún tipo de modificación humana”.

La importancia de la conectividad de los ríos, es decir, del flujo ininterrumpido de la corriente del agua a través de su cauce, ha sido reconocida directamente por declaraciones como la de Brisbane como por los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Los ríos libres no solo fomentan ecosistemas diversos y complejos sino que son esenciales para la economía y la sociedad.

Pero, hasta el momento, faltaba un mapa global detallado de la situación. “Por primera vez hemos analizado diversos aspectos de estos ríos para poder determinar su estado. No solo hemos mirado las presas y cómo éstas fragmentan el recorrido del río sino que también hemos observado cómo las modificaciones humanas afectan de manera lateral las tierras adyacentes, o vertical, en elementos como las aguas bajo tierra”, explica Zarfl desde Alemania.

A pesar de nuestra atracción por los embalses y las obras hidráulicas –España es el país del mundo con más presas per capita en el mundo– las consecuencias resultan preocupantes. La construcción de presas principalmente, pero también de infraestructuras como edificios o carreteras, deteriora terrenos inundables y de aguas subterráneas esenciales para el cultivo, impide las migraciones de animales como el salmón y dificulta la limpieza de sustancias contaminantes derivadas de las aguas residuales y la agricultura. La escasez de grandes ríos salvajes que desemboquen directamente en el océano, a su vez, reduce una de las funciones más importantes de estas corrientes: depositar nutrientes y sedimentos que permitan el desarrollo de hábitat naturales y numerosas especies.

Sin embargo, nuestro consumo mayor de energía así como la necesidad creciente de agua potable y de sistemas para paliar las inundaciones fomenta los proyectos de nuevas obras de ingeniería. De hecho, en este momento hay planes para la construcción de 3.700 nuevas presas y varios países, como India, China y Brasil, trabajan en grandes trasvases y acondicionando vastos espacios para la navegación fluvial.

“Nuestro estudio puede ayudar a que nos demos cuenta de la importancia de los ríos y de las funciones esenciales que cumplen, sobre todo cuando están libres”, puntualiza la investigadora. “Así como a que entendamos que es necesario preservar este tipo de ríos. Pero, además, que nuestra metodología puede aplicarse en entornos más locales y servir de guía para políticas medio ambientales”.

Como los propios autores señalan, el hecho de que parezca que los ríos más pequeños están en una situación mejor no quiere decir que sea real. Hay muchas presas y obstáculos de menor tamaño que no aparecen en las bases de datos internacionales pero deben tenerse en cuenta para los estudios regionales y para poder evaluar correctamente los programas de conservación.

“En el caso de España, donde se está pensando en demoler las presas antiguas y obsoletas”, continúa la científica, “podría por ejemplo ser útil”. Pero también en muchas otras zonas del mundo. Como señala el estudio, el cambio climático añadirá nuevas presiones a los ríos y degradará sus funciones por lo que la necesidad de preservarlos libres con estrategias como priorizar el uso de otras energías como la solar y la eólica o aumentar la productividad de los embalses se convertirá, cada vez más, en algo imprescindible.

Esta sección en eldiario.es está realizada por Ballena Blanca. Puedes ver más sobre este proyecto periodístico aquí. aquí

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