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“El cine hecho por mujeres árabes en la última década ha sido premonitorio de las revueltas”

María Castejón, Iratxe Fresneda, Amal Ramsis, Marta Selva y Arab Loufti en la mesa redonda sobre mujeres y cine. /G. A.

Gorka Ascorbebeitia

Bilbao —

La relación entre las mujeres y el cine es un tema controvertido, especialmente en su faceta más comercial. Las figuras femeninas son omnipresentes delante de las cámaras, pero en muchas ocasiones sus papeles se limitan a meros estereotipos y caricaturas de la visión masculina y machista de la feminidad. Si se analizan los cargos de mayor relevancia entre los equipos de producción de las cintas más importantes, el escenario es todavía más desalentador desde la perspectiva de la igualdad.

Menos del 10% del cine comercial está dirigido por mujeres, 7% en el caso de la industria española. En las producciones independientes la cifra asciende hasta el 25% y si las perspectiva se amplía hasta abarcar la totalidad de los equipos técnicos alcanza el 29%. En cualquier caso, la equidad entre ambos sexos todavía es un mero espejismo en el mundo del celuloide. Con esta realidad como escenario, esta semana ha tenido lugar en Bilbao una mesa redonda con cinco ponentes ligadas al mundo del cine estatal y árabe en el marco del IV Encuentro Internacional de Cultura, Comunicación y Desarrollo organizado por la ONGD del mismo nombre para los cursos de verano de la Universidad del País Vasco(UPV/EHU).

La charla arrancó con un análisis del cine femenino en el mundo árabe y su labor como observador de una realidad que nadie más está en posición de retratar y derivó en el papel que actualmente juega en occidente, y más concretamente en el Estado Español. Arab Loufti, cineasta y activista política egipcio-libanesa, comenzó con una perspectiva de la historia del cine árabe.

El origen del mismo se dio en Egipto, en los años 20, cuando constituía una de las 5 industrias del celuloide más importantes a nivel mundial. “A diferencia de lo que ocurrió en otras partes del mundo, las pioneras del cine egipcio fueron mujeres”, describe Loufti. Sin embargo, los temas de las cintas eran completamente comerciales en base a los criterios de la época y no tocaban los derechos de la mujer. “Hay que esperar hasta los 70, y especialmente los 80, para empezar a ver películas en las que salen mujeres y tratan sobre sus derechos”, relata la directora egipcio-libanesa.

Llegados a este punto, Amal Ramsis, realizadora y directora del Festival de mujeres y cine árabe iberoamericano de El Cairo, tomó la palabra para analizar la situación en la actualidad. Su primera intervención fue una pregunta dirigida a su compañera Loufti por tratarse de una profesional más experimentada, cumplió 60 años el pasado miércoles. Ramsis se interesó por si había sufrido la censura a lo largo de su carrera. La respuesta fue un rotundo sí.

Desde el punto de vista de la joven directora egipcia, la censura y los intentos para pasar a través de ella son lo que marcan el actual cine árabe hecho por mujeres. “Ninguna película que trate sobre temas políticos se proyecta en Egipto o en cualquier otro país árabe”, explica. En el caso concreto de Egipto, el proceso es tan restrictivo que impone una triple validación: primero el guión, luego el proceso de filmación y por último el montaje final. El resultado es que muchas realizadoras trabajan en la clandestinidad.

“La mayor parte del cine hecho por mujeres es cine político, pero no describe el tema de los derechos de la mujer como algo separado de lo que está pasando ahora mismo en el mundo árabe”, explica Ramsis. Esta necesidad de tener que saltarse la censura ha provocado que las directoras trabajen con una libertad atípica dentro de su entorno y ha convertido los festivales como el de El Cairo en uno de los pocos espacios donde los egipcios pueden ver cine crítico con su Sociedad. Con el tiempo se ha convertido en el festival con mayor éxito de público de toda la ciudad. “De hecho, viendo sus películas, te das cuenta de que el cine hecho por mujeres árabes en la última década ha sido premonitorio de las revueltas que después han sucedido en muchos países”, analiza Ramsis.

Revolución audiovisual

Revolución audiovisual

En el caso del cine femenino occidental, la situación es muy diferente, aunque a juicio de Marta Selva, directora de la Mostra Internacional de Films de Dones de Barcelona, también nos encontramos a las puertas de una revolución. “Estamos a punto de ver un cambio de paradigma en el mundo de la representación audiovisual”, asegura la cineasta y profesora catalana. Selva cree que se está produciendo una “profunda reflexión” sobre la materia y uno de sus catalizadores es el cine de mujeres. “Ya existen muchas obras que presentan una incomodidad evidente con los cánones del lenguaje audiovisual”, observa.

Tanto ella, como su colega María Castejón, responsable de comunicación de la Muestra Internacional de Cine y Mujeres de Pamplona, creen que la representación de la perspectiva feminista en el celuloide está ligada a una visión política. Castejón va aún más allá y dice que tiene también un tinte “radical”. El festival de cine femenino al que ella representa es actualmente el más veterano del Estado, pero no el primero. “El mayor problema al que nos enfrentamos hoy en día es la financiación”, describe.

En las primeras ediciones del certamen, su público era mayoritariamente femenino. Un hecho que quedaba patente especialmente en las sesiones matinales “a las que acudían sobre todo amas de casa”. “Sin embargo, durante los últimos años hemos conseguido que el público se vuelva mucho más mixto, lo cual es muy enriquecedor”, apunta Castejón. Una situación que considera meritoria porque “prácticamente todas” las películas que proyectan están realizadas por mujeres. Respecto al cine femenino actual cree que la situación no es halagüeña “sobre todo cuando el propio formato está en cuestrión”. “Además, nosotras no sufrimos la censura externa, pero todavía nos autocensuramos”, critica.

Iratxe Fresneda, profesora de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la UPV/EHU, ofrece un sencillo experimento para comprobar hasta qué punto llega ese afán de autoimponerse limitaciones incluso en el cine dirigido por mujeres. Se trata del test Bechdel, que plantea las siguientes tres preguntas para descubrir si una película es sexista: ¿Aparecen dos personajes femeninos? ¿Hablan entre ellas? ¿De algo que no sean hombres?

La profesora universitaria vasca critica con especial virulencia los festivales del circuito de cine internacional, como Cannes o Venecia. “Mi experiencia en ellos es muy dura porque cada vez que voy no veo más que hombres en todos lados”, explica. “Ofrecen una mirada completamente patriarcal”, añade. Sin embargo, cree que hay muchas mujeres “haciendo cine desde los márgenes del sistema”. “Hay muchas realizadoras que están haciendo algo completamente revolucionario y ni se dan cuenta”, apunta.

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