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Sobre este blog

El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

El mundo al revés: hacia ciudades 'pet-unfriendly' en Catalunya

Uva y Mora en la ciudad.

Macarena Montes Franceschini

Hace algunas semanas, la prensa comunicaba sin mayor cuestionamiento que en Girona se ha prohibido el acceso de perros a tres plazas de la ciudad porque el Ayuntamiento “quiere garantizar que aquellos a los que no les gustan los animales tengan espacios en los que estar tranquilos”. Esta decisión fue tomada después de hablar con los vecinos y ver que se quejaban del comportamiento de algunos propietarios de los perros. De esta manera, el Ayuntamiento inició una prueba piloto que ha durado hasta septiembre. En caso de funcionar, se prohibirá la entrada de perros “como mínimo” en una plaza en cada barrio de la ciudad.

El objetivo del Ayuntamiento de Girona no solo apoya la intolerancia y discriminación hacia los animales de compañía que conviven con nosotros en las ciudades y hacia aquellos ciudadanos que conviven con perros, sino que también promueve la cosificación de los animales de compañía y una tenencia irresponsable, en razón de lo siguiente.

En primer lugar, es necesario destacar que los llamados animales de compañía son seres sintientes y así lo reconoce el artículo 2.2 de la Ley de Protección de los Animales de Catalunya: “Los animales son seres vivos dotados de sensibilidad física y psíquica, así como de movimiento voluntario, y deben recibir el trato que, atendiendo básicamente a sus necesidades etológicas, procure su bienestar”. Asimismo, el artículo 511-1 del Código Civil catalán reconoce que los animales no son cosas.

El hecho de que los animales no humanos sean seres sintientes y, por ello, tengan intereses propios y derechos no tiene absolutamente ninguna relación con el gusto personal, sino que es una cuestión de justicia. En consecuencia, prohibir la entrada de perros a ciertos parques con la finalidad de satisfacer a algunos humanos que no gustan de ellos, no reconoce esta naturaleza de los animales de compañía, sino que continúa promoviendo la idea de que son meras cosas, que están a libre disposición de los humanos, a tal nivel que su inclusión en la sociedad depende del mero capricho de éstos.

Para tomar una decisión de esta naturaleza, el Ayuntamiento debió ponderar los intereses y derechos en juego de las partes involucradas. Por un lado, existe el derecho del poseedor del perro a circular libremente por la ciudad, a acceder a espacios de uso público e incluso a tener perros como animales de compañía (es decir, a convivir con perros como parte de su familia). Asimismo, existe el interés del perro, como ser sintiente, en pasear por la ciudad y hacer ejercicio. En contraposición, existe el interés de ciertos ciudadanos en no compartir el espacio con perros porque quieren estar tranquilos.

¿Qué intereses o derechos deben primar? El Ayuntamiento debió haber concluido que el interés de las personas que no quieren estar en presencia de perros no es un interés legítimo que el Derecho puede defender, sino más bien un capricho personal. Por el contrario, el derecho a circular por la ciudad libremente, acceder a espacio de uso público y asegurar el bienestar, protección y respeto de los perros sí lo son.

En segundo lugar, el Ayuntamiento ha olvidado que el objetivo fundamental de la tenencia responsable es lograr una convivencia pacífica entre humanos y animales de compañía en las ciudades. Para lograr esto, no solo es necesario educar a la población sobre las necesidades físicas, emocionales y etológicas de los animales de compañía y las obligaciones que tienen el tenedor y la Administración respecto de estos animales, sino también integrar a los animales de compañía en la sociedad. Es justamente por esta razón por la que existen cada vez más ciudades 'pet-friendly' y no lo contrario.

No es posible lograr que humanos y animales de compañía convivamos de manera pacífica en las ciudades a través de políticas públicas que se basan en los caprichos de ciertos individuos respecto de los animales. Las políticas públicas deben promover la protección, defensa y respeto de los animales no humanos porque son seres sintientes, punto. No tiene absolutamente ninguna relevancia si alguien gusta o no de ellos.

Para lograr lo anterior, las políticas públicas deben ser coherentes con las leyes dictadas en esta materia. En este sentido, la decisión del Ayuntamiento de Girona no se encuentra en armonía con el artículo 2.1 de la Ley de protección de los animales de Catalunya, cuya finalidad es “alcanzar el máximo nivel de protección y bienestar de los animales, y favorecer una responsabilidad más elevada y una conducta más cívica de la ciudadanía en la defensa y la preservación de los animales”.

¿Cómo se logra una conducta más cívica de la ciudadanía en la defensa y preservación de los animales al prohibir la entrada de perros a los parques solo porque hay personas que no gustan de ellos? Simplemente, no se logra. No es posible lograr una conducta cívica ni una convivencia pacífica, puesto que son objetivos contradictorios. Muy al contrario, se afianza la intolerancia hacia estos animales. Por lo tanto, el Ayuntamiento está promoviendo una tenencia irresponsable de perros al limitar los lugares donde pueden acceder, en lugar de promover espacios comunes.

En este sentido, la decisión adoptada por el Ayuntamiento parece estar más en línea con aquella época -que lamentablemente aún existe en muchos lugares- en que era normal y aceptable relegar a los perros a los patios traseros de las casas y tenerlos atados. Aquella época en que los perros vivían encerrados para que molestaran lo menos posible, época en que los perros eran invisibles.

Por último, para lograr una convivencia pacífica entre humanos y animales de compañía es necesario cumplir con la normativa de tenencia responsable. Esto significa que el poseedor (responsable) de un perro debe alimentarlo adecuadamente, pasearlo, recoger sus desechos, inscribirlo en el registro correspondiente, esterilizarlo, vacunarlo, velar por su seguridad del perro, la de otros animales y la de los demás ciudadanos, entre otros aspectos. Es entendible que los ciudadanos se molesten con aquellos vecinos irresponsables que, por ejemplo, no recogen los excrementos de su perro. También quienes vivimos con perros y cumplimos con las normas de tenencia responsable nos molestamos con estas personas. Pero, ¿esto se soluciona prohibiendo la entrada de perros a ciertas plazas o parques? No.

Es necesario recordar que la Administración es la encargada de promover y fiscalizar la tenencia responsable. En este sentido, la Administración tiene la obligación de educar a la población sobre tenencia responsable, y esta obligación no desaparecerá creando espacios libres de perros. La Administración dispone de todas las herramientas y recursos para educar a los poseedores de perros. En muchas ciudades del mundo existen dispensadores de bolsas para recoger los excrementos, carteles que recuerdan a los poseedores cuáles son sus obligaciones y cursos sobre tenencia responsable promovidos gratuitamente por asociaciones de protección de los animales, entre otros.

Asimismo, la Administración tiene el deber de fiscalizar que los poseedores de animales de compañía cumplan con la normativa correspondiente. La creación de parques exclusivos para humanos no libera a la Administración de su deber de fiscalizar la tenencia responsable de animales de compañía. Si un vecino cumple con la normativa relativa a la tenencia responsable, no hay ninguna razón legítima para prohibirle acceder a una plaza o parque en el barrio. Por lo tanto, no es necesario crear parques exclusivos para personas que no gustan de los perros, puesto que la Administración tiene el deber de fiscalizar que se cumple con la normativa para que todos podamos pasear de manera pacífica por la ciudad.

Por lo demás, existe normativa que hace responsable a los poseedores de animales de compañía por los daños que éstos produzcan. A modo de ejemplo, el artículo 12 de la Ley de protección de los animales de Catalunya dispone lo siguiente: “La persona poseedora de un animal, sin perjuicio de la responsabilidad subsidiaria de la persona propietaria, es responsable de los daños, perjuicios y molestias que ocasione a las personas, a otros animales, a las cosas, a las vías y espacios públicos y al medio natural en general, de acuerdo con lo que establece la legislación civil aplicable”. Asimismo, el artículo 1905 del Código Civil español dispone que “el poseedor de un animal, o el que se sirve de él, es responsable de los perjuicios que causare, aunque se le escape o extravíe. Sólo cesará esta responsabilidad en el caso de que el daño proviniera de fuerza mayor o de culpa del que lo hubiese sufrido”. Por lo tanto, el ordenamiento jurídico ya cuenta con las herramientas para resolver aquellos casos en que un animal de compañía daña a otro animal, humano o cosa.

Ahora bien, no solo el Ayuntamiento de Girona ha tomado el camino hacia una ciudad más pet-unfriendly: el Ayuntamiento de Barcelona ha decidido activar en otoño de 2019 la ordenanza del año 2014 que obliga a llevar atados a los perros. Dicha ordenanza limita los lugares y horarios en que los perros pueden andar sin correa.

La verdad es que pareciera que esta ordenanza entiende que todos los perros son iguales, que son cosas producidas en serie, cuando en realidad son seres sintientes con personalidades y necesidades muy diferentes. Hay perros que disfrutan jugando con otros perros en el pipicán y otros perros que sienten miedo de estar con otros perros y, por lo tanto, detestan ir al pipicán. (Por cierto, hay pocos pipicanes en la ciudad y muchos se encuentran en condiciones sanitarias cuestionables, a pleno sol y sin zonas verdes). Hay perros que no hacen sus necesidades si están atados. Hay perros a los que les gusta hacer sus necesidades en el césped y a otros que les da igual. Hay perros cuya actividad favorita es jugar a traer la pelota y hay perros que no tienen ningún interés en perseguir una pelota reiteradamente. Hay perros que aman correr y otros que prefieren estar acostados cerca de sus humanos en las plazas. Hay perros a los que les gusta conocer a otros perros y otros que prefieren rodearse de sus humanos y de perros conocidos.

Asimismo, hay personas que pasean en ciertos horarios porque sus trabajos o compromisos familiares no les permiten otra opción. Por lo tanto, esto puede significar que sus perros no podrán estar sueltos en ningún momento. Hay personas que no pueden acercarse cada día al área designada para soltar al perro y prefieren hacerlo en una plaza o parque cerca de casa para aprovechar el tiempo jugando, en vez de gastarlo en trasladarse de un lugar a otro.

Todo lo anterior no es un invento: cada uno de mis perros tiene alguna de las características anteriores. Como tienen distintas personalidades y, por lo tanto, distintas necesidades, como “tenedora responsable” estoy obligada a procurar el bienestar de cada uno de ellos, por lo que me las ingenio para encontrar lugares en la ciudad donde ellos se sientan a gusto. Es absurdo que multen a alguien que cumple con la normativa de tenencia responsable por no llevar al perro atado al estar jugando con él a la pelota en una plaza vacía a medianoche. Es cruel que un perro que teme a otros perros solo pueda ir suelto en lugares donde hay decenas de otros perros sueltos y no en una plaza pequeña cerca de casa que prácticamente solo es usada para el botellón del viernes y el sábado por la noche.

Por lo tanto, estas limitaciones decididas por el Ayuntamiento harán más difícil la tenencia responsable de los perros en Barcelona, cuando justamente la autoridad debería hacer todo lo contrario: facilitar y promover la tenencia de animales de compañía para que no aumenten las tasas de abandono y para que miles de animales abandonados puedan encontrar un hogar definitivo.

En definitiva, la tenencia responsable ha nacido como una respuesta a la desidia, irresponsabilidad y desconocimiento de los humanos respecto de cómo cuidar a los animales de compañía. Y tiene como finalidad lograr una convivencia pacífica entre los humanos y estos animales. Para ello, es necesario integrar a los animales de compañía en la sociedad, no relegarlos a espacios cada vez más limitados, siendo necesario que la Administración cumpla con su deber educativo y fiscalizador.

El perro, el gato y los demás animales de compañía, e incluso aquellos animales que no lo son pero que conviven con nosotros en la ciudades, como las palomas, son miembros de la sociedad. Por lo tanto, es momento de cambiar el paradigma existente: el humano no es el centro del universo, no es el único ser sintiente con derechos y intereses propios. Todos los seres sintientes que viven en este planeta tienen derecho a usar los espacios y recursos disponibles. Para esto, el humano solo tiene que aprender a convivir y compartir.

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