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El Tenerife tira de goles y épica para derrotar a un Girona notable

Carlos Ruiz y Sipcic celebran el gol de Enric Gallego al Girona

José Miguel Galarza

Santa Cruz de Tenerife —

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El hambre de victoria y diez minutos a la heroica, expulsado Larrea en el 87, dieron la octava victoria del curso a un CD Tenerife superado en el juego por un Girona que perdonó cuando pudo definir y se encontró con los golazos de Mellot y Enric Gallego, primero para remontar y luego sin gasolina en el cuarto de hora final. El 2-1 da los mismos tres puntos que cualquiera de los siete éxitos anteriores, pero en una temporada que comienza a tener un aire distinto será de los considerados determinantes si en mayo aparecen los premios mayores.

El grupo de Ramis no hizo un ejercicio brillante, anduvo demasiado tiempo descompensado en la basculación y estéril en la recuperación, pero opuso a las carencias, por orden: una capacidad de pegada que ya le distingue entre los notables de la Liga, una aplicación tozuda para buscar como fuera un gol que rompiera el empate y, a caballo de un Heliodoro entregado, la fe de un converso para defender el resultado cuando Enric Gallego se reclamó como el nueve de aérea que es.

Definitivamente obligado a mantener un nivel homogéneo con las rotaciones decididas por el entrenador —descanso este lunes de José León respecto de lo que parece, solo parece, el once base; de vuelta los laterales y los delanteros—, el Tenerife volvió a firmar otro partido en el que solo consiguen marcarle cuando falla y concede una ventaja, aunque esta vez tuvo la suerte de cara porque el Girona pudo herirle en los dos actos del encuentro.

Solo con trece profesionales disponibles, sin el seguro de gol que representa Stuani, el grupo de Míchel ha recuperado la capacidad de competir que no exhibió en su última visita, indolente, al Heliodoro. Se fio a la capacidad de Kebe y Aleix García para dominar el medio juego, ensanchó el campo con Calavera y Valery pegados a la banda y dio galones a Jairo para jugar cómo y dónde quisiera.

Asociado por el flanco izquierdo con Valery, jugando entre líneas cuando se venía al centro, al tinerfeño le queda pequeña la Segunda después de debutar con Agné, crecer en Segunda B y madurar con Cervera en Cádiz. Acercándose a la treintena, es un incordio tirando paredes, escondiéndola o encontrando el pase definitivo adecuado. El de hoy, un balón en la frontal, según arrancaba el segundo acto, para que Baena soltara el latigazo del 1-1.

El Tenerife caminaba cojo desde el minuto 2. Aitor Sanz se pasó de aparatoso para cortar una vuelta visitante, recibió la tarjeta amarilla y le salió luego medio partido con un punto de sobreexcitación que fue creciendo mientras caía una llegada tras otra del Girona, las más de las veces por el lado de Rubén Díez, al que la banda se le hizo kilométrica. Cuando no llegó a destiempo, encimó de aquella manera. Cuando no perdió la marca —y cuando la lógica debía haberle llevado a la caseta en el descanso—, perdió el balón en la zona crítica y fue a la pugna siguiente desabrochado. Demasiada facilidad, debió pensar Jairo, antes ponérsela a Baena para su tiro letal.

Eso fue justo al regreso de una primera entrega en la que el Tenerife sobrevivió con un zapatazo de Mellot —al estilo del doctor Muñoz— que cogió puerta entre los defensas y no vio venir Juan Carlos. Con media hora por jugarse, el Girona siguió arrumbado a encontrar la suya —un cabezazo mal cazado por Bustos, otro pifiado de Aleix García, un disparo a la escuadra de Juanpe con una respuesta imperial de Soriano— y el Tenerife pudo definir otras dos veces con Elady, sin puntería después de negociar bien la conducción y el armado del tiro.

Amaneciendo la segunda mitad, puso el Girona el empate, no cambió la propuesta mientras pudo mantener con aire a Jairo, corrigió mejor el Tenerife sus coberturas y se entregó, valiente, al intercambio de golpes. En uno de ellos, ya con la sensación de que a los de Míchel les valía el empate, un gancho por la izquierda con dos movimientos perfectos: el pase al área de Elady y la definición de Gallego, pegando una volea difícil, de nueve de área, como le venía. Inapelable.

Metidos a defender el 2-1 que les devuelve a la tercera plaza y cinco puntos por encima del séptimo, los blanquiazules tuvieron un último examen tras la expulsión de Larrea por una entrada feísima que tuvo que descubrir el VAR. Agotado, cogió aire con el impulso de la grada, no concedió más llegadas al Girona y hasta tuvo Mollejo un mano a mano con Juan Carlos que desbarató el portero con una salida a la argentina.

Al cabo, un triunfo brillante en un partido de grises de un grupo cada vez más convencido en que no debe bajarse de los vagones delanteros. En lo que hace acopio de puntos —el crédito ya lo tiene con faenas como las de hoy— y a la espera del invierno. Que llegará.

(2) CD TENERIFE: Soriano; Mellot, Sipcic, Carlos Ruiz, Álex Muñoz; Rubén Díez (Mollejo, m.55), Aitor Sanz (Larrea, m.46), Álex Corredera, Elady (Sergio González, m.89); Shashoua (Bermejo, m.55) y Enric Gallego (Moore, m.90+2).

(1) GIRONA FC: Juan Carlos; Bueno, Bernardo (Gabri, m.85), Juanpe; Jordi Calavera (Camara, m.85), Kebe, Aleix García, Valery; Jairo (Juncá, m.76), Álex Baena; y Nahuel Bustos (Pablo Moreno, m.70).

GOLES: 1-0, Mellot (m.14). 1-1, Álex Baena (m.46). 2-1, Enric Gallego (m.80).

ÁRBITRO: Gorka Sagues Oscoz (Comité vasco). Expulsó a Larrea (m.87) por juego violento. Amonestó a Aitor Sanz (m.2) y a Sergio González (m.88) y a los visitantes Bueno (m.25) y Bernardo (m.55).

INCIDENCIAS: Partido de la 15ª jornada de LaLiga SmartBank 21-22, jugado en el estadio Heliodoro Rodríguez López. 10.178 espectadores.

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