Homenaje a Rosendo por Navidad
El fútbol no daba para ganarse la vida a finales de los años cuarenta. Al menos, el fútbol tinerfeño. En la Península, donde ya existía un incipiente profesionalismo, se pagaban buenos salarios... pero en la Isla, hasta los mejores jugadores debían tener una ocupación adicional para llegar a fin de mes. A punto de cumplir treinta años, Rosendo González Hernández era uno de los elementos más destacados del Tenerife y también ejercía como auxiliar de electricista en una empresa contratada por la Refinería de Petróleos. En noviembre de 1947, durante uno de sus trabajos, la explosión de una botella de oxígeno a causa de un chispazo obligó a que le amputasen su pierna derecha.
El suceso conmocionó a la Isla y un mes más tarde, el 25 de diciembre de 1947, ya recuperado de sus heridas, recibió un multitudinario homenaje en el Stadium, en el que se volcaron los dos clubes de su vida: CD Tenerife y Real Unión. Eso sí, Rosendo tuvo más equipos. Nacido en Fasnia en 1918, militó en Los Leones del Toscal y en el Europa antes de saltar al Unión, entonces desposeído del título de Real. Siendo poco más que un niño, la Guerra Civil Española le llevó primero a Tetuán, en el norte de África, para dentro del ejército nacional acudir luego al frente de Extremadura y al frente del Ebro, donde fue herido de bala en la pierna derecha.
Hospitalizado durante meses en Sevilla, al acabar la contienda fue destinado a Villa Sanjurjo, la actual Alhucemas, donde jugó con el equipo local. A finales de 1941 regresó a la Isla, después de que Heliodoro Rodríguez aceptara su petición para fichar por el Tenerife. “Hombre, si me dan un trajito, voy con ustedes”, le dijo Rosendo. Y con traje y ficha se quedó. Como blanquiazul participó en los títulos de Liga inter-regional conquistados por el Tenerife en 1942 y 1943. Y asombró a los dirigentes del Atlético Aviación cuando los bicampeones de la liga española, con cinco canarios en sus filas (Mesa, Machín, Arencibia, Domingo y Campos), hicieron una gira por la Isla con un saldo de una victoria, un empate y una derrota ante el Tenerife.
Rosendo hizo dos goles en esos encuentros, entre ellos el del triunfo (3-2) en el tercer partido. Pero el 'exceso de canarios' desaconsejó su contratación. Lo fichó el Real Unión en el verano de 1946 y meses después participó en la histórica goleada (13-4) que los del barrio del Cabo propinaron al Tenerife, una humillación que los viejos aficionados 'birrias' aún no han olvidado. Un año después llegó el fatídico chispazo. Recuperado Rosendo de las heridas, el día de Navidad de 1947 el Stadium se llenó para asistir a su homenaje y a un doble enfrentamiento. Primero empataron a un gol los veteranos del Real Unión y los del Tenerife, que esa tarde alineó entre otros a Baudet, Morera, Cárdenes, Graciliano Luis, Chicote o Luzbel.
Luego llegó el 'plato fuerte'. Y la selección de Santa Cruz se impuso (3-0) al combinado Laguna-Norte en un choque que reunió a los mejores futbolistas tinerfeños del momento. Rosendo, apoyado en dos muletas, saludó a todos los jugadores participantes y al final del choque recibió la copa que la Federación Tinerfeña había donado para el equipo campeón. También se llevó el cariño infinito del fútbol tinerfeño.
(*) Capítulo del libro ‘El CD Tenerife en 366 historias. Relatos de un siglo’, del que son autores los periodistas Juan Galarza y Luis Padilla, publicado por AyB Editorial.
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