El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Dinero de Defensa para el independentismo canario
Un dossier explosivo circula ya por diversos despachos ministeriales. Contiene un seguimiento exhaustivo de los editoriales y artículos independentistas publicados estos últimos años por el periódico El Día con llamamientos constantes a la subversión contra el orden constitucional y contra la pérfida metrópoli de la que el editor del diario, el delirante José Rodríguez Ramírez, quiere emanciparse de inmediato para fundar la República Democrática de Canarias. Se lo entregó el 7 de enero Paulino Rivero a Rajoy y, sin engrosarlo a pesar de que podía, siete días más tarde al Rey. Junto a esos editoriales y otros artículos de sus columnistas más audaces, la carpeta contiene todas las inserciones publicitarias de los distintos ministerios del Gobierno español que empezaron a aparecer gracias a la intercesión del ministro canario, José Manuel Soria, una vez el Partido Popular ocupó las instituciones del Estado. Los continuos y desproporcionados ataques que desde esos editoriales se lanzan contra el presidente de Canarias, Paulino Rivero, convertido desde que pactó con el PSOE en el enemigo público número uno del presidente del PP isleño, animaron al ministro de Industria, Energía y Turismo a adoptar al diario de don José y a promover desde su ministerio -y a recabar de los demás- los apoyos de publicidad institucional que al periódico empezaron simultáneamente a fallarle desde las arcas públicas autonómicas, negativa por la cual ha interpuesto una demanda de reclamación de cantidades al considerar que esa publicidad le pertenece por justicia y por ser su editor un chico excelente, por ser un chico excelente, por ser un chico excelenteeeeee… y siempre lo será. En el dossier, cuyo repaso somero cambió la cara de Rajoy (y pocos días después la del Rey), no se incluyen los editoriales insultantes contra Rivero y su esposa, sino piezas tan memorables como la publicada el pasado 19 de diciembre bajo el título de “¿Qué más hace falta?” y la firma del colaborador fijo/estandarte Ramón Moreno. Tras un tenebroso recorrido sobre lo que el articulista considera el hundimiento de Canarias por culpa de su dependencia de España, se adentra en las encuestas “manipuladas” que publican los medios informativos para transmitir una “impuesta y artificiosa españolidad de Canarias, mantenida férreamente por la fuerza de las armas”. Y añade acto seguido: “Y ahí está para corroborarlo la presencia intimidatoria de las fuerzas de ocupación: Ejército, Armada, Aviación, Guardia Civil, Policía, y todo el aparato del Estado español presente y que opera en la colonia”. Junto a ese artículo y otros de semejante calibre aportados al dossier, anuncios a toda plana del Red.es o del Ministerio de Defensa, cuyo titular debe estar en estos momentos fumando en pipa y preguntándole a Soria qué periódico es ese en el que le ha pedido que meta publicidad institucional. Si esas afirmaciones sobre el Ejército aparecieran en el Gara, la fiscalía ya habría actuado de oficio. Pero como tiene esa edad que tiene y una personalidad tan especial, como dicen algunas sentencias, lo dejan que se desfogue tranquilo.
Rumbo firme hacia la libertad
Rumbo firme hacia la libertad
Hablando de sentencias judiciales, dice el equipo médico habitual de don Pepito que todas las que han llegado a esa casa de El Día esta última semana les han sido favorables. Ma non troppo, matizamos nosotros sin ánimo de zaherir, porque considerar “favorable” que condenen al intrépido editor por el delito de injurias graves con publicidad es muy poco encuadrable en el tipo literario más lisonjero, máxime si se anuncia por la parte eufórica del proceso que habrá recurso ante la Audiencia Provincial, lo que desde luego evidencia un mínimo de disconformidad. El caso es que este domingo tan dominguero nos hemos tropezado una hoja volandera pululando por Internet en la que aparece una memorable fotografía de los dos orondos amanuenses de don Pepito y su flamante asesor jurídico, Juan Inurria, almorzando (o presuntamente, para que no nos lo afeen) en el “patio tropical” de la residencia santacrucera del dicharachero editorialista. La pieza periodística (y perdón por lo de pieza), que se repetía con otra fotografía similar en la última página de la edición dominical de El Día, proclama a los cuatro vientos lo saludable que está la empresa Editorial Leoncio Rodríguez y la firmeza y rectitud con la que su propietario, también muy saludable “a pesar de su edad”, mantiene firme el timón de la nave rumbo directamente al marisco. En las crónicas del almuerzo, obviamente, no se menciona el marisco (ni para comer ni como rumbo), sino derivas más gloriosas y puertos de unidad de destino en lo universal, como “cambios en la distribución del periódico”, la tele autonómica, los colaboradores, etcétera. Las fotografías que ilustran tan memorable encuentro presentan unos rasgos que merecen algún comentario. Por ejemplo, el batín que luce don Pepito, que debe ser el de recibir, y que no entona en absoluto con los motivos florales del mantel escogido. Su plato aparece en ambos casos vacío y las copas de vino y de agua, vueltas hacia abajo, en constatación de la vida asceta que soporta. Por contra, sus dos más íntimos colaboradores acopian en su lado de la mesa las copas de vino y blanco así como los manjares y el pan, mientras que Inurria, luciendo informal jersy rojo de cuello de pico, se conforma con posar, en una foto de pie apoyado sobre la silla de su nuevo cliente, y en la otra, frente a Andresito Chaves. Por lo que se deduce del contenido de estas piezas, no se atisba una modificación en la línea editorial de El Día para así poder seguir consiguiendo publicidad de los ministerios españoles y, a su vez, más sentencias condenatorias de los juzgados de lo civil y lo penal (de los de la jurisdicción laboral no hablamos porque ésa es otra batalla que ahí anda calentita). Ya lo evidenciaba el editorial de este mismo domingo, que termina con esta patriótica frase: “Mal que les pese a muchos, vamos a ser una nación libre y soberana más pronto de lo que piensan algunos”, en referencia, claro está, a Canarias. Frase redonda en sí misma (seguramente porque habían comido demasiado).
Baile de sueldos en Firgas
Baile de sueldos en Firgas
Las mociones de censura en ayuntamientos canarios están a la orden del día. Justo al rebasar el ecuador de la legislatura se suceden, además de los bochornosos time sharing (alcaldías ocupadas a tiempo parcial por dos alcaldes de los dos partidos pactantes), los amigos de la vieja política denostada por los ciudadanos se enfundan el traje de salvadores del municipio para, con alguna excusa más o menos resultona, hacerse con el poder y utilizar la maquinaria del ayuntamiento para la próxima campaña electoral. Ha ocurrido en muchos sitios, algunos de ellos con la vergonzosa ayuda de tránsfugas. Pero hoy nos vamos a ocupar sólo de Firgas, Gran Canaria, donde una moción de censura de Nueva Canarias firmada junto al PP descabalgó de la alcaldía a Manolín Báez, hasta ese preciso instante (finales de 2013) respaldado por los populares, que de buenas a primeras cambiaron de montura. Los favores se pagan, y el alcalde, Jaime Hernández, ya ha empezado a hacerlo: sólo los cuatro concejales del Partido Popular mantienen la condición de liberados, lo que les permite cobrar un sueldo para dedicarse en exclusiva a la tarea municipal. ¿Y los cuatro concejales de Confir-Nueva Canarias? Pues no, bonitos, esos no tienen derecho a estar liberados, que ya con el alcalde cobrando 1.800 euros netos mensuales van despachados. Y hablando del sueldo del alcalde, también tiene su historia. Porque contraviniendo sus promesas y sus exigencias de antaño, su primer decreto de 2013 de fecha 2 de enero, veinte días después de subirse al machito, era para asignarse un salario bruto mensual de 3.266,66 euros, que en el primer pleno del año se vio obligado a rebajarse ante las presiones de la oposición, que le recordó con muy mala uva que en 2012 el nuevo alcalde había propuesto como líder opositor que el desembolso no pasara de 1.800.
Sobre este blog
El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora