Un brote de COVID-19 y conflictos laborales llevan al límite el peculiar sistema sanitario de El Hierro

Imagen de archivo de una prueba PCR. EFE

Iván Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

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Junto a La Gomera, La Graciosa y Formentera, fue avanzadilla en el proceso de desescalada. El Hierro, el territorio más occidental del Archipiélago canario, con apenas 11.000 habitantes, adelantó la paulatina vuelta a la normalidad a principios de mayo por la escasa incidencia que la COVID-19 había tenido en este lugar. Cuando el Gobierno liderado por Pedro Sánchez aprobó el plan de desconfinamiento en cuatro fases, la denominada isla del Meridiano sumaba tan solo tres casos positivos desde el inicio de la pandemia y todos ellos habían recibido ya el alta médica. 

Cuatro meses después, la situación es muy diferente. En apenas diez días, El Hierro ha sumado 37 nuevos contagios. De ellos, 29 se han registrado en los últimos siete, lo que sitúa la incidencia acumulada durante esta semana en la isla alrededor de los 260 casos por cada 100.000 habitantes, superando de esta manera con creces el umbral de incidencia establecido por el Gobierno de Canarias para implantar medidas más duras contra la pandemia. La cifra también se sitúa por encima de la media de todas y cada una de las comunidades autónomas. En el último informe publicado por el Ministerio de Sanidad, la región con la tasa más elevada durante ese periodo era Madrid, con 200 casos por cada 100.000 habitantes. Este brusco incremento de casos (23 en las últimas 24 horas, un día después de que Sanidad aislara a 17 personas que compartieron espacio con un positivo en un curso de formación) ha tensionado hasta el límite el sistema sanitario de la isla de El Hierro, un hervidero laboral desde hace meses por los cambios introducidos por la actual gerencia del área de salud. 

De momento no se ha producido ningún ingreso en el Hospital de Nuestra Señora de los Reyes, con capacidad para 38 pacientes, ya que la mayoría de los contagiados son asintomáticos o tienen cuadros leves. Sin embargo, la necesidad de aumentar la dotación destinada a rastrear los contactos estrechos de los positivos por COVID-19 y a extraer y procesar las muestras para las pruebas PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa) debido a la multiplicación de casos sospechosos, unido a una merma en el número de profesionales que ejercen en la isla, por vacaciones en algunos casos (la segunda oleada se preveía en otoño) y por aislamiento preventivo en otros, ha evidenciado las carencias de la sanidad herreña. 

La dirección de Enfermería de Atención Primaria en El Hierro ha pedido voluntarios para doblar jornadas ante la imposibilidad de cubrir turnos en los centros de salud de la isla, tanto de mañana como de tarde. También se han pedido refuerzos para el equipo COVID dedicado en exclusiva al rastreo de casos (el habitual está formado por dos sanitarios) y se ha habilitado un nuevo puesto de toma de muestras para pruebas PCR en el ambulatorio de Frontera para tratar de descongestionar los que han venido operando hasta la fecha en el centro de salud de Valverde y en el hospital, situado también en la capital herreña. 

Según relatan trabajadores de esta área de salud, al menos dos sanitarios han tenido que ser aislados en sus domicilios de manera preventiva tras haber estado en contacto con una enfermera que ha dado positivo. Se trata de una profesional recién llegada a la isla procedente de la Península, sin síntomas de la enfermedad, que fue incluida en la guardia del pasado domingo sin esperar por los resultados de la prueba de cribado a la que se había sometido tras aterrizar. La Consejería de Sanidad solo obliga a permanecer en cuarentena hasta conocer si han sido contagiados a los profesionales a quienes se les realice el test por sospecha, por haber estado en contacto con un positivo. En el caso de los cribados rutinarios a trabajadores que no presentan síntomas no se interrumpe la actividad ordinaria. En opinión de varios sanitarios de El Hierro consultados por este periódico, es “un error en los protocolos”. 

El brote de COVID-19 en la isla ha coincidido en el tiempo con una nueva manifestación de la conflictividad laboral que arrastra esta área de salud desde la llegada de sus actuales gestores el año pasado. Después de la marcha en julio, por desavenencias con la dirección, de seis de los ocho médicos de Urgencias que en aquel momento ejercían en la isla, el foco se sitúa ahora en Enfermería. Un grupo de profesionales de Atención Primaria se negó hace escasas fechas a realizar turnos de doblaje a petición de la empresa o a aceptar guardias de incidencias (de 20.00 a 08.00 horas) como modo de protesta por los cambios que había introducido la gerencia con respecto a prácticas que han sido habituales en los últimos años en la isla y que respondían a las peculiaridades de un lugar tan pequeño como el de El Hierro. Cabe recordar que el pasado mes de julio, en una comparecencia en una comisión del Congreso de los Diputados, la experta Beatriz González López-Valcárcel, catedrática de Economía de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), ponía a la isla del Meridiano como ejemplo de flexibilización laboral en el ámbito de la salud y de incentivos profesionales para sanitarios más allá de los económicos.

Las dos controversias entre dirección y trabajadores tienen que ver con ese modelo. Hasta ahora, a aquellos enfermeros que doblasen su jornada laboral (mañana y tarde) se les contabilizaban catorce horas en lugar de las doce que realmente realizan (de 08.00 a 20.00, ya que de 13.00 a 15.00 horas se solapan los turnos). Era una manera, dicen los profesionales, de incentivar esta fórmula para evitar que quedaran plazas sin cubrir en un sistema sanitario con recursos tan limitados como el de El Hierro. Además, durante esas dos horas solapadas, tienen que asumir dos cupos, lo que a juicio justificaría que se contabilizaran catorce horas. La dirección de Enfermería pretendió modificar ese cómputo y reducirlo a doce, lo que afectaba, a su vez, a la suma requerida para poder disponer de un día libre como contrapartida al doblaje. 

También ha sido frecuente en El Hierro que, en caso de que algún sanitario esté de baja o de permiso, otro profesional pueda sustituirlo en las guardias de incidencia (de 20.00 a 08.00 horas) incluso cuando al día siguiente tenga asignado el turno de mañana (de 08.00 a 15.00), de manera que llegue a acumular hasta 19 horas seguidas en el servicio. La gerencia también ha intentado poner coto a esta práctica, imponiendo un descanso obligatorio de doce horas tras las guardias de incidencia. Los profesionales consultados defienden que las jornadas laborales atípicas y flexibles que se han venido aplicando en los últimos años en El Hierro son posibles por las propias características y la idiosincrasia de la isla, facilitan la conciliación familiar y suponen un incentivo para trabajar en este lugar, por lo que no entienden los cambios que se han querido implantar. 

Según los trabajadores, esas modificaciones han ocasionado, además del malestar y descontento de la plantilla, serios desbarajustes en la asistencia sanitaria, puesto que ha habido que recurrir a numerosos doblajes de turno y rotaciones entre Atención Primaria y Especializada para cubrir las plazas, una situación que se ha agravado con el repunte de casos de estas últimas fechas y el temor de nuevas bajas entre los sanitarios de la isla, potenciales vectores de contagio, por positivos o cuarentenas preventivas. El pasado viernes se celebró una reunión entre la dirección del área de salud y los representantes sindicales en la que, según Miguel Ángel Rodríguez, portavoz de CCOO en la isla, se pudo reconducir alguno de los puntos conflictivos, como el del cómputo de los doblajes, y se dejó la puerta abierta también a dar marcha atrás con respecto a las guardias de incidencias. “Se les ha dado a entender que El Hierro es diferente, que hay que ser flexibles. Hay menos personal del que pueden tener lugares como Tenerife y Gran Canaria y cubrir bajas es mucho más complicado. No es un capricho”, señala. 

Los sanitarios de El Hierro han querido también hacer un llamamiento a la responsabilidad de la población. “Los próximos 15 días serán claves para revertir la tendencia. Hay que extremar las medidas de protección, usar las mascarillas, evitar acudir a los centros de salud si no es necesario y respetar las cuarentenas”, señala un profesional que ejerce en la isla y que lamenta la rapidez con la que se produjo la desescalada en este territorio. “Quizás se dio una falsa idea de seguridad y en verano hubo mucho movimiento”, concluye. 

El Cabildo y los tres ayuntamientos de la isla (Frontera, Valverde y El Pinar) han anunciado este lunes una batería de medidas para frenar la propagación del virus en la isla, entre las que se encuentran el cierre de espacios públicos y de las zonas de baño, la restricción de acceso a las residencias de mayores o una solicitud para reforzar la presencia policial en este territorio.

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