San Juan de Las Cabezadas, un camino con mucha historia y recuerdos
Canarias presenta una gran variedad de tradiciones y costumbres en cada una de sus islas. Ferias y romerías acompañadas de chácaras, tambores, bailes y trajes típicos de cada lugar tienen cabida cada año en el archipiélago. Cada pueblo o barrio se prepara para celebrar su día más esperado del año. Este es el caso de las fiestas de San Juan de Las Cabezadas en el municipio de Hermigua, en La Gomera. Y que como en otros cientos de sitios se celebra con gran entusiasmo este día.
Estas fiestas de San Juan de Las Cabezadas cuentan con un importante valor histórico, donde conviven la cultura y la diversión. Sin olvidar el componente lúdico, folclórico y festivo. Cada año son numerosas las personas que acuden hasta el lugar, para encontrarse nuevamente con antiguos vecinos, familiares o amigos. Una fiesta que con el paso de los años ha ido cambiando, sin perder el espíritu de entusiasmo de sus vecinos y las vistas con las que cuenta el lugar. Un gran mirador desde que el se puede apreciar todo el Valle de Hermigua.
El lugar no sería el mismo sin su apreciado camino que es utilizado ahora por todos los senderistas que deciden visitar a San Juan de la montañeta como también se le conoce. Este camino cuenta con bonitas historias que recuerdan con cariño sus vecinos. Este es el caso de Leonor Hernández quien afirma que cuando aún no existía carretera era una fiesta “más familiar que se esperaba con gran ilusión. No importaba si había que subir los instrumentos de las orquestas caminando hasta la plaza o las maderas para hacer los ventorillos porque se hacía con mucha entusiasmo”.
Sus vecinos recuerdan como se organizaban los días previos al 24 de junio para que el día de San Juan todo estuviera preparado. El agua y la harina sustituía al pegamento en las cadenetas de colores que las hacían entre todos y donde también participaban los más pequeños de la casa. Para Leonor eran días de trabajo, pero que se hacía con mucha alegría, pues cuando llegaba la noche la gente que acudía a la fiesta podía ver “el arco de flores y fruta que daba la bienvenida y que con tanto esmero se había preparado”.
Otra tradición y que aún se continúa realizando es la colocación de la bandera cada uno de junio en la ermita, para así señalar que es el mes de San Juan. Y cada día sobre las doce de la mañana se puede escuchar como se tiran voladores desde el lugar, todo ello para indicar que queda menos para la celebración del santo.
Un camino tradicional que en la actualidad es frecuentado por grupos de senderistas, pero que sin duda alguna tuvo mucho protagonismo durante un pasado no muy lejano. Su uso no sólo se limitaba al acceso de la ermita, ya que sus piedras en forma de lajas continúan hasta llegar al barrio de Los Aceviños, lo que lo convirtió en una forma de comunicación para el intercambio de bienes y el conocido trueque.