El tratado de Alcáçovas: la línea que separó dos mundos
Tras el descubrimiento de las Islas Canarias, en 1312, genoveses, catalanes, portugueses, franceses y castellanos comenzaron a frecuentarlas iniciando su colonización hacia 1402. Primero fueron Lanzarote y Fuerteventura, y después terminaron con Gran Canaria y Tenerife. La gran resistencia de la población guanche hizo que se necesitaran más de noventa años en conseguirlo, siendo los Reyes Católicos los responsables de la misma.
Mientras, en Portugal, crecía un espíritu nacionalista frente a Castilla, sobre todo tras la victoria obtenida en la batalla de Aljubarrota (1385). La toma de Ceuta (1415) por los portugueses, marcó el inicio de sus descubrimientos en África, estableciendo una ruta marítima hacia la India, al doblar el Cabo de las Tormentas, en enero de 1488. Se establecieron fuertes a lo largo de la costa que sirvieron de apoyo a la navegación que transportaba el oro y los esclavos obtenidos tras franquear el Cabo Bojador (1434) y el Cabo Blanco (1441).
Así, Portugal se convertía en el primer país europeo que practicó el tráfico de esclavos negros, añadiéndose después España y el resto de países. Colón planteó su viaje a las Indias, a través del Atlántico, buscando la ruta marítima, pues la africana era monopolio de los portugueses.
Castilla y Portugal se convirtieron en las grandes potencias europeas de la época. Las conquistas portuguesas acabaron por serles reconocidas mediante el Tratado de Alcáçovas (1479) y ratificado en Toledo (1480) entre los Reyes Católicos y Alfonso V de Portugal. En este importante tratado se reconocía a Castilla la posesión de las Canarias prohibiéndole navegar al sur del Cabo Bojador, y a Portugal se le concedía el dominio sobre las Azores, Madeira y todo lo “descubierto y por descubrir” al sur de dicho cabo. El papa Sixto IV, sancionó lo acordado mediante la Bula Aeterni Regis (1481).
Desde este momento, por mandato real, los portugueses fueron plantando en la costa africana sus mojones de piedra (padrão) que sustituían a las cruces de madera, que se pudrían con el paso del tiempo, indicando así el año del descubrimiento, el reinado del monarca y el nombre del descubridor. Se han encontrado once mojones en la costa atlántica, al sur del Ecuador.
Aparentemente este tratado beneficiaba a los portugueses pero hemos de tener en cuenta que en aquellos tiempos se desconocía lo que podía aguardar la costa oriental de África y de la India. Era un riesgo que resultó ser muy beneficioso, tal como demostraron los descubrimientos de los intrépidos navegantes Alfonso de Paiva, Pedro de Covilha y Vasco de Gama.