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El ‘Cura Díaz’: una vida entregada a la religión, la libertad y la caridad
Manuel Díaz Hernández, el Cura Díaz o el Señor Díaz, como se le conoce, nació tal día como hoy, hace exactamente 246 años, un 9 de mayo, pero de 1774 en Santa Cruz de La Palma.
Venerable sacerdote, fue un personaje prestigioso y excepcional que ejerció una esencial e incuestionable influencia en La Palma, así como una imborrable huella entre los feligreses de la parroquia matriz de El Salvador, en la capital de la Isla, también en Tenerife donde estuvo algunos años.
Poseedor de unas extraordinarias dotes para la oratoria y la predicación, se consagró a ellas, especialmente en su actividad eclesiástica.
El Cura Díaz tenía unas ideas claramente liberales, demostrándolo abiertamente al proclamarse la Constitución Española de 1812. El exhorto que hizo desde el púlpito de su parroquia a sus feligreses el 11 de junio de 1820, con motivo de haberse leído y jurado la Constitución de la Monarquía Española, fue admirablemente memorable, lo que supuso a la vuelta del absolutismo por el rey Fernando VII (1808-1833), el destierro de su querida Isla, regresando 15 años después.
Los conciudadanos consideraban al Señor Díaz un adalid del movimiento liberal, en cambio sus detractores lo tenían como revoltoso, revolucionario y, sobre todo, masón, aspecto no probado documentalmente.
Lo que no cabe duda es que ejerció una gran influencia tanto en lo social como en lo cultural de la época, perdurando su recuerdo a través del tiempo.
Este sacerdote vivió para la religión, la libertad y la caridad. Así mismo destacó también en el entorno cultural, como en la pintura, en la música, escultura, entre otras bellas artes.
Manuel Díaz murió al caer por las escaleras del atrio de su parroquia el 5 de abril de 1863, siendo enterrado en el cementerio de la ciudad que lo vio nacer hasta que, en 2008, los restos fueron trasladados para el descanso eterno a su querida parroquia Matriz de El Salvador.
Desde 1894 y en su honor, una estatua en bronce preside la Plaza de España por acuerdo del Excelentísimo Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, siendo el primer monumento civil de esta naturaleza erigido en las islas Canarias (en la imagen superior).
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