Espacio de opinión de La Palma Ahora
Los pilares del cielo se encuentran en el recinto cultual del Llano de Las Lajitas (Garafía)
La isla de La Palma es un gran volcán en el mar, un territorio plagado de montañas desde donde podemos contemplar la virtud de lo eterno. Subir a lo más alto de la Isla es “tocar” el cielo, es admirar la grandeza del desgarrado paisaje de La Caldera de Taburiente, es respirar la pureza, es sentir el frescor, el sosiego, es escuchar el silencio de vez en cuando roto por ecos de grajidos de córvidos, es percibir la felicidad y un aprendizaje de verdaderas lecciones de vida.
Hace 2.000 años, a más de 2.100 metros de altitud, un grupo de individuos, atraídos por una motivación espiritual y una necesidad perentoria de ordenar el mundo, construyeron un recinto sagrado mediante 18 mojones de piedras y los colmaron de símbolos que tallaron sobre lajas en una inmejorable localización. El lugar fue seleccionado, medido e investido -consagrado- al permitirles observar el cielo y la evolución de los astros sobre el horizonte terrestre más cercano, haciendo coincidir las principales luminarias celestes con la orografía más destacada de acuerdo a fechas inexcusables en sus calendarios rituales, religiosos y festivos. El espacio ahora adquiere sintonía con el tiempo cíclico y todo está en orden y armonía, forjando el mejor icono místico de la Isla. Así mismo, la arquitectura tenía que guardar un orden con el cosmos, ser un arquetipo celeste.
Mauro Hernández y Jorge Pais, entre otros investigadores, han realizado estudios descriptivos en el Llano de Las Lajitas, siendo Juan A. Belmonte y Michael Hoskin (2002) los autores del primer trabajo arqueoastronómico en este espacio tan singular. Levantaron un plano con la localización de 14 “aras” de sacrificio y señalaron el Roque de Los Muchachos como el principal punto de referencia y “la Luna llena que sigue al solsticio de verano (la primera de esta estación) surge tras esta montaña sólo desde la zona ocupada por las aras. Una orientación ritual a la salida del Sol del solsticio de invierno no se puede descartar a priori, sin embargo, en invierno las cumbres de la Isla son heladoras, siendo corrientes las nevadas, por lo que nos parece mucho más razonable la ocupación estival del lugar”.
Los 18 igurar (amontonamientos de piedras) de Las Lajitas presentan una tipología muy similar. Se componen de un perímetro de lajas hincadas en el suelo, un fondo de tierra y piedras pequeñas y relleno superior de lajas y rocas de mayor tamaño. La inmensa mayoría han sido muy dañados por la acción antrópica y animal, presentando un estado de conservación lamentable. Algunos han sido vaciados completamente.
Es lamentable que un monumento de esta categoría, “la catedral” de la Historia Antigua palmera se encuentre, de modo intencionado, en el más absoluto de los abandonos. Si este yacimiento ritual estuviera en cualquier lugar del mundo desarrollado sería un foco de conocimiento, identidad patrimonial y atractivo turístico de envergadura, pero estamos en La Palma. Y máxime cuando es relativamente fácil su rehabilitación y puesta en uso para su disfrute.
Es nuestro deber reivindicar Las Lajitas como el complejo cultual que más orientaciones astronómicas reúne de toda Canarias. Desde aquí quedan perfectamente fijados los solsticios de verano e invierno, los equinoccios, los lunasticios de verano e invierno mayor y menor Norte y Sur, los ortos y ocasos helíacos de la estrella Rigel y la puesta de la estrella Canopo ¿Cómo lo hicieron nuestros antepasados?
La contemplación del horizonte oriental les permitió precisar la salida del Sol cuando llega a su extremo Sur (solsticio de invierno) por la cumbre más alta de la isla, el Roque de Los Muchachos. A pesar del frío, del hielo, de la oscuridad, esperar a que se nos muestre el Sol el día del solsticio de invierno es revivir la intensidad de la vida. La luz comienza a manifestarse sutilmente creando un aurea sobre la grandilocuente elevación, distante unos 1.200 m, mientras el entorno colindante comienza a iluminarse. Son instantes de impaciencia hasta que, por fin, un destello de luminosidad enciende el santuario. En ese momento, de pie y dirigiendo la mirada hacia la cima de la Isla, rodeado de igurar y de símbolos rupestres, uno no puedes abstraerse de la sensación de recuperar la memoria de nuestros ancestros, de abrir una de las ventanas del cosmos.
Los equinoccios se producen sobre otra referencia topográfica destacada (Morro de la Fuente Nueva), distante unos 1.700 m, lugar hechizado por la legendaria fuente.
El solsticio de verano se nos muestra a unos 750 m de distancia sobre el suave relieve de la Trocha de los Tijaraferos, en principio poco significativo al no encontrarse nada sobresaliente en el terreno. En ese lugar, los awara levantaron cuatro igurar, que alinearon con el Roque de Los Muchachos y señalan una religación con el Sol del invierno por detrás de la mayor elevación del Morro de la Fuente Nueva.
El 21 de junio de 2011 decidimos buscar la razón a la presencia de estos amontonamientos de piedras colocando troncos de matorral de codeso seco para que se pudiera observar desde Las Lajitas. Nos emplazamos en los majanos equivalentes en Las Lajitas y esperamos la salida del Sol. La satisfacción fue inmensa al comprobar que el Astro Rey se nos mostraba por los amontonamientos de la Trocha de Los Tijaraferos.
Le toca el turno al primer astro nocturno. Reconocemos que es muy complejo y dificultoso explicar lo que sucede con las posiciones extremas de la Luna. Vamos a intentarlo. El lunasticio del verano (antes o después del solsticio) se produce por el Roque de Los Muchachos a lo largo de su ciclo de 18 años posicionándose, ambos lunasticios mayor y menor Sur, en las vaguadas periféricas del Roque de Los Muchachos ¿Existe una correspondencia entre el ciclo lunar y el número de amontonamientos de piedras de Las Lajitas: 18? Parece más que evidente.
El orto lunar es uno de los mayores espectáculos naturales que se puede admirar. El lunasticio de invierno, tanto el mayor como el menor Norte, fueron precisamente calibrados con los amontonamientos de piedras de los extremos de la Trocha de Los Tijaraferos.
Algunas estrellas como Rigel despunta por el abrupto extremo Norte del Roque de Los Muchachos, durante el crepúsculo, pocos días antes del solsticio de invierno y se despide, en el amanecer, unos días después del solsticio de verano. Bastante significativo.
Por último, existen dos grabados rupestres que presentan un soporte fijo cuyas caras se orientan con el ocaso solar durante el solsticio de invierno y con el lugar exacto por donde desaparece, sobre el relieve terrestre, de la estrella Canopo.
El ser humano es capaz de comunicarse con el cosmos a través de construcciones simbólicas, levantando la mirada para descubrir referencias verticales. Crea entonces un espacio mítico, un centro o eje donde las hierofanías o manifestaciones de lo extraordinario que se advertían y se compartían. Alrededor de estos núcleos giraba la vida. Para los awara el cielo era una obsesión que evolucionó hacia una religión.