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Imágenes del azar injusto

Eduardo Cabrera

Según publicó el diario digital ‘El Confindencial’ con fecha 8 de septiembre de 2016, habría fallecido Asia Ramadan Antar. Poco se sabe de esta mujer salvo que tenía 22 años y luchaba contra el ISIS en las Unidades Femeninas de Protección Kurdas.

Se la conocía como “la Angelina Jolie kurda”. Dicen, por su parecido con la actriz estadounidense. La belleza es algo muy subjetivo y quizás también una cualidad sobrevalorada por encima de lo que pudiera parecer realmente importante. Pero ese es otro debate. En cualquier caso, observo la imagen y veo una mujer hermosa, de rasgos delicados. Y me surgen algunas cuestiones. El azar es la mayor de ellas.

¿Qué hubiera sido de Asia Ramadan Antar de haber nacido en Nueva York o Los Ángeles? Bien pudiera haber protagonizado algunos ‘taquillazos’ de Hollywood. Pudo haber nacido en Londres, París o Milán y hubiera sido la imagen de cualquiera de las grandes marcas de la moda. Quizás hubiera anunciado perfumes o desfilado con los Ángeles de Victoria’s Secret. Pero no. Nació en el Kurdistán y murió luchando en la guerra de la sinrazón. De algún modo todas lo son.

Imagino otras jóvenes como ella rodeadas del lujo y la fama. O soñando con ello. Con los hoteles de cinco estrellas, viajando de Milán a Nueva York en primera clase y concediéndose a los flashes. Sin embargo, me resulta más difícil imaginar las terribles imágenes de las que han sido testigo esos ojos que jamás vieron una pasarela ni conocieron las sábanas de un gran hotel ni el aplauso del gran público. Asia Ramadan Antar murió entre la sangre y la mutilación que surgen de la guerra. La más cruda expresión de la barbarie de la que es capaz el ser humano. Lejos, muy lejos, de lo que cualquiera pueda imaginar que es el ‘glamour’. Pero se me antoja que su rostro hubiera encajado en el perfil de cualquier estrella del cine, la moda o la música. (Sin entrar, no es el momento ni el asunto, en la discriminación de sexos, el machismo o la explotación que puedan existir en esos mundos).

Entendamos que fuera una opción como la eligen muchas jóvenes que sueñan con el éxito. Legítimo es. También pudiera haber soñado con relegar su rostro en favor de su nombre entre los grandes de la Literatura. O haber protagonizado importantes avances científicos, liderado alguna gran empresa o dirigir un país…y hubiera elegido el suyo. Quizás nunca tuvo esa opción.

Y aquí me surge la cuestión. En el mundo vivimos hoy siete mil millones de habitantes. Ninguno hemos elegido ser quien somos. En ocasiones miramos a otros con envidia. Deseamos lo que no somos o lo que no tenemos. Y nos olvidamos de lo que también hemos podido ser. Una Asia Ramadan Antar. Que hoy tiene rostro y su naturaleza, sus facciones, la han sacado a la luz. Como sucedió en 2014 con Jeremy Meeks, “el preso más guapo del mundo”, cuya foto de la detención recorrió el mundo con su tez morena y unos profundos ojos verdes. (A él sí le llovieron las ofertas de las marcas para ser su imagen). Porque es de lo que hablamos, de una imagen.

Una imagen como la que conmocionó al mundo tras la bomba de Hiroshima. Una imagen como la de Sharbat Gula, la niña afgana que fue portada de la revista National Geografic en junio de 1985. La imagen de Aylan Kurdi, de tres años, yaciendo inerte en la orilla de la playa turca de Bodrum tras naufragar en su huida de otra guerra. Ahora hace un año. ¿Quién se acuerda? Son solo tres ejemplos, tres imágenes, pero son cientos de miles, millones los dramas sin imágenes. Fotografías del azar injusto. Porque nunca será justo que una vida termine sin otra oportunidad que la resignación. Pero existe una realidad innegable. La diferencia de oportunidades según el lugar en el que nacemos.

Ahora, convirtamos a cada uno de esos siete mil millones de habitantes en las bolas de un sorteo. Introduzcamos todas ellas en el mismo bombo y hagámoslo girar. ¿Qué posibilidad existe de que esa bola que extraigas vuelva a ser la tuya? ¿Qué posibilidad de volver a ser tú? Quizás no valoremos lo suficiente la suerte que hemos tenido. Porque quizás Asia Ramadán Antar nunca tuviera la oportunidad de soñar con otra realidad que no fuera la guerra. Pero tuvo la oportunidad de luchar y lo hizo. Murió, como lo haremos todos. Pero nunca será justo que una vida termine sin otra oportunidad que la resignación. Moriremos, la mayoría sin desfilar ni recibir aplausos. Pero si miramos a nuestro alrededor encontraremos muchos argumentos para sentirnos satisfechos. Porque en esa lotería que es la vida, nos toco estar donde estamos. Y se me ocurren tantos otros lugares donde no quisiera estar…

Eduardo Cabrera

Enlace al artículo original:

http://www.elconfidencial.com/mundo/2016-09-08/muere-angelina-jolie-kurda-isis-estado-islamico_1257034/

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