Podemos, los demás partidos políticos y el ciudadano

La confusión y la suspicacia me atraca en lo referente al partido político Podemos, y lo ha hecho desde el principio, desde la visión de los primeros rostros e inaugurales arquitecturas políticas. Encuentro en sus elucubrados y futuros paisajes sociales, en sus laudables y plausibles ideas, en sus conceptos de futuras ventajas ciudadanas, en ese itinerario que nos muestra y disecciona y argumentan por su organizado, cómodo y confortable salón, demasiadas puertas cerradas que no quieren abrir, habitáculos de los que no hablan, sombríos y silenciosos trasteros a los que no nos llevan y no nos exponen lo que hay dentro de ellos. Algo no veo, o algo no dejan ellos que veamos.

Consolidados como tercera fuerza política, o por lo menos eso indican y pregonan las encuestas y los consumidores de ellas, han decidido que no se presentaran a las municipales para no gastarse, no deshacerse, y prepararse para las nacionales. No lo entiendo, bueno, sí lo entiendo, han decidido que el carácter y la idea principal, la esencia enraizada de la que nació y se forjó todo, esa posibilidad de una sociedad más lógica y laudable para el ciudadano como principalidad única, no tiene cabida a nivel municipal, pueblos y municipios, y es que, parece que los nimios problemas de los lugares pequeños no tienen cabida en la agenda de Podemos, parece que no les interesa sino jugar en las Ligas Grandes. Anclados y egocéntricos en el tablero del juego de la política, sus movimientos ajedrecísticos parecen simular maneras que tanto hemos visto y reprochado y criticado en otras tantas ocasiones a otros partidos y líderes políticos.

El panorama social, por lo tanto, para el ciudadano de a pie, el de la calle, el de los 300 euros para vivir y comer y pagar la hipoteca y llevar los niños al colegio, parece cada vez más confuso, más irónico, más grotesco, más desvalido y desamparado, y es que mientras Podemos reside en la tesitura y actitud expuesta con anterioridad, la derecha se encomienda cada vez más a los recortes dinerarios, a procrear y promover diferencia y estatus sociales, así como a suprimir derechos y libertades, y a vallar y acordonar de manera más precisa y contundente el cerco donde se halla la ciudadanía, por otro lado, a la izquierda le ha dado por pasearse por los platós televisivos, perdidos y desorientados, y hacer promesas de futuras leyes. Y luego quedan los otros, los que están ahí a verlas venir, los partidos minoritarios, en algunos casos dueños y moneda para forjar los pactos, pero en definitiva mero público con asiento de tribuna.

Lo que vendrá en futuras elecciones es que, tristemente, en este país la mitad de los ciudadanos no ejercerán su derecho al voto, como hasta ahora ha ocurrido en las últimas, y no lo harán porque están hastiados y enrabietados de que al final el dinero y las ventajas y los derechos acaben en los mismos bolsillos, gobierne quien gobierne, y lo peor es que, políticos, acólitos y otros dictarán y señalarán y reprocharán a todo ciudadano que no ha acudido a las urnas dicha actitud, cuando por otro lado, la recriminación debiera dirigirse a quien estando ahí para eso y pagándosele para eso, no han sido capaces de convencerlos ni con sus promesas, ni con sus actitudes antes y después de subir al trono y al púlpito del poder.

Ósea, vuelta de nuevo a lo mismo.