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‘Canarias tiene un límite’: la esperanza posible

23 de agosto de 2025 20:01 h

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Cuenta una vieja historia que un famoso guerrero emprendió un largo viaje para conocer a un sabio maestro Zen. Al llegar a su casa, el guerrero se presentó con respeto y le pidió que le revelara los secretos de su conocimiento. El maestro lo invitó a sentarse y le ofreció té. Comenzó a servir con calma, pero cuando la taza se llenó, el maestro continuó vertiendo sin detenerse. La taza rebosó y el té comenzó a derramarse por la mesa, cayendo al suelo. Consternado, el guerrero exclamó: “¡Está llena! ¡Ya no cabe más!”. A lo que el maestro, imperturbable, contestó: “Exactamente. Así estás tú, lleno de ideas y opiniones. A menos que vacíes tu taza, no podré enseñarte nada”.

Contrariamente a lo que solemos pensar, plantea María Zambrano, no fue la sinrazón lo que condujo al fascismo a comienzos del siglo XX, sino la razón: fue cuando todo el mundo se empeñó en tener razón a toda costa cuando se hizo imposible el entendimiento. Hoy que la extrema derecha internacional está en plena ofensiva política, y la crispación y la polarización se adueñan del debate social, cabe preguntarse si una de las tareas más urgentes para el cambio social no será la de crear las condiciones para una cultura política diferente, empezando, como sugiere Santiago Álvarez, por rebajar el “tono de prédica categórica” con el que a menudo tratamos de convencer a los demás.

Vaciar nuestras tazas. ¿Puede que sea ahí donde realmente nos lo juguemos todo quienes aspiramos a transformar el mundo?

Entre la brújula y el cronómetro

El movimiento ‘Canarias tiene un límite’ se encuentra hoy ante el reto inmenso de liderar una lucha clave, en un escenario en el que las fuerzas emancipadoras se encuentran en retroceso, desorientadas, refugiadas en el malmenorismo y sin capacidad para marcar la agenda, mientras la oscuridad neoliberal-autoritaria-tecnocrática parece cernirse irremediablemente sobre nosotros. Ninguno de los cambios que están produciéndose hoy en el orden internacional tienen que ver con la irrupción de algún sistema económico que desafíe a la todopoderosa hegemonía capitalista, como pudo ocurrir en el pasado, más allá de conflictos de intereses entre élites globales que encarnan diferentes tipos de capitalismo.

Al mismo tiempo, en nuestro rincón del mundo, la Unión Europea se arrodilla ante Donald Trump, sumiéndose en la irrelevancia mientras intenta mantener una imagen de defensora de unos principios y valores que no representa (mírese por ejemplo Gaza), aumenta su presupuesto militar o recorta su agenda verde. En el plano nacional, la actualidad no es mucho más alentadora: lunes, corrupción; martes, olas de calor e incendios; miércoles, episodios xenófobos y criminalización de personas migrantes; jueves, nuevos incendios…

Encerrados en un eterno presente, incapaces de mirar más allá del ayer y del mañana, hurtados de memoria y de imaginación, la ausencia total de utopías parece haberse convertido en nuestro hábitat natural. Nos volvimos capaces de imaginar el fin del mundo de mil maneras posibles, pero incapaces de imaginar ni un solo futuro mejor.

En medio de este desolador contexto, ‘Canarias tiene un límite’ emerge como un destello de esperanza llamado no solo a marcar un punto de inflexión en nuestro archipiélago, sino a alumbrar el camino a otras luchas del siglo XXI y convertirse en un faro que arroje algo de luz en un momento en el que no disponemos de mapas y las brújulas están desimantadas.

Aunque, si hay algo más importante que la brújula, hoy es el cronómetro. Más aún: puede que el cronómetro sea la brújula. Eso es lo que plantea mi amigo Emilio Santiago, argumentando que la prioridad para nuestra generación es una descarbonización en tiempo récord desde un enfoque de transición justa, lo que implica tomar decisiones difíciles que no siempre se ajustan a nuestros espacios de comodidad ideológicos e identitarios.

Ser capaces de tejer mayorías en las que convivan posiciones diversas. Superar cualquier tipo de dogmatismo y de sectarismo. Cultivar nuestra capacidad de escucha. En otras palabras: vaciar nuestras tazas.

Regeneración ecosocial: la revolución que necesitamos

El movimiento ‘Canarias tiene un límite’, que el pasado 18-M volvió a sacar a la calle a decenas de miles de personas, ya ha logrado algo histórico: abrir, desde el 20-A de 2024, un ciclo de movilizaciones masivas que tiene en el centro de sus reivindicaciones ni más ni menos que la noción de “límites”, algo que apunta al corazón mismo del desarrollo capitalista, a saber: su necesidad de crecimiento económico ilimitado, en un planeta cuyos recursos son limitados.

Siguiendo el paradigma de la ‘economía donut’ de Kate Raworth, la noción de “límites” es fundamental para fijar unos umbrales seguros sobre los que articular un modelo económico socialmente justo y ecológicamente sostenible. Dichos límites vendrían determinados, por un lado, por un “suelo social” (satisfacer las necesidades de las personas), y por otro lado, por un “techo ecológico” (no sobrepasar los límites planetarios), estableciendo un marco que permite organizar la economía poniendo en el centro la sostenibilidad de la vida, en lugar de la acumulación de capital.

Construir un movimiento canario por la transición y la regeneración ecosocial se perfila así, a mi modo de ver, como el gran reto que tenemos por delante. La regeneración ecosocial va más allá de la sostenibilidad: no se trata solo de reducir el daño que hacemos al planeta, sino de reparar y revitalizar los ecosistemas y las comunidades humanas. Implica crear culturas que sean saludables, resilientes y adaptativas, actuando en lo ecológico, lo social, lo económico y lo cultural (para profundizar en mi visión sobre la regeneración, ver mi artículo Utopías reales en tiempos de ecoansiedad).

Si miramos más allá de las narrativas viciadas que nos ofrecen los grandes medios y plataformas al servicio del poder, encontraremos que en realidad nos sobran referentes. Solo en el Estado español, el documental AlterNativas. Construyendo Futuros Posibles (en cuya promoción he tenido el privilegio de trabajar en los últimos años) o más recientemente HOPE! La Serie, son maravillosos ejemplos de esa regeneración ecosocial que necesitamos.

Hacer la esperanza realidad es posible, pero pasa por entender las contradicciones no como tal, sino como polaridades a integrar. La vaina, tal y como expresaba un usuario en internet (¡aviso, unpopular opinion!), es que el ecologismo lleva tantos años en modo “frenarlo todo” porque ese “todo” era destrucción, que ahora cuando toca construir nos coge con el automático puesto. Sin embargo, para que ‘Canarias tiene un límite’ logre construir un frente social amplio que lo cambie todo, necesita superar uno de los eternos desafíos de la izquierda: necesita ser capaz de integrar las tres almas de las luchas emancipadoras ―la revolucionaria, la reformista y la rebelde.

Y debe hacerlo desplegando, al menos, tres líneas estratégicas clave: en el plano social, articulando territorialmente un movimiento fuerte, generando alianzas interseccionales (con el feminismo, el antirracismo, el derecho a la vivienda, etc.) e internacionales, fortaleciendo su presencia en los medios y sosteniendo acciones de desobediencia que conecten la lucha con la defensa de una vida digna; en el ámbito económico, tejiendo sinergias con el ecosistema de economías transformadoras —cooperativismo, agroecología, energías renovables, cuidados, finanzas éticas, etc.— como base material de una economía post-crecimiento; y en el terreno político institucional, combinando la acción local y biorregional con la capacidad de desbordar las agendas inmovilistas, construyendo soberanía de abajo hacia arriba.

Si logramos desplegar esta hoja de ruta con audacia, estaremos anticipando aquí y ahora el modelo de sociedad del mañana. En un momento como el que vivimos, de emergencia y de cancelación del futuro, hoy más que nunca, la emergencia es precisamente la de darnos tiempo para imaginar la revolución ecosocial que necesitamos. Encontrémonos, con nuestras tazas vacías y con nuestra mirada atenta al cronómetro (que hoy debe guiar nuestra brújula). Recordemos aquello que decía Raymond Williams, de que “ser verdaderamente radical no es hacer la desesperación convincente, sino la esperanza posible”.

El futuro está por escribir. Atrevámonos a soñar.

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