Galletas de la suerte

Galletas de la suerte. Leandro Betancor Fajardo.

Leandro Betancor Fajardo

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Ninguno de los dos autoproclamados inventores de las famosas galletas de la suerte nació, como falsamente se cree, en China. Fue en Estados Unidos y sucedió mucho antes de que las etiquetas “Made in China” apuntaran al inicio de la globalización económica del mundo. 

Seguro que estos genios del marketing de principios del siglo XX no soñaron con que su pequeño y hasta poético invento de meter mensajes de sabiduría popular o románticas profecías sobre salud, dinero y amor dentro de una galleta llegara hasta nuestros días, ya bien entrando en el XXI. 

A las Cookies Fortune, anglicismo con el que son conocidas mundialmente, se sumaron décadas después otros productos que escondían o enseñaban frases escritas, sorpresas y regalos, rasca y gana, números o claves para jugar por una mayor recompensa a la fidelidad del consumidor. 

A nuestras coordenadas y a nuestros días llegaron hace tiempo los sobres de azúcar de una conocida marca canaria de café, ilustrándonos en su exterior con la riqueza del léxico canario, a veces tan olvidado. 

Hoy se sienta en la gran mesa de la Real Academia de la Lengua, por primera vez en la historia, una canaria, la filóloga tinerfeña Dolores Corbella. Quiero imaginar que, de todas sus aportaciones a la causa de la defensa de nuestra riqueza lexicográfica, Dolores llevará a sus primeras reuniones en Madrid una saca de esos sobres de azúcar. 

Imagino también, porque la imaginación da para mucho, la cara amarga de Arturo Pérez Reverte al endulzar su cortado mientras lee TOLETE en uno de esos sobres. 

Yo propondría a todas esas empresas que aún fabrican galletas con frases, sobres de azúcar, refrescos o yogures con mensajes en las tapas... se pusieran de acuerdo, por una vez, para escribir en todos ellos lo mismo. Y hoy no se me ocurre mejor oración que la pronunciada por el fallecido Julio Anguita, tras perder a su hijo periodista en 2003 en la guerra de Irak: “Malditas sean las guerras y los canallas que las hacen”. 

Aunque lo esperable, por desgracia, es que cualquiera de ellos nos regale el archiconocido y resignado mensaje que a casi todos siempre nos salía: “sigue probando tu suerte”. 

Sigamos rascando pues… hasta que ganemos. Esta y todas las guerras.

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