El paseo marítimo de Palma muda su piel para reconectar el puerto con el corazón de la ciudad
El pasado 10 de noviembre, las principales autoridades de las Illes Balears y de Mallorca –la presidenta autonómica Marga Prohens; el alcalde de Palma Jaime Martínez; y Llorenç Galmés, presidente del Consell Insular– pisaban junto al ministro de Fomento –Óscar Puente– la nueva piel de la vía que abraza tres kilómetros y medio de costa: el Passeig Marítim. No era un paseo cualquiera. La sonrisa que lucía aquella mañana Javier Sanz, el máximo responsable de la Autoritat Portuària de Balears, el organismo que gestiona la fachada marítima de la capital, era proporcional a la magnitud de los tres años de trabajo que terminaban. Una inversión de 63 millones de euros para conectar el motor histórico de Palma –su puerto– con el resto de una ciudad cada día más cercana al medio millón de habitantes.
“No ha sido un proyecto de una idea o gran diseño. El concepto que más me gusta utilizar es el de ordenación. Nos enfrentábamos a un espacio ya existente… que estaba desordenado en sus usos. El reto era –siguiendo las directrices marcadas– reequilibrarlos”, explica Enrique Pérez, uno de los ingenieros del Grupo Typsa. Esta empresa –que estuvo detrás de obras como la Expo de Sevilla, la reforma del Santiago Bernabéu o la remodelación de aeropuertos en países como Brasil o Arabia Saudí, además de bases navales, líneas de tren y metro, presas hidráulicas, carreteras…– ejecutó en Palma los planos que se trazaron en el estudio de arquitectura JAMLET, la prestigiosa firma que dirigen el ibicenco Elías Torres y el catalán Antonio Martínez Lapeña.
“En el paseo marítimo”, continúa el ingeniero Pérez, “había una preponderancia del tráfico rodado: se había convertido en una avenida más de Palma con mucha actividad (hoteles, locales comerciales, el Auditòrium) sin dejar de ser una vía de tráfico importante. Y, a la vez, la primera línea nunca ha dejado de ser una marina en la que atracan barcos de muy distinta índole”.
En el paseo marítimo había una preponderancia del tráfico rodado: se había convertido en una avenida más de Palma con mucha actividad (hoteles, locales comerciales, el Auditòrium) sin dejar de ser una vía de tráfico importante. Y, a la vez, la primera línea nunca ha dejado de ser una marina en la que atracan barcos de muy distinta índole
Observar la evolución del Passeig Marítim de Palma es una forma de leer la historia contemporánea de la ciudad. A principios del siglo XX, la bahía era una línea irregular, poco menos que una sucesión de acantilados sin excesiva altura. Hacia las décadas de los cincuenta y sesenta, la edificación de la primera línea le había ganado metros al mar. En los setenta, el dominio del automóvil tiene su correspondencia en un paseo marítimo convertido en una autovía de seis carriles por la que se puede atravesar la capital balear de punta a punta. Salvando las distancias, ese es el aspecto que tenía la costa antes de esta reforma integral. Del blanco y negro al color, la fachada marítima se fue deshumanizando. Ahora ha iniciado el camino opuesto.
Espacios agradables y eficientes
“Eran muy importantes asuntos como definir qué anchura va a tener la acera del lado tierra y qué anchura va a tener la acera del paseo propiamente dicho. Para conseguir la reconexión del puerto con la ciudad necesitábamos crear espacios humanos para el esparcimiento de los vecinos; para que puedan caminar, ir en bicicleta, disfrutar de su tiempo libre en un entorno agradable y sostenible”, explica Pérez, haciendo referencia a los 1.820 árboles que se han plantado en las enormes zonas peatonales y a las eficientes bombillas LED que las iluminan cuando cae la tarde. El ingeniero subraya también la importancia “de eliminar todas las barreras que, con el crecimiento de la ciudad, habían ido surgiendo”.
Con estas mejoras, cruzar el nuevo paseo marítimo resulta mucho más fácil: cada cien metros, hay un paso de zebra. “El propio tráfico rodado”, cuenta Pérez, “ya suponía era una barrera”. “Había tres carriles en cada sentido y grandes franjas de aparcamiento. Nos ha ayudado que el Ajuntament de Palma lleve ya años trabajando en la misma dirección, disponiendo, por ejemplo, escaleras y ascensores en el barrio de El Terreno para que sea más sencillo acceder al puerto”, añade.
Con las mejoras, cruzar el nuevo paseo marítimo resulta mucho más fácil: cada cien metros, hay un paso de zebra
Otro de los retos mayúsculos a los que se enfrentaban los técnicos que han trabajado en el nuevo paseo marítimo era mejorar los sistemas de drenaje. El cambio climático y la mutación en tormentas todavía más salvajes de las gotas frías que golpean al Mediterráneo al final del verano y comienzo del otoño demandaban optimizar la evacuación del agua para prevenir episodios como los vividos el pasado octubre en el puerto de Eivissa.
“Este tipo de inundaciones en los puertos mediterráneos son complejas de gestionar: los paseos marítimos son puntos bajos a los que no sólo les llega agua de su propia cuenca, sino de otros puntos que allí convergen. Por eso, aprovechando esta remodelación, se ha mejorado significativamente el drenaje. La evacuación del agua es un asunto amplio que atañe a varias Administraciones. Por ejemplo, las estaciones de bombeo dependen de Emaya [la empresa pública que se encarga de gestionar el ciclo integral del agua en el municipio de Palma]”, detalla Pérez.
Escuchar a la ciudadanía
Una de las líneas maestras de la APB consiste en fomentar los procesos participativos para que la ciudadanía no vea el frontal marítimo de Palma como un territorio ajeno. ¿Con esa política ha sido suficiente para cambiarle la cara al Passeig Marítim sin poner patas arriba la cotidianidad de las personas que residen o trabajan en sus inmediaciones? “Es muy interesante”, responde el ingeniero del Grupo Typsa, “analizar cómo se trabaja cuando los empresarios y residentes, a través de sus patronales y de las asociaciones de vecinos, participan de forma activa en la toma de decisiones. Les hemos escuchado para adecuar nuestro calendario de trabajos a sus necesidades. Por ejemplo, acometiendo las mejoras en un tramo concreto justo cuando una serie de negocios se tomaban vacaciones o terminaban su temporada turística”.
Ese espíritu queda reflejado en una de las pestañas –Interesados en ti– de la web que, cuando la gran obra comenzó, lanzó APB para relatar todos los detalles del proceso. A través de un formulario, cualquier ciudadano podía informarse de los avances de la reforma y de los puntos que se trataban en las comisiones de seguimiento que se fueron convocando para conocer las inquietudes de todos los colectivos que podían verse afectados cuando se encendieran los motores de la maquinaria pesada. Hoy, todos esos actores disfrutan de un Passeig Marítim que ha recuperado su cordón umbilical con el centro de Palma y sus barriadas marítimas más emblemáticas: Porto Pi, El Terreno, es Jonquet, Can Pere Antoni, es Portitxol, el Molinar.
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