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La reapertura del comercio despunta en la capital grancanaria bajo las medidas de seguridad: “Cada tienda tiene su protocolo en marcha y la gente está concienciada”

En la zona de Triana, una de las más conocidas zonas comerciales de la capital Gran Canaria, ha reabierto la mayoría de los comercios.

Iván Alejandro Hernández / Adrián Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

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Una semana después del inicio de la fase 1 en Gran Canaria, y del levantamiento de las restricciones de superficie a las tiendas y a aquellas con una superficie inferior a 400 metros, en las zonas comerciales de la ciudad capitalina, como la calle Triana o la avenida José de Mesa y López, las sensaciones son positivas y los trabajadores destacan el civismo de la clientela, aunque mantienen la prudencia y la preocupación.

“Cada comercio tiene su protocolo en marcha y la gente está concienciada, guardan la distancia de seguridad y esperan en la cola cuando es necesario”, asegura el gerente de la asociación de empresarios Zona Comercial Abierta Triana, Eduardo Peñafiel, quien estima que ya el 80 o el 90% del comercio minorista ha reabierto en la calle de la capital grancanaria.

Entre los requisitos de la orden publicada por el Gobierno central para los comercios, se fijaba que el aforo permitido sería del 30% (incluidos los trabajadores) y que debía garantizarse una distancia mínima entre personas de dos metros. Y, si las dimensiones del espacio no lo permiten, solo podrá estar dentro del local una persona. Además, tiene que haber un horario de atención prioritario para mayores de 65 años.

Una de las que reabrió desde el 11 de mayo fue el Kilo de San Bernardo, una tienda de telas con más de 50 años de historia, ubicada en la calle General Bravo, cerca de Triana. Antonio González, que trabaja en el comercio desde hace 36 años, explica que al principio tenían “miedo”, sobre todo cuando vieron la calle de Triana atestada de gente al inicio de la primera etapa, “fue algo inaceptable”. Ahora, dice que ya la circulación de gente se ha normalizado y sus clientes, muchos de ellos fijos, les han dado las gracias por volver a abrir sus puertas.

Ahora mismo están trabajando cinco de los diez empleados que tenía esta tienda antes de la crisis generada por la COVID-19 y lo han hecho “de forma coordinada”, siguiendo los protocolos establecidos en cuanto a distancias y medidas de seguridad. Además, todos los empleados usan equipos de protección y destacan que lo que más se vende son precisamente telas para fabricar mascarillas.

Además de la reapertura de los pequeños comercios, Peñafiel destaca que, desde que este lunes se levantó la prohibición de abrir los locales de más de 400 metros, las tiendas pertenecientes a grandes cadenas, como Zara o Mango, también han reabierto en Triana y han llegado incluso a ser las que mayores ventas consiguieron de su grupo en el ámbito nacional debido a la continuación de la fase 0 en Barcelona y Madrid. Es importante destacar que, aunque en la Zona Comercial de Triana sigue habiendo muchos pequeños comercios, la calle mayor está dominada por franquicias y otras empresas multinacionales.

A medio plazo, Peñafiel cree que los clientes pueden “tardar un poco en acostumbrarse a estar de nuevo en espacios cerrados”, lo cual le podría dar a las zonas comerciales abiertas una ventaja sobre los centros comerciales cerrados.

Otro de los míticos comercios de Triana que reabrió desde el 11 de mayo fue Guirlache, dedicada a la elaboración y venta de dulces, pasteles, helados o bombones. Pedro Rodríguez, un trabajador de la empresa, explica que la preocupación reinaba cuando volvieron a abrir sus puertas, a pesar de que habían mantenido las ventas a domicilio. Ver a tanta gente en la calle al principio después del confinamiento “asustó”, pero asegura que ha regresado la normalidad o, al menos, vuelve poco a poco una nueva normalidad, aunque mantiene la preocupación y la prudencia.

Cinco de los nueve trabajadores que tiene esta tienda volvieron a sus puestos en horario reducido; el interior permanece cerrado y se atiende prácticamente en la puerta mientras los clientes esperan haciendo cola en la entrada. “El 95% respeta las medidas, solo un 5% se queja o considera innecesario usar geles o guantes”, asegura.

Además, explica que al dedicarse a producir dulces o helados, ya tenían establecidas unas medidas de higiene estrictas que ahora se han incrementado, “con mascarillas o guantes” que usan todos los empleados. A su vez, destaca “la importante labor” realizada por la asociación de empresarios Zona Comercial Abierta de Triana “de asesoramiento, detallando los procesos a seguir”.

Sin embargo, no todos los trabajadores han tenido a su disposición protocolos de actuación o equipos de protección, ya que algunas, sobre todo las pequeñas empresas, han tenido que establecerlos y adquirir con sus propios medios el material necesario. Es el caso de la tienda infantil Dibu Planet. Aday Sánchez explica que para entender cómo debía volver a abrir las puertas del comercio “leí el Boletín Oficial del Estado”; así, contrataron una empresa para que desinfectara la tienda; tiene señalizadas las distancias frente al mostrador; tanto él como la otra empleada usan mascarillas y guantes y facilitan a los clientes gel hidroalcohólico. “Al principio sentía miedo, pensando que sería peor, que habría menos clientela, pero acuden los habituales porque durante el confinamiento la ropa de los niños se ha quedado pequeña o necesitan alguna cosa. También ayuda que estemos ubicados en Triana, que es un punto clave del comercio”, añade Sánchez.

En la avenida José de Mesa y López, la principal superficie comercial de la zona, el Corte Inglés, permanece prácticamente cerrada mientras a su alrededor continúan las obras de peatonalización. En una calle colindante, la tienda de ropa deportiva Estadio Sport atiende al público. “Espere un momento, por favor”, dice el encargado Aythami Martin mientras corre la cinta roja a la entrada. En el mostrador puede leerse “aforo máximo de cuatro personas” o “prioridad mayores de 65 años”.

Martin explica que también reabrieron el 11 de mayo con cinco de los 13 trabajadores que tiene la tienda. Fue la empresa la que fijó el protocolo y facilitó el material a sus trabajadores, que piden a sus clientes que se laven las manos con gel hidroalcohólico cada vez que les permiten la entrada. Además, desinfectan los probadores y la ropa que se prueban los consumidores las ponen en cuarentena durante dos días. Las prendas de los trabajadores también las lavan cada día al volver a casa.

“Los primeros días fueron agobiantes y la gente al principio no se tomó muy bien tener que hacer cola, pero ahora la mayoría de los clientes lo aceptan” y añade que tanto los trabajadores como los clientes se han adaptado “rápido” y, aunque “las ventas no están siendo para tirar cohetes, es algo”.

Ahora, Martín dice que están esperando a que el Gobierno central publique la orden en el Boletín Oficial del Estado que obligue a usar las mascarillas en espacios cerrados y abiertos en los que no se pueda mantener la distancia mínima de seguridad, porque por ahora, solo pueden limitarse a recomendarlas.

Por otro lado, el gerente de la asociación de empresarios Zona Comercial Abierta Triana celebra el paso atrás del Gobierno central respecto a la prohibición de las rebajas para que las empresas se puedan deshacer de sus excedentes. Peñafiel añade que la prohibición estaba basada en “una visión antigua de las rebajas” y asegura que las masificaciones que se daban son “una cosa del pasado”.

Sobre la Fase 2, a la que el Gobierno de Canarias espera que entren todas las Islas después de que pasaran este lunes La Gomera, El Hierro y La Graciosa, Peñafiel dice que marcará la fecha de apertura para muchos locales de restauración, pero que algunos esperarán hasta principios del mes de junio porque “hay ciertos aspectos en el aire, como la aplicación de los ERTE”. Añade que por ahora los restaurantes, bares y cafeterías están pendientes de las acciones del ayuntamiento para autorizar más espacio de terraza y que los hosteleros están “pensándose mucho la reapertura”.

La recuperación será desigual, y para algunos no será

Juan Manuel Socas, el presidente de la Confederación Canaria De La Pequeña Y Mediana Empresa (Cecapyme) matiza que los negocios reabren “a ritmos dispares”. Socas asegura que en zonas comerciales de Las Palmas de Gran Canaria o en Vecindario las tiendas han recuperado la actividad, pero en las zonas turísticas permanecen “a cero” y sin visiones claras de mejora.

Entre negocios también hay desigualdad en la desescalda: “Hay que diferenciar entre las grandes empresas con capacidad financiera para invertir en medidas higiénicas, como descontaminar la ropa y los vestidores”, dice Socas. “Esa espalda financiera no la tiene el pequeño. Entendemos que las restricciones están marcadas por expertos sanitarios y no las discutimos, pero está claro que a muchos comercios los van a mandar al cierre.”

A medio plazo, el representante de las pymes advierte del impacto del desempleo en el consumo, ya que “hay 200.00 parados más que ahora mismo el dinero lo van a usar para cosas de primera necesidad”.

Socas pide prolongar los ERTE para que los empresarios puedan devolver al trabajo a parte de su plantilla dependiendo de la demanda. “Si no ampliamos los plazos del ERTE, le estamos poniendo una soga al cuello al empresario y obligándole a sacar a todos sus empleados aunque igual la demanda no está recuperada más de un 20 o un 30%”, dice. En el sector turístico ve “señales prometedoras” respecto a la prolongación de los ERTE, pero pide que esta medida se extienda también a los empleos indirectamente dependientes del turismo, como los de las empresas proveedoras de los hoteles.

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