Las reuniones familiares en Navidad, el caldo de cultivo para una nueva ola de contagios en las Islas
Marina (nombre ficticio) vive con su madre y su abuela en una casa cerca de La Laguna, Tenerife. En el otro punto de la isla, Arona, reside su hermano, que ha cogido unos días de vacaciones para pasar la Navidad junto a su familia. Y en la isla más oriental del Archipiélago, Lanzarote, trabaja Juan, padre de Marina que también volverá durante estas fechas a la residencia familiar. Esta es la tónica que seguirán en las próximas semanas decenas de miles de personas en Canarias tras un año tumultuoso. El Gobierno regional ha aprobado un plan que permite las reuniones de 6 ciudadanos (4 en Tenerife) y un máximo de 10 los días 24, 25 y 31 de diciembre y 1 y 6 de enero. Se trata de un marco aún más restrictivo que el del Ministerio de Sanidad, al que se han acogido la mayoría de las autonomías. Sin embargo, media decena de rastreadores del Servicio Canario de Salud (SCS) avisan: estas son la clase de reuniones que están provocando el mayor número de contagios. De ahí la señal de alerta y el vaticinio de una posible tercera ola en enero.
“Es entre las familias donde estamos viendo más infectados. No vemos nada en los colegios y el trabajo. Y el plan de Navidad es un riesgo, porque permite que las personas vengan de la península y se reúnan alrededor de una misma mesa”, apunta una fuente interna. El Ejecutivo regional tiene intención de sufragar test antiCOVID a todos los estudiantes y residentes canarios que viajen a las Islas. Hasta el momento no se sabe más allá de eso y existen contradicciones entre los profesionales sanitarios, que ven la PCR o la prueba de antígenos como una foto fija que no garantiza nada, mientras otros sí creen que pueden ayudar a prevenir la expansión de la enfermedad.
Test de por medio o no, el debate vuelve a las reuniones familiares, donde no existe forma de vigilar quiénes cumplen las normas. Sanidad ha delegado la responsabilidad en los ciudadanos. Serán ellos quienes determinen qué es o no un allegado. Serán ellos quienes asuman o no las restricciones. “Nadie va a ir a una casa a mirar. No hay efectivos suficientes”, destaca otra fuente, que también señala cierta relajación en las Islas por la favorable situación epidemiológica en comparación con el resto de España. “Vemos que no se están cumpliendo las recomendaciones. No podemos poner un policía al lado de cada canario. En un restaurante, por ejemplo, podemos poner un ojo sobre las medidas. Pero fuera de ahí…”.
El consejero de Sanidad, Blas Trujillo, indicó a finales de octubre que el 85% de los casos de coronavirus se dan en las reuniones familiares. Así ha sido la tendencia en la isla más afectada por el virus, Tenerife, donde el Gobierno autonómico ha impuesto un toque de queda a partir de las 23:00. La transmisión no se está concentrando en fiestas, ocio nocturno ni restaurantes. Los aeropuertos y puertos tampoco están siendo entrada del virus. Pero la diferencia con respecto a agosto es clara: “Antes la gente te refería a 4 o 5 contactos. Ahora detectamos un contagio y te derivan a otras 15 personas. Acabo de tener un caso de una reunión en la que se juntaron 15 individuos”, explica un rastreador. Y agrega: “También se están adelantando las cenas de Navidad. Hemos visto cenas de empresa que se han adelantado para evitar las limitaciones. Están haciendo precisamente lo que se quiere evitar”.
Los focos sobre la transmisión se han puesto en distintos espacios desde el inicio de la pandemia. Uno de ellos fue el ambiente educativo, en el que había gran incertidumbre y al final se ha demostrado que son un lugar casi seguro. Apenas se están produciendo brotes entre alumnos y profesores. Según los últimos datos de la Consejería de Educación, solo 20 grupos escolares permanecen en cuarentena en el Archipiélago, un 0,1% de los más de 17.000. Los profesionales de salud pública atribuyen esto a que en los centros se mantiene la guardia y no impera la relajación. Entre amigos y familiares no ocurre lo mismo. “Estas reuniones nos preocupan mucho. Lo hemos visto con los compañeros de una clase, que organizan fiestas y aprovechan para verse ahora”, detallan. El dolor de cabeza también llega por los “puntos estratégicos” en los que están distribuidas las cenas de Navidad: cada siete días. Tiempo suficiente, afirman, para contraer la COVID-19, incubar el virus y esparcir la enfermedad. Los rastreadores repiten dos palabras por encima de todo: “Concienciación individual”.
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