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Las curtidurías de Derb Chouwara

Trabajadores sumergen las pieles en las pozas para su teñido en las curtidurías medievales de Fez. VIAJAR AHORA

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El cauce del Oued Fes sirve de cloaca natural a una ciudad que ha enclaustrado al río entre paredes verticales ciegas que impiden ver un cauce de color marrón indescriptible. El agua, al chocar con los obstáculos lanza al aire girones de espumas sucias que, de vez en cuando, superan los muros. El río no se ve, pero se huele. Cuando el camino que media entre los zocos que rodean a la Mezquita de la Karauiyine y el barrio de los andaluces se vuelve más o menos llano es que estamos cerca. Algunas callejuelas el viajero percibirá un fuerte olor a sentina que taladra el olfato. Después oirá el agua saltarina tras las tapias. A los más altos les bastará con ponerse de puntillas para verlo ahí abajo, corriendo sucio y veloz hacia el oeste. No es esta una ribera al uso. Los edificios se amontonan encerrando al agua entre paredes que suben en terrazas y escalones quince o veinte metros formando un mosaico cubista en el que cuelgan los pellejos que se secan al sol (ver guía de Marrakech).

Las curtidurías se situaron a orillas del Río Fes desde la Edad Media para aprovechar los efectos limpiadores de una corriente que arrastra fuera de la ciudad todas las inmundicias de la medina y los residuos de una de las industrias más íntimamente ligadas a la historia de Fez. Aquí se labró, durante siglos, gran parte del prestigio comercial de la ciudad santa de Marruecos. Las tenerías de Chouwara son las más antiguas de la urbe y, según los propios artesanos que trabajan las finas pieles bereberes, las más importantes de todo el norte de África. Esta complicada maraña de pocetas donde se curten y tintan los pellejos de dromedario, vaca, oveja y cabra se construyeron en el siglo XIII y, desde entonces, son el epicentro de una de las actividades artesanales de mayor peso para la actividad comercial fesí.

Las tenerías pueden visitarse por una propina (no inferior a los 50 dirhams por persona) aunque una buena forma de verlas desde un punto de vista privilegiado es subir a las terrazas de las numerosas tiendas de artículos de cuero que, siguiendo con las costumbres gremiales, se concentran en los límites de esta olorosa y plástica industria. Las tiendas no cobran entrada, aunque los visitantes serán tentados por los vendedores para que se lleven algún recuerdo. Hay que señalar que el mejor cuero de Fez (y a muy buenos precios) se vende en estas tiendas. Hay otras tenerías de menor tamaño cerca del Palacio Al-Nejmjarine pero no son tan espectaculares ni tan famosas como las de Chouwara.

El proceso

Las pieles más apreciadas por los artesanos marroquíes son las de dromedario y cabra, considerándose las de vaca y oveja como de calidades inferiores. El primer paso del proceso es el lavado de los pellejos en agua y su limpieza de cualquier resto de carne o pelo. A éste último se le denomina ‘lana muerta’ y se utiliza para el relleno de cojines y colchones. Una vez limpia, la piel se sumerge durante un periodo variable (según la naturaleza de la misma y que va desde un mes –camello- a una semana –cabra-) en una mezcla de agua, excrementos de paloma y orines de vaca (por su alto contenido en potasio) para que se logre el curtido. Este proceso convierte los cueros crudos en ‘tejidos’ suaves y flexibles. Este proceso es el responsable del olor desagradable que emiten las curtidurías.

Previo al teñido, se hace una revisión concienzuda de las piezas para eliminar los últimos restos de pelo. Acto seguido, se sumergen las pieles en las pozas para su tintado. Para obtener los colores se utilizan diferentes especias, minerales y elementos vegetales. Un ejemplo claro de este proceso es la obtención del color amarillo, que se consigue después de sumergir, macerar y remover las pieles en una mezcla de agua, flores de mimosa y cúrcuma (antes se hacía con azafrán pero ahora es muy caro). El rojo se logra mediante la mezcla de agua y una pasta de amapolas. Las pieles tintadas se secan al sol en las terrazas que rodean a esta fábrica de la Edad Media y pasa a los artesanos de marroquinería, quienes convierten los pliegos de cuero curtido en babuchas, cojines, bolsos o magníficas cazadoras.

Cómo llegar: Acceso desde Plaza Al-Seffarine por Derb Chouwara

Comer cerca de las Curtidurías: Palais Amani (Dirección: Derb el Miter, 12; Tel: (+212) 535 633 209; E-mail: contact@palaisamani.com) es una de las referencias de la alta cocina marroquí en la ciudad. El precio es un poco elevado para la media de la ciudad, pero merece la pena.

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