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Pequeña Guía de Faial: dos días en la joya de Las Azores

Unos caballos pacen tranquilos en la campiña de Faial. Al fondo puede verse Pico, máxima altura de Azores y de Portugal.

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El Peter Café Sport (José Azevedo, 9; Tel: (+351) 292 292 327) es un símbolo que trasciende fronteras, razas y creencias. Este pequeño bar se encuentra a dos pasos del pequeño puerto de Horta, capital de la isla. Este lugar es un verdadero mito para navegantes de todo el mundo y aún simboliza aquellos años dorados de la navegación en los que las Azores eran un punto de escala obligada para los barcos que iban desde Europa hasta las costas de Norteamérica. Y también para los balleneros que peinaban estas aguas en busca del mítico leviatán; el cachalote (el avistamiento de cetáceos es una de las actividades tradicionales que puedes hacer aquí). El Sport es famoso por varios motivos. Uno de ellos es el de tener una de las mayores colecciones mundiales de ‘Scrimshaw’, pequeñas obras de arte esculpidas o grabadas sobre marfil de cachalote (mandíbulas y dientes). Pero lo que hizo famoso al Sport fue su función como oficina postal para navegantes. Hasta aquí llegaban cartas de todo el mundo dirigidas a los marineros y éstos, a su vez, las dejaban en el bar para que los barcos las llevaran a sus destinos. Hoy, en la época de Internet, la función postal sigue manteniéndose como una reminiscencia de nostalgia entre navegantes a vela. Otra cosa que ha cambiado en Faial, que es el nombre que recibe esta isla perteneciente al Archipiélago de Las Azores, es que se puede llegar en avión desde la lejana Lisboa o desde las vecinas islas de Corvo, Flores, São Miguel y Terceira.

Faial es una de las islas del grupo central (junto a Terceira, Graciosa, São Jorge y Pico) de las Azores. Apenas cuenta con 173 kilómetros cuadrados de superficie y su población no llega a los 15.000 habitantes. Es un trocito de tierra volcánica muy fértil cubierta de un verde esmeralda profundo. Una isla alta que supera los 1.000 metros de altura en el Cabeço Gordo y que es un balcón privilegiado sobre la vecina isla de Pico y su famoso volcán (del mismo nombre) que con sus 2.351 metros de altitud sobre el nivel del mar es el punto más alto de Portugal. Desde el puerto de Horta hasta el de Madalena (en Pico) apenas median nueve kilómetros que se salvan en una travesía de 25 minutos (Atlantico Line). No es mala idea aprovechar la estancia para darse un salto y conocer otra de estas nueve joyas que forman Azores.

Un paseo por Horta.- La capital de la isla es un lugar de culo inquieto. Pese a no ser más que un pueblecito grande es bastante animada y con una visa social y cultural bastante activa. Los puntos de interés más importantes se aglutinan en torno a su puerto que es una visita más (puedes pasar un par de horas mirando los murales de colores pintados por las tripulaciones de los barcos de vela que llegan hasta aquí desde las dos orillas del océano). Ahí mismo tienes dos de los edificios históricos más importantes de la ciudad: el Fuerte de Santa Cruz de Horta (Plaza Infante Dom Henrique) y la Iglesia de Nuestra Señora de Las Angustias (Rua Das Angustias). Aquí también te vas a encontrar con la Playa de Porto Pim, que ocupa la parte interior de un bonito istmo que une la ciudad a una pequeña caldera volcánica desde la que hay buenas vistas de la ciudad y de la vecina Pico (no dejes de subir hasta la Ermita de Nuestra Señora de Guía).

Ya te hablamos del Sport, por lo que seguiremos hacia el puerto nuevo a través de la Avenida 25 de Abril, que sirve de paseo marítimo de la ciudad. Horta es bonita. Las casas de estilo portugués de una o dos plantas (muy parecidas a la de las Islas Canarias) dominan un paisaje urbano chato en el que abundan las pequeñas plazas, los parques y los jardincillos (como la Plaza de La República o el Jardín Florencio Terra, adornado con la bonita Torre del Reloj). Otro lugar desde dónde puedes observar la ciudad en todo su conjunto es el Mirador del Monte Carneiro, con vistas alucinantes a la vecina Pico. Eso sí, hasta aquí arriba tienes que venir en coche porque la subida es brutal.

Recorriendo Faial.- Lo primero que hay que decir es que para ver bien la isla es necesario pasar aquí alguna noche. Con dos días es suficiente pero con tres te puedes recrear. Eso sí, el coche de alquiler es necesario sí o sí para evitar las grandes caminatas. La compañía local Isla Verde tiene precios razonables (unos 35 euros por día un coche de gama media) pero tienes que reservar con tiempo porque hay pocos vehículos en la isla. Las distancias en Faial son cortas pero hay muchísimos recovecos y vas a querer parar cada poco para hacer fotos. Hay dos recorridos clásicos. El primero es la vuelta completa a la isla (apenas son 60 kilómetros de buenas carreteras) y el segundo es la subida hasta la Caldera de Cabezo Gordo (15,5 kilómetros desde Horta). Ambas se pueden combinar en una sola jornada maratoniana, pero conviene tomarse el tiempo de poder caminar y disfrutar de los encantos naturales de la isla.

En la ruta circular los lugares de interés más importantes son las Piscinas Naturales de Castelo Branco (junto al aeropuerto);  el pueblecito de pescadores de Varadouro (aquí te puedes pegar un par de horas viendo cosas y dándote un remojón en sus piscinas naturales); el entorno del Volcán de Os Capelinhos; los impresionantes bosques de Cabeço do Canto; el área de Praia do Norte (aquí te puedes recrear en los inmensos bosques que cubren lo que aquí llaman el Norte Pequeño y bajar hasta las playas salvajes y volcánicas de la Fajá) y el Faro de Ribeirinha. Pero también es interesante ir parando en los pequeños pueblos que, a modo re rosario, jalonan la fachada norte de la isla a lo largo de la carretera EN1-1A. Aquí podrás ver las diferencias entre la Faial más salvaje del Norte Pequeño, con esos impresionantes bosques de Laurisilva que cubren grandes extensiones de terreno, y las laderas domadas por el hombre que son un auténtico mosaico de prados y campos de cultivo entre los que se cuela, de vez en cuando, manchas de bosque nativo. Este es un buen lugar para recrearse en el buen gusto de los pueblos locales adornados, casi siempre, con enormes bosquetes de hortensias que dan un toque azul al paisaje. No dejes de parar en lugares como Cascalhos, Cedros o Salao para meterte por sus caminos secundarios y disfrutar de la campiña de Faial. Muy cerca de Cedros, por ejemplo, tienes un camino que lleva hasta Porto de Eira, unas pequeñas instalaciones de carga y descarga situadas al pie de los acantilados. ES un buen lugar para ver como los campos de cultivo llegan hasta el borde mismo de los cantiles.

La otra ruta clásica en la isla es la que sube hasta la cima de la Caldera del Cabezo. La carretera para llegar hasta aquí es ya todo un espectáculo pero lo que nos espera en la cima de la isla es ya algo sublime. Esta enorme caldera de origen volcánico es uno de los socavones de este tipo más grandes de las Azores. Tiene unos 1.450 metros de diámetro y una profundidad que supera los 400 metros en algunos de sus puntos. Tienta bajar pero no es aconsejable. Eso sí no dejes de recorrer parte del borde de este cráter monumental y, si tienes tiempo y buenas piernas, acercarte hasta el Cabezo dos Trinta, un pequeño cono volcánico cubierto de bosque que es una verdadera pasada. La carretera secundaria que recorre a media altura la fachada norte de la isla también nos acerca a varias reservas forestales en las que puedes hacerte una idea de cómo debió ser el lugar antes de las roturaciones agrícolas y la llegada del ganado. Las más interesantes son las de Cabouco y Da Falca (ambas con acceso desde la EN2-2A).

Fotos bajo Licencia CC: Richard Tanguy; Vitor Oliveira; Hervé; Guillaume Baviere; Navin Rajagopalan

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