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Sobre este blog

'Cántabros con Historia' es un blog en el que intentaremos sacar brillo a los logros de todos esos personajes ilustres por cuyas calles paseamos a diario sin tener ni idea de cuáles fueron sus méritos. En los textos que siguen intentaremos trazar la biografía de unos hombres y mujeres que, desde una pequeña tierra en el norte de España, contribuyeron con sus aportaciones al desarrollo de la ciencia, la literatura, la política o el arte. Este blog, patrocinado por la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria, está escrito por el periodista Miguel Ángel Chica y tiene como única pretensión reivindicar su memoria, para que sus nombres permanezcan en el recuerdo. Los estudiantes del Ciclo Formativo de Técnico Superior en Ilustración de la Escuela de Arte número 1 de Puente San Miguel son los encargados de retratar, a través de distintas técnicas pictóricas, a todos los protagonistas.

Todas las vidas de Buenaventura Rodríguez Parets

Ilustración de Buenaventura Rodríguez Parets. | MAC MAGEX

Miguel Ángel Chica

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A ciertas personas no les basta una vida. Ciertas personas son como un eclipse: se ocultan, reaparecen, y cuando reaparecen no son del todo las mismas personas, un velo los opaca y entonces nos preguntamos si no fueron siempre una máscara. Buenaventura Rodríguez Parets nació en Cienfuegos, Cuba, en 1860. Cuba era entonces una colonia española, una isla de maíz, tabaco y caña de azúcar en posesión de unas pocas familias de la metrópoli.

Rodríguez Parets pertenecía a una de aquellas familias de emigrantes que se establecieron en América dejando al otro lado del océano una vida sin incentivos, hombres y mujeres que cruzaron el Atlántico requeridos por la ambición. ¿Qué lleva a un hombre, a una mujer, a navegar durante meses hacia el oeste, lejos de la tierra donde ha sepultado a sus muertos? El dinero, los sueños, la apuesta contra la fortuna para ser como aquellos que se marcharon y regresaron ricos y satisfechos. Los llamaban indianos. Se convirtieron en arquetipo. Casi héroes literarios. Negociantes de éxito.

El padre de Buenaventura Rodríguez Parets regentaba en Cienfuegos un comercio al por menor. Era una vida cómoda, feliz, una de esas vidas que en las novelas decimonónicas rompen en tragedia en el capítulo cuarto cuando un suceso imprevisto altera para siempre la vida de los protagonistas. En la familia Rodríguez Parets sucedió el cólera, que se llevó a la madre en 1870. Buenaventura tenía diez años. Su padre, demasiado viudo para ocuparse al mismo tiempo de sus hijos y sus negocios lo envió a España junto a su hermano Manuel.

Así llegó Buenaventura a Cantabria, donde comenzaba otra vida. Estudió primero en Torrelavega y después en Villacarriedo. Es posible que lejos de la isla la orfandad fuera doble. Quién sabe. Las vidas son instantes y en ellas todo es posible. En la Universidad de Oviedo estudió Derecho. Se licenció en 1883. Tenía 23 años.

Cuba, como la infancia, era un recuerdo lejano. Regresó a Cantabria. Se instaló primero en Torrelavega y después en Santander, donde iba a morir, muchos años más tarde, en 1946, en otro siglo, después de una guerra, anciano y cansado. Como todos los jóvenes quiso hacer tanto como fuera posible. Fue jurista, escritor, periodista y empresario. Investigó en las raíces de su familia para recuperar el folclore y las tradiciones de una tierra en la que no había nacido pero que le pertenecía por herencia.

Santander lo recibió como a una visita largo tiempo esperada. La ciudad fue amable con Rodríguez Parets y le permitió tener éxito en todas las profesiones que escogió. Fue decano del Colegio de Abogados, se carteaba con Menéndez Pelayo y Francesc Cambó y siempre encontró apoyos con los que llevar adelante sus proyectos. Fue un regeneracionista según los usos de la época que participó en la fundación de la Biblioteca Municipal y el Ateneo de Santander y de la Escuela de Artes y Oficios de Torrelavega.

En 1888 abrió otra vida, quizás porque la abogacía no era suficiente, compró una imprenta y fundó el periódico El Dobra, una toma de contacto primeriza con el periodismo, un negocio pero también un aprendizaje que cristalizó años después, en 1895, en El Cantábrico, el periódico más leído e influyente de la región entre finales de un siglo y principios de otro.

El Cantábrico fue la Opus Magna de Rodríguez Parets, el trabajo que lo conserva en la memoria de la tierra donde no eligió vivir pero donde quiso, en cambio, permanecer y morir. Su hermano Manuel y su hermanastro Mauricio Rodríguez Lasso de Vega intervinieron como cofundadores. José Estrañi y Grau fue el primer director. Buenaventura se reservó el puesto de redactor jefe. A los seis meses de su fundación El Cantábrico vendía 4.500 ejemplares diarios.

Era un periódico de información general, de tendencia liberal y republicana que muy pronto tuvo que dar cuenta del desastre del 98, de la pérdida de Cuba, de que Cienfuegos ya no era español. ¿Qué sintió entonces Rodríguez Parets? Como tantos otros noventayochistas quizás la amargura de comprobar que los países también mueren, que un país, en realidad, no es nada, y que una vida humana puede sobrevivir a un imperio.

En 1903 El Cantábrico inauguró una nueva redacción y unos nuevos talleres. En 1905, una nueva rotativa. Aunque siempre se consideró el periódico de la izquierda santanderina, Estrañi insistía en que El Cantábrico era “un periódico de información, no de combate, ni de propaganda, ni órgano de ningún partido”. En 1916 vendía 13.000 ejemplares diarios. En sus páginas se incluyeron siempre artículos relacionados con la cultura, la historia y el folclore de Cantabria. Muchos de ellos aparecían firmados por Víctor Rovira, seudónimo de Buenaventura Rodríguez Parets, que con el tiempo se convertiría en uno de los primeros recopiladores de la identidad y las tradiciones cántabras en libros de títulos inequívocos: Cuentos de la Montaña, Mitos y supersticiones de la Montaña, Biografías de montañeses ilustres, Estudios sobre los refranes y el refranero, Poesías populares, Cantares y marzas.

Francisco Cubría Sáinz, que fue su discípulo, lo llamó en una ocasión “el abuelo de los folcloristas regionales”. ¿Dónde encontró Rodríguez Parets el apego desmedido a la tierra de su padre? Quizás en la pérdida de la tierra de su infancia. Quizás, como otros indianos, en la perplejidad que provoca en los hombres que no son de ningún sitio el deseo de ser aceptado. O quizás un impulso feliz y sencillo, el descubrimiento del gozo de preservar y compartir.

Rodríguez Parets, que había sido concejal, juez de paz y abogado, se vio absorbido cada vez más por el periodismo y la literatura. Publicó una novela, Quien mal anda, mal acaba, y un drama, Desenlace de Montiel, y atravesó sobre El Cantábrico la monarquía de Alfonso XIII, la primera Guerra Mundial, la dictadura de Primo de Rivera y la II República.

El 28 de mayo de 1936 Antonio Orallo anunció en El Cantábrico la redacción del Estatuto Cántabro-Castellano, un primer intento de autonomía abortado por la Guerra Civil. Durante la contienda el periódico siguió publicándose pero debido a la excepcionalidad de la situación la redacción quedó bajo control del gobierno republicano, que el 27 de junio de 1937 decretó el cierre de todos los periódicos salvo La República por la escasez de papel y tinta.

Fue el final de El Cantábrico, 41 años después. El epílogo es triste. Cuando el ejército franquista tomó Santander en septiembre de 1937 los talleres del periódico fueron incautados. La Delegación Nacional de Prensa y Propaganda de FET y de las JONS utilizó las rotativas para editar el diario Alerta. Rodríguez Parets sobrevivió a la guerra y continuó ejerciendo la abogacía. Le quedó la experiencia amarga de la pérdida del periodismo, quizás la más querida de todas las vidas que vivió. Murió a los 86 años.

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'Cántabros con Historia' es un blog en el que intentaremos sacar brillo a los logros de todos esos personajes ilustres por cuyas calles paseamos a diario sin tener ni idea de cuáles fueron sus méritos. En los textos que siguen intentaremos trazar la biografía de unos hombres y mujeres que, desde una pequeña tierra en el norte de España, contribuyeron con sus aportaciones al desarrollo de la ciencia, la literatura, la política o el arte. Este blog, patrocinado por la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria, está escrito por el periodista Miguel Ángel Chica y tiene como única pretensión reivindicar su memoria, para que sus nombres permanezcan en el recuerdo. Los estudiantes del Ciclo Formativo de Técnico Superior en Ilustración de la Escuela de Arte número 1 de Puente San Miguel son los encargados de retratar, a través de distintas técnicas pictóricas, a todos los protagonistas.

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