Cuestión de perspectiva

La política cántabra anda preocupada por si se aprueban o no los presupuestos de Cantabria. Aunque, tampoco prorrogarlos supone un drama: Gema Igual gobernó el Ayuntamiento tres años sin ellos y no se notó la diferencia. Lo cual -dicho sea de paso- tampoco añade nada en favor de la alcaldesa popular.

Hasta ahora Revilla había bendecido todas las cuentas públicas del gobierno en minoría del PP con los votos de los diputados regionalistas, a cambio de un puñado de euros para los alcaldes de su partido. Un reparto de favor que hemos naturalizado como práctica política habitual.

Un apoyo que el PRC ha justificado para que Buruaga no se abrace a la ultraderecha de VOX, aunque no ha logrado impedir decisiones empañadas de xenofobia, como rechazar 30 millones para hacer un centro de refugidos en Parayas porque el edificio hacía falta para las personas mayores, aunque dos años después todavía no sepan para qué lo van a usar. O la campaña de solicitud de expatriación y recursos de menores extranjeros. Los regionalistas pasan por alto estas cuestiones, como la propia derogación de la Ley de Memoria Histórica, a cambio de algunas obras porque el partido al parecer milita en un escepticismo ideológico imperturbable.

El primer año el PRC firmó tan rápido su apoyo a los presupuestos que no leyó la letra pequeña, que escondía una subida salarial del 20% para la presidenta Buruaga y sus consejeros. Al destaparse el pastel Revilla quedó en evidencia. La polémica redujo la subida de sueldo a un porcentaje menos escandaloso.

Con el segundo presupuesto los regionalistas aprobaron la posibiidad de firmar convendios singulares con empresas privadas, como el que ahora permite privatizar servicios sanitarios durante 15 años cn un hospital privado sin concurso previo. 261 millones a dedo para “dar estabilidad” a la orden religiosa que quiere hacer una inversión importante. Así lo reconoce el propio gobierno.

De tal manera que, a veces, añgunos asuntos sustanciales tienden a colarse en la Ley de acompañamiento que se mira con una lupa de menos aumento que la declaración de buenas intenciones de las cuentas públicas cuando, por cierto, resultaría tanto o más interesante el debate sobre su liquidación. Es decir, qué porcentaje de realidad hay en cada ejercicio económico.

A la tercera, van vencidos. Coindiciendo con la recta final de legislatura y la elección de Paula Fernández como sucesora electoral de Revilla, esta vez el PRC ha decidido endurecer las condiciones y el PP ha respondido con un órdago registrando el proyecto en el Parlamento. Unos presupuestos que cuenta con el visto bueno de los sindicatos y que, si o se aprueba, servirá de muleta al Gobierno de Buruaga para echar la culpa al PRC de todo lo que vaya mal en la comunidad. Esto pasa porque no hay presupuesto, se excusarán ante cualquier contratiempo. Puede ser que acuda al rescate Vox con sus sigulares peticiones ideológicas, aunque ahora que el PP disputa la batalla política en la frontera con la ultraderecha.

Quizá lo más gracioso de los movimientos que hemos visto estos días -el PP desplaza a Revilla como interlocutor y se focaliza en desprestigiar a su sucesora- es que la número dos del partido, María José González Revuelta, acusa al PRC de haber dado un giro a la izquierda con Paula Fernández, aunque no tenga programa electoral alguno que certifique este hipotético movimiento.

En realidad, son ellos, el propio Partido Popular el que se mueve en el eje. Su discurso cada vez se arrima más a la ultraderecha. Así que efectivamente, es un efecto óptico totalmente engañoso: cuánto más se alejan hacia la extrema derecha más a la izquierda le pillan todos los demás partidos. Cuestión de perspectiva.