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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

La cumbre de París sobre cambio climático

Hollande cree que la cumbre será un exito si se fija una subida máxima de 2 grados

Luis Miguel Artabe

¡Por fin está aquí la cumbre medioambiental de París! ¡Nuestro planeta ya está a salvo! ¿No lo sentís? Se palpa la bajada de contaminación en Madrid, el cielo de China es un campo de amapolas, los icebergs nadan a braza por los mares del norte, la temperatura de La Tierra va a bajar 5 grados, Cañete y Soria comienzan a buscar un empleo que tenga que ver con las renovables y el fracking se da por extinto. Más o menos, ¿no?

Permitidme que sea irónico, sarcástico y melodramático ante los posibles resultados de esta reunión. Desde hace años, destruimos nuestro hábitat natural de una manera tan voraz que de muy poco sirven las timoratas medidas que se van adoptando.

Me temo que, desgraciadamente, poco podemos esperar de este encuentro; salvo chocarrerías varias, frases lapidarias, titulares grandilocuentes y el fusilamiento de cualquier ideología que pretenda ponerle freno a la producción salvaje de bienes de consumo. Producimos, vendemos, compramos, destruimos, producimos, vendemos, compramos, destruimos, arrasamos, no vuelve a crecer la hierba, producimos, recalentamos, vendemos, compramos, juntos de la mano… hacia la extinción. Ésta es la única de las verdades. Amén.

La cumbre

Hasta el 11 de diciembre, representantes de la mayoría de países del planeta se reúnen en París para buscar un acuerdo que permita mitigar los efectos del cambio climático. Tipos al servicio de múltiples intereses, muchos de ellos influenciados por lobbies con piel de cordero, hablando de cómo debería de ser el mundo y acordando la perpetuación de nuestra destructiva manera de entender el capitalismo (quizá, la única).

Entendedme, entre los que no quieren cambiar nada, entre los que piensan que ahora es el momento de contaminar de los países en vías de desarrollo (porque occidente lo lleva haciendo décadas), entre los que no les importa y entre los que lo niegan, lo cierto es que ponerle freno a esta carrera hacia la extinción va a ser algo muy complicado.

Al abrigo de las Naciones Unidas, todas estas personas están hablando de utilizar más la bicicleta, de peatonalizar las ciudades, de primar a la industria no contaminante, del uso de las renovables, de las cuotas de CO2 y de mil cosas más que, al final y esperando equivocarme con toda mi alma, se quedarán en nada.

- ¡Acuerdo de mínimos!- gritarán.

- ¡Cualquier avance es positivo!- cantarán sobre el adoquinado parisino.

Y las conversaciones previas, el miedo a la llegada al punto de no retorno y los efectos tangibles quedarán pendientes para otra ocasión. Con suerte, avanzaremos en los sistemas de compensación, en algún tipo de cuota para las emisiones de CO2 y, quizá, en la creación de algo parecido a un frente común sobre la adaptación del ser humano a los efectos del cambio climático sobre nuestro ecosistema.

La superpoblación

Algo es algo, ¿no? Lo malo, es que después de todas estas horas de reunión, serán muy pocos los que habrán hablado de cómo atajar uno de los principales problemas medioambientales: la epidemia de seres humanos que infecta este planeta. Somos demasiados y producimos un exorbitante número de bienes (y residuos). Lo más triste, encima, es que casi todo se hace para satisfacer las ansias de consumo de menos de la tercera parte de la población mundial.

No creo que vaya a haber avances tampoco en este ámbito y no los habrá porque seguimos pensando como neandertales: unos prohibiendo el uso del preservativo, otros no controlando su avaricia, otros olvidando su desmesurada natalidad y otros llorando por su crecimiento vegetativo negativo. Todo, por no pensar como un grupo de humanos que tiene un mismo interés: la supervivencia de toda su especie.

Deberíamos tener claro que si no miramos al futuro como un solo ser, no habrá futuro y que para alcanzar la convivencia pacífica en una aldea global sana, las políticas de control de la natalidad y de los flujos migratorios son tan importantes como las de control de los gases nocivos.

En fin, permitidme que sea pesimista (¡Ojalá te equivoques Luis Miguel!) porque no creo que el ser humano de nuestros días sea capaz de pensar tanto en los demás, especialmente, no creo que los seres humanos que detentan el poder sean capaces de pensar en los demás. Nos falta mucho camino aún para darnos cuenta de lo que estamos haciendo, para cambiar… quizá sólo necesitemos otro paso evolutivo o, con toda franqueza, quizá seamos sólo un animal que se cree superior a los demás pero que está abocado (como todos) a la extinción.

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