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Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.

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Aznar y sus muñecos

Javier Gallego

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Casado se ha quitado de en medio a Alfonso Alonso al frente del PP de Euskadi para poner al olvidado Carlos Iturgaiz, al que ha tenido que sacar del baúl del aznarismo donde estaba guardando más polvo que los muñecos de Mari Carmen. Aznar es el ventrílocuo que tiene metida la mano por detrás del PP. Su voz resuena en la de Iturgaiz que se ha estrenado llamando a unir fuerzas con Vox contra “la amenaza fasciocomunista”. Sólo le ha faltado aludir al contubernio judeomasónico. Aznar (y Franco) los crían y ellos se juntan.

La diarrea mental que le lleva a mezclar fascismo y comunismo en la misma palabra dirigida al Gobierno sólo es superada por la paradoja de hacerlo mientras pacta con los verdaderos fascistas. Iturgaiz, remedo gris del desaforado Mayor Oreja, sale del cajón oscuro en el que duerme el PP vasco más radical al que Aznar quiere resucitar para hacer piña con otra de sus criaturas, los Abascal boys.

Con Alonso cae el último marianista y el aznarismo recupera casi todo el control del partido para llevarlo a la derecha extrema. Es su sueño húmedo de reunificar al trifachito. Un partido para unirlos a todos. Aznar siempre ha tenido complejo de Sauron y lleva años en Mordor conspirando para recuperar el anillo de poder. Su tesoro, su tesoro.

Cree que extremando el discurso y uniendo al españolismo más atrabiliario recuperarán votos en el País Vasco porque hay españoles de bien que sienten abandonados entre tanto etarra, separatista y bolivariano. Como recordaba Margallo citando a María San Gil, desde que no les matan, el PP vasco no tiene proyecto. Ahora que ETA ha desaparecido, se inventan que vienen los rojos.

Pero hay que recordar que Euskadi y Galicia son los dos territorios donde Vox y Ciudadanos se han estrellado. Aznar y sus muñecos piensan que juntándose todos, rascarán más votos, pero puede ocurrir que por juntarse con quien no deben, rasquen aún menos. Es lo que pensaba Alonso y por lo que ha sido apartado. Es lo que piensa Feijóo que ha podido imponerse porque gobierna en su feudo.

Veremos quién tiene razón. El PP de Feijóo o el de Aznar. La visión periférica o la centralista. Feijóo podría ganar pero ser superado por la suma de izquierdas. Aznar ha empujado a Casado al centro del ruedo vasco donde mucho tienen que cambiar las cosas para que el PP de los 90 hoy mejore resultados arrimándose a partidos tan poco queridos en Euskadi. Puede acabar siendo Saturno devorando a su hijo.

Al ex presidente le da igual porque tiene otros muñecos para sustituirlo. Pero su ambición ha abierto una brecha en su partido por la que se cuela otra vez la extrema derecha. La buena noticia es que Aznar se está cargando su propio juguete. La mala es que le está dando alas al fascismo. Ya sólo faltan ahí Rosa Díez y Ortega Lara para esto sea más rancio que el show de José Luis Moreno.

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