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Sobre este blog

Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.

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Así en el Sáhara como en Palestina

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Pedro Sánchez le dijo a Netanyahu lo que ningún otro líder le había dicho a la cara en esta crisis. Le recordó que el ataque de Hamás no justifica la masacre de civiles, condenó las muertes “insoportables” de palestinos y habló de los dos Estados como solución al conflicto, lo que abría la puerta a la declaración que hizo después en el paso de Rafah: si nadie le secunda, España podría reconocer unilateralmente el Estado de Palestina en cumplimiento de la legalidad internacional. Israel enfureció. Netanyahu llamó a su embajada en Madrid, acusó al Gobierno español de defender el terrorismo de Hamás y amenazó con cortar relaciones. Ojalá lo hiciera. Ojalá lo hiciera Sánchez. El camino para detener el genocidio empieza rompiendo los lazos con el genocida. 

Pero no solo los políticos, también los económicos y militares. España ha comprado y vendido armas a Israel. La última compra la negoció el Ministerio de Defensa del PSOE con el anterior Gobierno de coalición y se ha concretado con el Gobierno en funciones. También estaba ahí Podemos, que ahora denuncia la hipocresía de Sánchez, pero no la denunció entonces. También estaba Yolanda Díaz, que ahora denuncia la brutalidad israelí, pero no denunció cómo hacemos negocios con ellos. La política es lo que tiene, que te tienes que tragar unos cuantos sapos. Nunca es tarde para rectificar. No es compatible que el presidente denuncie la masacre mientras la financiamos indirectamente. Pero no bastan los discursos. Hacen falta bloqueo, sanciones y desinversiones: BDS como vienen reclamando los activistas desde hace años. Castigar a su dinero y sacar el nuestro. Es el único idioma que entienden. No es esperable que ocurra con una potencia como Israel, pero es exigible que se le trate como a la Rusia de Putin. Como sociedad debemos exigirlo. No en nuestro nombre. La presión social también cambia el rumbo de los gobiernos.