Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.
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La ruptura de Podemos con Sumar era inevitable, pero se debía haber evitado. Ya no quedaba otra salida, pero antes se tendría que haber buscado otras salidas. Es lo mejor para ambos, pero es lo peor para el espacio de la izquierda. El fratricidio es suicida. Hace casi una década estábamos hablando de asaltar los cielos, ahora estamos hablando de saltar al Grupo Mixto. En 2015, Unidas Podemos obtenía 71 diputados y aspiraba a un gobierno al que llegó en 2019, aunque ya con la mitad de escaños. Hoy Podemos tiene 5 y Sumar se queda solo con 26, convertido no en muleta sino en muletilla. Hoy unos en público y otros en privado celebran su ruptura como un alivio, pero los números de uno y otro son la horquilla en la que se movió siempre la izquierda. Todo este viaje para volver a lo de antes.
No todavía pero vamos en camino. Se ha parado a la ultraderecha, no al bipartidismo. Hasta Pedro Sánchez le ha comido la tostada a Yolanda Díaz como referente del progresismo. Mal va la izquierda a la izquierda del PSOE si Sánchez parece más audaz que la líder de Sumar. Pero es así. Hoy por hoy el presidente incomoda a la derecha mucho más que su vicepresidenta. Su declaración en Israel ha marcado un perfil sobre Gaza más contundente que el de Sumar que tiene una ministra de origen palestino. Algo falla. Después, Sánchez se olvida o cambia de postura, según le convenga, pero al menos se atreve con Netanyahu o con la amnistía mientras su socia de gobierno duda, titubea y se desdibuja. Una cosa es huir del histrionismo de Podemos y otra es huir de la escena.
Podemos no huye de la escena pero la escena ha huido de Podemos. Han pasado de leer la realidad a leernos la cartilla. De querer ganar a querer tener razón. De ser un movimiento a ser un reducto, una cúpula y un canal, un puñado de diputados y cuadros, una aldea de irreductibles cada vez más reducida. Porque puedes tener razón y equivocarte. Te equivocas si crees que tienes siempre razón y te equivocas si quieres llevar siempre la razón. Podemos tuvo éxito porque comprendió que había mucha gente cargada de razones. Ahora cree que la gente debe entender sus razones. Es la diferencia entre ser necesario para la gente y ser necesario para tu gente. Para que se me entienda, creo que lo que Podemos representa es más necesario que los representantes de Podemos. Así lo creía en el 15M, así lo sigo creyendo.
A Yolanda Díaz le pasa lo contrario. Ha querido ganar sin tener razón. Se presentó como la política de la escucha, recorrió el país preguntando, pero desde entonces no ha vuelto a escuchar ni a preguntar a las bases porque no tiene bases ni democracia interna. Ella hace y deshace. De Podemos decidió deshacerse y no ha parado hasta conseguirlo. Se supone que creó Sumar no para acabar con Podemos sino para superarlo, para resucitarlo. Es cierto que Podemos ha querido controlar un espacio en el que cada vez tenía menos peso, pero Díaz ha querido matarlos para tener control absoluto. Se presentó como la líder del consenso pero ha dividido.
Quien aspira a ser la artífice de la unidad de toda la izquierda tenía la obligación de integrar a la que ha sido la fuerza más transformadora de la última década. La negociadora que ha sido capaz de reconciliar lo irreconciliable, aquí no ha querido hacerlo. Y así estamos. Una década después de haber ilusionado al país, ahora la ilusión es estar en el gallinero del Congreso o tener dos eurodiputados. Hemos bajado tanto las expectativas que hay quien llama éxito al fracaso. Porque esto es un nuevo fracaso de la izquierda. Cada cual ha puesto de su parte. Ambos deberían haber concedido méritos al otro porque ambos se han necesitado para parar el golpe de la caída y de la ultraderecha.
Y ambos deberían haber cedido. Podemos a Sumar, el sitio. Sumar a Podemos, algún sitio. En lugar de eso, pasaron de los botellines a los botellazos. Quién empezó no le importa al ciudadano medio cada vez más alejado, solo al creyente o al descreído de Sumar o de Podemos que atacará a todo el que no le dé la razón (y por eso, a este artículo). El eterno error de la izquierda: querer tener razón sin ganar o ganar sin tener razón. El resultado es que ambos tienen ahora un problema de credibilidad y debilidad. Sumar ha quedado como comparsa del PSOE, Podemos como una comparsa, a secas. Para lo que hemos quedao.
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