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Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.

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Siniestro total

Las líderes de Podemos, Ione Belarra, y Sumar, Yolanda Díaz, en una imagen de archivo.

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Galicia es literalmente un feudo del PP. Todo gira en torno al señor feudal gracias a un sistema de caciques y prebendas. Los populares tienen a los medios en el bolsillo, la televisión pública secuestrada, redes clientelares a su servicio y un voto cautivo. También tienen un sistema electoral que Fraga hizo a su medida para favorecer al partido mayoritario y afianzarse en el poder. Con ese panorama, pueden hacer una pésima campaña, esconder al candidato y liarse con la amnistía, desmantelar la sanidad y dejar que las playas se contaminen de pellets, y volver a ganar con mayoría absoluta, pese a que el BNG ha tenido una subida espectacular con los mejores resultados de su historia. Pero es misión casi imposible superar al PP si el resto de la izquierda fracasa tan estrepitosamente. 

Los populares corren dopados y juegan sucio. Cuando vieron peligrar la campaña, utilizaron la Xunta para hacer campaña por los populares. El Servicio Gallego de Salud anunció una subida salarial a dos días de los comicios. Desde Fraga, cacique mayor del reino, la Xunta es indistinguible del PP para muchos gallegos. Eso se ha conseguido a base de repartir cartos y hacer propaganda con el dinero de todos. Los trabajadores de la TVG cumplieron esta semana 300 “viernes negros”, más de 6 años, denunciando la manipulación. En estas elecciones hemos vuelto a ver casos de carretaxe, monjas llevando a ancianos de sus residencias al colegio electoral y colocándoles el voto en la mano. Los fraudes, como las meigas, haberlos haylos. 

Todo eso explica los buenos resultados de la derecha, pero no es excusa para los patéticos resultados de la izquierda estatal. Los dos partidos del Gobierno central han tenido un descalabro que no es solo regional y es también responsabilidad de sus respectivos líderes nacionales. La coalición sale tocada y Feijóo reforzado. El PSOE ha vuelto a regalar unas elecciones eligiendo a un candidato inane. Parece que Pedro Sánchez no quiere que le hagan sombra. Él brillará pero la oscuridad de la que se rodea se lo acabará tragando. Ya le está pasando, excepto donde hay líderes que se distancian del sol abrasador. Todo lo que gana en las generales, lo pierde en las autonómicas. Los golpes que esquiva caen sobre sus barones. El Perro no tiene siete vidas, es que otros dan la vida por él. Si no mide el impacto local de su política estatal, perderá todo el poder autonómico por conservar el poder propio. Pan para hoy, hambre para mañana.

A Yolanda Díaz le pasa algo parecido. Le pueden el personalismo y, paradójicamente, el centralismo. Por muy gallega que seas, no puedes aterrizar en el territorio a dos días de la campaña con una candidata nombrada a dedo que te traes contigo de Madrid y pretender tener éxito. No tiene estructura, no tiene implantación, no tiene bases, no tiene democracia interna, no tiene más que un puñado de ministros y una suma de siglas sin cohesión efectiva. Es todo lo contrario que el BNG de Ana Pontón, que lleva años trabajando en el terreno para construir un liderazgo unificador y una izquierda plural que llegue a más votantes. Podemos no puede llegar a menos. Los morados han quedado por detrás del Pacma, con un 0,26%, 3.800 votos, solo 1.300 más que los inscritos que votaron romper el preacuerdo con Sumar. Si tus votantes son poco más que tus militantes, es que has dejado de convencer por y para quedarte solo con los convencidos. Ha sido destruido desde fuera y desde dentro, también por algunos de los que quedan, pero seguir instalados en el victimismo no les va a sacar del pozo sino que les va a hundir más todavía.

Tenemos dos partidos peleados que acabarán peleándose por las migajas de la izquierda después de haber espantado al electorado. Tenemos un partido sin hacer y un partido deshecho. Un partido sin militancia propia y un partido reducido a su militancia. Un partido que no es capaz de nacer y otro que parece que quiere morir matando. Una líder que no sabe construir la unidad y otra líder que no sabe evitar su desintegración. O Díaz abre Sumar a todas sus voces para que sea un partido fuerte, o Belarra abre Podemos para que no sea solo de sus inscritos, o lo de Galicia será premonitorio. Si siguen conduciendo como kamikazes, en direcciones opuestas, el uno contra el otro, la izquierda española acabará en siniestro total y nosotros repitiendo melancólicamente: “Menos mal que nos queda Portugal”. 

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