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Espacio de divulgación científica y tecnológica patrocinado por la Universidad de Alcalá (UAH), con el objetivo de acercar el conocimiento y la investigación a la ciudadanía y generar cultura de ciencia

Ignacio Martínez, investigador en Atapuerca: “Los humanos somos todavía como adolescentes”

Ignacio Martínez (al fondo) en Atapuerca con Juan Luis Arsuaga al descubrir el cráneo 'Agamenón'

Carmen Bachiller

Ha sido noticia reciente el descubrimiento en torno al cráneo número 4 de Atapuerca, conocido como Agamenón. 20 años después del hallazgo del fósil en la Sima de los Huesos del yacimiento burgalés, un equipo de la Universidad de Alcalá, de la Cátedra de Otoacústica Evolutiva y Paleoantropológica ponía 'patas arriba' lo que se creía hasta la fecha y demostraba que, contrariamente a lo que se creyó en 1997, el ejemplar que habitó el lugar no era sordo.

Ignacio Martínez Mendizábal (Madrid, 2 de septiembre de 1961) fue, junto a Juan Luis Arsuaga, uno de los descubridores del fósil que hoy sigue proporcionando sorpresas e información sobre lo que ocurría en aquel lugar hace más de 400.000 años. Hablamos con este investigador, Premio Príncipe de Asturias, vinculado a la universidad alcalaína que comenzó sus estudios sobre Evolución Humana allá por los años 80 del pasado siglo y que hoy se sigue sorprendiendo con los nuevos hallazgos que permite el trabajo investigador y la tecnología. 

Empezó sus estudios sobre la Evolución Humana en 1983 y un primer artículo científico en el 85 junto a Juan Luis Arsuaga tras comenzar el trabajo en Atapuerca… Han llovido unos cuantos años... ¿Qué balance hace?

Sí, sí que ha llovido….Mas de media vida. Hago un balance muy positivo. He tenido la suerte de formar parte de un equipo con Juan Luis y de una aventura científica que no la podía ni soñar cuando era estudiante.

Nos ha permitido descubrir el mayor yacimiento de fósiles de la historia, poder escribir importantes artículos y contribuir a desarrollar un equipo de investigación que, a día de hoy, es el más grande del mundo en el ámbito de la Paleontología.

¿Cuánto tiene Ignacio Martínez hoy de espeleólogo después de todos estos años?

Eso es muy curioso. No soy espeleólogo y de hecho las cuevas no me gustan mucho. La gente viene y me cuenta sus experiencias en cuevas porque asumen que lo soy. ¡Qué va! De hecho, me gustaría que el yacimiento estuviera al aire libre, pero bueno, es ahí donde están los fósiles. Tampoco soy buzo pero bajaría al fondo del mar como fuera.

Afortunadamente mi falta de vocación y capacidad espeleológica se ve suplida por la ayuda de un fantástico equipo de Burgos. Si no fuera por ellos y ellas, me habría matado 70 veces en las cuevas.

¿Pesa la responsabilidad de formar parte del descubrimiento del mayor yacimiento de fósiles humanos de la historia? Porque el trabajo no acaba ni mucho menos con el descubrimiento…

Es una curiosa pregunta. Uno no se lo plantea nunca. Hemos tenido la suerte de que el éxito nos ha llegado muy temprano. Es algo que se suele ver al final de la vida o de la historia, como en los cuentos. Cuando llega el éxito, se acaba la historia. La clave es la palabra responsabilidad.

En el éxito hay una parte de trabajo y otra de buena suerte. Quizá la pregunta sería: “¿Qué voy a hacer con esto?”. Pues que se consolide y sirva para crear escuela y que quienes vengan detrás puedan continuar. Esto es una carrera de relevos. Es una responsabilidad bonita la de ayudar a crecer a la gente.

¿Cuánto diría que hay de evolución, pero de evolución investigadora en este campo desde entonces?

¡Madre mía! ¡Muchísima! Al campo de la Paleoantropología no lo conoce ni su madre. Ha habido avances técnicos que no soñábamos y empiezo por algo que no hacemos especialmente nosotros: la Paleogenética. ¿Quién nos iba a decir a nosotros que íbamos a encontrar ADN en los fósiles humanos? Es algo de finales de los 90 y ahora hay un boom. Es de ciencia ficción.

Por otro lado, y gracias al avance de la Tomografía podemos acceder a las estructuras internas de los fósiles. De hecho, en la Universidad de Alcalá nos hemos especializado en eso, en las estructuras internas del oído.

Nos permite escanearlos y meterlos en el ordenador. Es que ya no tocamos los huesos. Ahora son modelos virtuales que podemos medir, cortar, rotar…Es una locura, impensable cuando yo empezaba.

En 30 años, ha habido un gran despegue en el mundo, y en particular en España, del número de investigadores dedicados a la evolución humana. Eso ha hecho que aumente la calidad del trabajo de manera extraordinaria porque hay mucha más exigencia…Y hay muchas más investigadoras. Es gratificante y es importante. Como en otros ámbitos nos hemos normalizado y nos parecemos mucho más a la sociedad española.

¿El premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 1997 fue un punto de inflexión para el proyecto?

Sí, síii…¡Claro! Estábamos entre la ‘quinta del chupete’ y el ejército de Pancho Villa. Éramos muy jovencitos, no teníamos ni plazas en las universidades. Ese reconocimiento tan importante consolidó al equipo y nos ha abierto muchas puertas. Fue beneficioso para el equipo y para las investigaciones.

Atapuerca ha servido para conocer más sobre el origen del lenguaje. ¿En qué punto estamos?

Yo siempre digo al respecto que hay que defraudar cuanto antes y así ya todo el mundo se queda tranquilo. Probablemente nunca lo conoceremos. El lenguaje es sobre todo es una función cerebral. Y a no ser que se descubra algo que nos permita conocer las capacidades cognitivas o las facultades mentales a partir de cráneos y no se me ocurre cómo…

La realidad es que no podemos acceder al software y siguiendo con la metáfora, sí podemos acceder al hardware. Es decir, a los elementos con los que producimos sonidos y con los que los percibimos.

 

El estudio de las vías aéreas superiores: la garganta, la lengua, la faringe…no nos ha llevado muy lejos. Nosotros abrimos una vía investigadora original que, sorprendentemente, no se le había ocurrido a nadie y que ahora goza de mucho prestigio, como es el estudio de la audición.

Eso sí se puede reconstruir bien a partir de los fósiles porque la mayoría de estructuras del oído son ósea y fosilizan. Hemos encontrado claves con las que no podemos decir con seguridad cuándo y cómo empezó el lenguaje pero nos permite decir que, muy probablemente, contra lo que se pensaba a finales del siglo XX (que solo había una especie en la historia de la evolución humana capaz de hablar como nosotros, con un lenguaje complejo), la evidencia nos dice que también pudieron hacerlo los neandertales y sus antepasados.

“Descubrir que Agamenon no era sordo ha sido la caña de España”

Uno de los últimos descubrimientos es que Agamenón no era sordo como se creía en principio. Eso supongo que nos dice que nos queda mucho todavía por saber…

Eso ha sido la caña de España. Un trabajo muy bonito. Es un ejemplo de los cambios de la tecnología. Con lo que teníamos en el 97, solo disponíamos de pocas tomografías y de escasa calidad. Y parecía claro que estaba sordo. Ahora hay más resolución, las podemos procesar informáticamente para conocer cómo se transmite el sonido. Hace un año o dos propuse a Mercedes Conde, cuando acababa su tesis, volver a estudiar el cráneo 4 de Atapuerca. Pensaba que podríamos describir su sordera. Y los resultados nos dejaron muertos porque oía perfectamente. Su patología no llegó a afectar su audición. Y es interesante porque hay otros cráneos en el mundo con la misma patología y se habían comparado con Agamenón. Hay que revisarlo todo.

Estoy orgulloso de formar parte de un equipo científico que revisa constantemente sus investigaciones. No nos duelen prendas en decir que nos equivocamos, que estamos alerta, con gente joven y nuevas metodologías. Y en un equipo en el que una joven investigadora pueda enmendar la plana a los más antiguos. Es el espíritu de Atapuerca, un equipo con muchas generaciones, en el que cada una aporta su talento.

Y un indicativo de lo que no queda por saber…

¡Madre mía! En la Sima de los Huesos hemos encontrado la mayor colección de fósiles del planeta. Aunque no excaváramos más, los 7.000 fósiles que hay van a dar para investigar durante generaciones y generaciones.

¿En dónde cree que radica el éxito de la evolución humana?

Tengo mi opinión que es subjetiva. Creo que radica en algo que ya decía Darwin. Son dos cosas: una, nuestra inventiva, nuestra capacidad de dominar la naturaleza y la otra, la capacidad de trabajar en equipo en pos de un objetivo común.

Sigue habiendo muchas dudas respecto a los neandertales. ¿Cómo está ayudando a saber más de ellos estudiando a sus antecesores en Atapuerca? 

En Atapuerca hay varias especies humanas, pero de la que hablo, la que nosotros estudiamos y de la que hemos encontrado el mayor número de fósiles del planeta tiene 450.000 años. Son los antepasados de los neandertales. Si en vez de años lo piensas en euros es más fácil. Todo lo que descubrimos sobre sus capacidades sociales, el lenguaje, la cultura de la muerte…son cosas que se les negaban a los neandertales. Dar datos sólidos de que sus antepasados ya lo tenían, ha cambiado el punto de vista.

Eso, unido a descubrimientos recientes sobre los neandertales ha cambiado diametralmente el concepto de finales de los 90.

Quizá el Homo Sapiens sería muy diferente si los neandertales no se hubieran extinguido…

Sí, pero mucho más parecidos de lo que pensamos. En los 90 se les consideraba casi chimpancés. Y ahora como seres humanos. Su cerebro no era igual, pero se les reconocen muchas cosas humanas. Hubiera sido maravilloso. Tendríamos dos humanidades conviviendo y habríamos aprendido mucho.

¿Cuál es su espinita clavada todavía en su investigación?

Alguna he debido tener, pero se me han olvidado. Ha sido tan abrumadora la parte positiva, el reconocimiento y cariño de la gente hacia el equipo, el entusiasmo de la gente joven, el compañerismo... Si la ha habido es insignificante.

¿En qué proyecto anda embarcado ahora?

Científicamente seguimos con el estudio de la audición. Hemos descubierto que la metodología que hemos inventado en la Universidad de Alcalá para estudiar los fósiles se puede aplicar a especies vivas y estamos empezando a estudiar especies de primates. Son animales sociales, muy inteligentes, que se comunican mediante vocalizaciones y estamos seguros de que hay patrones generales en todo ese proceso. Una vez que los entendamos, sabremos más sobre el lenguaje humano.

Por supuesto seguimos estudiando fósiles humanos de Atapuerca y de otros yacimientos.

Estudiando a nuestros antepasados, ¿qué diría de la especie de hoy en día?

¡Ay madre! Es que es un sentimiento ambivalente. Por un lado, somos una especie extraordinaria, muy digna de admirar por nuestras capacidades e historia evolutiva. El nivel alcanzado no lo tiene ningún otro ser del planeta. Somos los dueños de nuestro futuro. Y eso supone una enorme responsabilidad. Pero somos todavía como adolescentes. Eso es una buena definición.

Usted ha dicho que escuchar nos hizo humanos. Con los días que vivimos, en lo político, en lo social…eso implicaría casi una involución, una deshumanización…

Siempre parece que lo importante es hablar, pero… ¿Alguien va a escuchar? Creo que igual que cuando tienes adolescentes, y a veces te lo hacen pasar mal, tienes muchas esperanzas en lo que van a ser…Yo soy optimista. Creo que iremos aprendiendo y resolviendo nuestros problemas.

Le he escuchado decir que “el futuro no es de los que se adaptan, sino de los que se lo imaginan, lo constituyen y hacen que suceda”

Los dueños del futuro no son los que lo esperan. Eso es una actitud pasiva. Eso es el mundo animal y vegetal. Los seres humanos tenemos la capacidad de anticiparnos y otra mejor que es inventarnos el futuro, decidir que pase otra cosa.

De hecho hoy tenemos la mayor capacidad tecnológica de nuestra historia, tanto como para modificar genéticamente al ser humano… ¿Qué opina?

Es imparable y además es el sueño de los seres humanos. No veo diferencias entre la modificación genética y otras. Me explico. A veces los padres ponen ortodoncias, se preocupan de que los hijos no tengan enfermedades…Es la prolongación de lo que llevamos haciendo desde hace 200 años.

¿Nuestra extinción es tan posible como la de otras especies, no en función de fenómenos externos sino en función de nuestra propia evolución?

No lo sé. Creo que puede haber catástrofes, hambrunas, guerras, pero a no ser que apretemos el botón nuclear hemos demostrado capacidad de adaptación y planificación. Los que sobrevivieran a crisis de todo tipo, empezarían de nuevo. Somos una hierba muy difícil de matar.

¿La paleontología puede ayudarnos o darnos pistas sobre el futuro en torno a fenómenos como el del cambio climático?

Sí, claro. El clima es un fenómeno físico y ya se ha producido en el pasado. Se puede estudiar y de hecho se hace. El asunto es entender los ciclos naturales que tienen que ver con el clima y como queda registrado en sedimentos o fósiles. Estudiando el pasado podemos encontrar regularidades, que es la clave de la ciencia.

¿Se comunica bien la Ciencia en España? Porque Ciencia hay

Debemos estar bastante satisfechos. Hay muy buena Ciencia. Ha habido un salto espectacular en los últimos 35-40 años en España. Es casi una historia paralela a la del deporte. Y además hay mucho interés. El público es muy culto y cada vez pide más. Es una gran noticia.

Después hay científicos que divulgan muy bien. No hay marcha atrás en el hecho de que forma parte de nuestro trabajo. Hay que socializar el conocimiento y no solo escribir artículos científicos desde una torre de marfil. Es devolver a la sociedad lo que invierte y hacerlo en forma de conocimiento.

También son muy buenos los divulgadores que no están en la trinchera de la investigación. Estamos en la Edad de Oro pero espero que cada año sea mejor.

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