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Durante las últimas semanas todos los esfuerzos de Núñez y el Partido Popular de Castilla-La Mancha ha sido elaborar un proyecto de bajada generalizada de impuestos, utilizando el mantra de que los impuestos no valen para nada o se cobran demasiados. Pero lo que no dicen es que su propuesta es la de bajar los impuestos a los más ricos y seguir incrementando los impuestos a las familias trabajadoras y que peor lo están pasando durante estos años.
Los impuestos son la única manera de que exista la equidad entre los ciudadanos y las ciudadanas, ya que si no existieran los impuestos no podríamos haber pagado las horas extras de los policías que estuvieron ayudando sin descanso durante Filomena, no existirían las becas de comedor, las carreteras estarían llenas de baches, las mujeres que tienen que salir de su casa por violencia no tendrían un lugar donde refugiarse y la sanidad pública no podría atender a las personas independientemente de su nivel de ingresos, solo por señalar algunas cosas a las que se dedican estos tributos.
En Castilla-La Mancha y en general, lo que tienen que ser los impuestos es justos y progresivos para que pague el que más tiene y garantizar de esta manera la equidad en el reparto y la redistribución de la riqueza. De otra manera se estaría defendiendo que las grandes corporaciones continúen con sus privilegios de privatizar las ganancias y socializar las pérdidas, mientras entregan migajas de forma caritativa que además en muchos casos puede desgravar fiscalmente.
Sin que Estados Unidos sea el modelo de Izquierda Unida, aunque en multitud de ocasiones lo es del PP de Castilla-La Mancha, el mismo Biden ha reconocido que es necesario que las grandes corporaciones y fortunas paguen más impuestos.
Por otro lado, hay que recordar que el copago farmacéutico fue implantado por el Partido Popular en 2012, el mismo año que defendían en el Congreso la subida masiva de impuestos, y que hasta el 2017 no se retiró para los pensionistas en Castilla-La Mancha. Teniendo en cuenta que se trata de un impuesto que gravaba de forma directa el consumo farmacéutico imprescindible, la demagogia de quien pide eliminar los impuestos está sobre la mesa aunque le cambiemos el nombre.
Si como defiende la derecha el dinero está mejor en el bolsillo del contribuyente, los recursos para reconstruir el país tras la pandemia, que recordemos provienen de los impuestos y que hasta el 30 de abril se invirtieron unos 25.000 millones de euros en diferentes medidas, no hubieran salido de ningún bolsillo jamás y por supuesto no hubieran contribuido al rescate de la clase trabajadora de nuestro país.
Con los impuestos en un momento de crisis se ha estructurado un “Escudo Social” que ha servido para mantener a los trabajadores con los ERTE, la suspensión de las desahucios y la prohibición de cortar los suministros básicos como la luz o el agua a aquellos consumidores vulnerables, medidas que se han demostrado extremadamente útiles. Ahora nos queda explorar medidas y fórmulas para financiar las políticas que el país necesita y que deben partir de la recaudación, la equidad y la redistribución de la riqueza, no de la caridad, la usura y la demagogia impositiva.
No es justo que las rentas del capital paguen menos impuestos que las rentas del trabajo, que algunas empresas usen la técnica de “ingeniería fiscal” para no pagar los impuestos que les corresponde o que entidades religiosas sean excluidas de impuestos inmuebles. Además resulta de un populismo trasnochado gritar sin fundamento que en Castilla-La Mancha estamos abrasadas a impuestos cuando Cospedal y el Partido Popular en su mandato creó cerca de 300 nuevas tasas e impuestos, algunas tan sangrantes como las tasas a los trámites para el sistema de dependencia o nuevos impuestos a las farmacias cuyo objetivo reconocido era recaudar 10 millones de euros.
El ejemplo más claro es lo ocurrido en Madrid, donde el Partido Popular ha mentido y ha dicho que cada madrileño ha ahorrado 163 euros en el impuesto sobre el patrimonio, pero la realidad es otra. El 99,7% de los madrileños no se han ahorrado nada, pero 18.132 ricos (un 0,27% del total de la población) se han ahorrado de media 60.666 euros que deberían haber pagado. Lo que se traduce en 1.100 millones menos de recaudación para la sanidad, educación y otros servicios públicos.
El PP de Castilla-La Mancha no propone que la persona que vive en su casa familiar de un pueblo de la serranía conquense deje de pagar el impuesto de sucesiones al heredar la huerta de su padre. Cuando hace estas propuestas desea que las empresas de amigos y deudores, algunas como las que hemos visto recientemente financiando a la ultraderecha se desgraven, les salga a devolver la declaración o cuando hereden un palacete les salga casi gratis.
Eso se llama demagogia fiscal y de la casposa de siempre.
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