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El presidente del Gobierno de España anunció que los trenes de Media Distancia y Cercanías serán gratis, durante cuatro meses, para aliviar la presión de las familias ante la inflación.
Esta bonificación estará en vigor entre el 1 de septiembre y el 31 de diciembre, con un doble objetivo: aligerar el gasto para las familias y favorecer el uso del transporte público sobre el privado, en un momento en el que el ahorro energético ha pasado a ser una prioridad absoluta en toda Europa.
El tren gratis es una medida excepcional ante una situación excepcional. Con el precio que tiene la gasolina, se puede conseguir que el tren sea una alternativa para la gente que usa el coche.
El tren gratis favorece la redistribución de las rentas (a diferencia de la subvención al carburante, que beneficia sobre todo a las rentas más altas), potencia los viajes en tren y, por tener un efecto llamada, crea la cultura del ferrocarril.
La medida, tan justa como necesaria, puede contribuir a fijar población, a incentivar el turismo rural y constituye una respuesta idónea para la despoblación y el reto demográfico.
Sin embargo, como los gobiernos central y autonómico han cerrado la línea convencional Madrid-Cuenca-Valencia, el derecho al tren gratuito no lo disfrutaremos las gentes de Tarancón, Huete, Castillejo del Romeral, Cuevas de Velasco, Chillarón, Cuenca capital, Cañada del Hoyo, Carboneras de Guadazaón, Arguisuelas, Yémeda, Cardenete, Víllora, es decir, de las estaciones por donde discurría el tren convencional.
Tenemos que estar alertas, porque insensible al sentir de la ciudadanía de la provincia de Cuenca, el gobierno regional después de privarnos del derecho al tren gratis ha viajado a Costa Rica para implantar en la provincia el proyecto de ecoturismo de un país tropical (temperatura media 22º).
Ebrio de imaginación, el gobierno de Castilla-La Mancha prefiere que, en vez de tren gratis nos podamos lanzar a 153km/hora por la tirolina extrema, o por dos tirolinas de doble cable en posición de asiento, pagando de 126 a 63 euros.
No cabe la menor duda de que privarnos del ferrocarril gratuito y arrojar Cuenca al vacío, provocará un subidón de adrenalina en la ciudadanía, aunque no entienda la relación entre los descensos vertiginosos por cable y la despoblación.
El viaje a Costa Rica de los destructores del ferrocarril, que pagamos los contribuyentes, nos está sirviendo para comprobar hasta qué punto las astracanadas de los poderes públicos de la región son insuperables.
No nos merecemos tener un gobierno adiestrado en el abuso de poder, que como respuesta al reto demográfico impone atracciones turísticas, importadas de Costa Rica, donde los fondos buitre operan en paraísos fiscales y no están sujetos a tributación.
Así que, no dejemos que nos distraigan con pelotazos turísticos y, como dijo García-Page, sigamos peleando a muerte por el ferrocarril. No debemos consentir que los gobiernos central y autonómico cierren la línea convencional Madrid-Cuenca-Valencia, cuando muchas personas podrían disfrutar del derecho al tren gratis.
Por razones de higiene democrática debemos mantener tensa la rebeldía cívica, como actitud radical. La rebeldía es fundamental, para que la provincia no sea víctima de la codicia caciquil del poder regional, poco sensible al interés de la ciudadanía, a la protección del medio ambiente, con marcada tendencia al despojo de derechos, bienes y servicios públicos y que pretende expoliar con inversiones inútiles nuestra provincia despoblada.
Por lo tanto, el martes 9 de agosto, a las once horas, un grupo de ciudadanos estuvimos plantados frente a la Casa del Pueblo de Cuenca, para protestar por el cierre antidemocrático de la línea de ferrocarril de interés general Madrid-Cuenca-Valencia y solicitar su reapertura, para denunciar que los poderes públicos nos quieran despojar del derecho al tren gratis y a que se implante la cultura del ferrocarril y, por último, para manifestar nuestra indignación porque el gobierno regional como respuesta a la despoblación opta por el pelotazo turístico.
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