Benjamín Palencia aún tenía mucho que decir

De vez en cuando surgen obras escondidas que obligan a reescribir la historia del arte. Así ha pasado con Benjamín Palencia. Acaba de presentarse un nuevo cuadro, inédito hasta el momento, que completa la trayectoria artística del pintor albacetense.

La pintura se titula 'Los cantores' y, tras ser adquirida en 2024 por el Ministerio de Cultura y restaurada y enmarcada por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, ya puede verse en la sala 11 de Bellas Artes del Museo de Albacete. Un estreno pictórico con el que se celebra el Día Internacional de los Museos. Pero hasta alcanzar este momento, se ha realizado un trabajo intenso. 

Ahora conoceremos cómo ha sido este proceso. Antes, hacemos memoria televisiva. Año 1988, TVE emite el programa Mirar el cuadro. Un grupo de escolares observa 'El chico'. Uno de los niños comenta: “Lo que me llama la atención es como ha llenado una simple roca con mucha variedad de colores”. En esta sencilla apreciación se condensa el estilo de Benjamín Palencia cuando pintó esa obra.

El cuadro en cuestión, del que también opinaba José Antonio Lozano, Ramírez de Lucas y Rubí Sanz, para el espacio de la tele pública, es una de las 41 obras, entre óleos y dibujos, que se exponen en el Museo de Albacete. Son parte de la donación que el artista de Barrax hizo ante la apertura de la institución en 1978. Cuando esto ocurrió, Palencia ya era un reconocido pintor con un extenso recorrido vital y creativo. 

“Yo he pasado por todos los ismos”, decía Benjamín en la revista 'El Español', en 1955. Ciertamente, como han contado los investigadores que han abordado su biografía, el artista atravesó varias fases a lo largo de un dilatado periplo vital. “La representación de las distintas etapas de su producción en las obras conservadas en el museo es muy dispar, siendo más escasos los cuadros de la primera (1915-1924) y segunda etapa (1925-1936), que corresponde al Palencia menos conocido y estudiado, en cambio, son muy abundantes los fechados desde 1940 hasta 1980”, nos cuenta Pascual Clemente, técnico Superior de Museos. El profesional conoce bien la obra del artista y la importancia de la nueva adquisición del Museo de Albacete. 

Los cantores. Volvemos a escucharle: “Es una obra clave que se encuadra en un periodo de especial relevancia en su producción pictórica y marca el inicio de su etapa más brillante. Se trata de un estudio de anatomía y canto, donde un grupo de jóvenes cantores se preparan en el canto de la música, un tema muy novedoso en la obra de Palencia”. Y explica Clemente las similitudes de esta obra “inédita y desconocida” con otro cuadro que está en el museo, Homenaje al libro, y es que el rostro del personaje representando tiene claras semejanzas, entre otras, respecto al peinado o la tonalidad del cuerpo. “Esto nos lleva a pensar que este cuadro sea un estudio de uno de esos personajes que luego representó en Los cantores”, afirma Pascual. 

Ahora, los espectadores ya pueden sacar sus propios parecidos. Como decíamos antes, hasta llegar aquí, a la obra de arte sobre la pared, han tenido que pasar dos años. Primero la adquisición y después, en los últimos meses, las labores de restauración de la pieza.

Afirman los técnicos responsables de esta labor: “Llegó aquí con una deformación importante del cartón por la propia acidificación del material; nuestro tratamiento ha consistido en quitarle deformaciones, a través de aplicarle pesos controlados; seguidamente, la consolidación del perímetro, que estaba bastante mal, con las esquinas abiertas y quebradizas”.

Resumen para nuestros lectores, Jose Martínez Soler y François Boutin, restauradores de Arts Liétor. Ellos han sido los encargados de tratar este óleo sobre cartón prensado. Un soporte económico y muy frecuente hace cien años. Durante ese largo siglo, el cuadro de Benjamín Palencia estuvo en una casa particular, sufriendo los rigores del tiempo y, en cierta medida, los zarpazos del olvido. 

Los restauradores se han empleado durante días en el taller de restauración del propio Museo de Albacete. Un “proceso lento” para devolver el esplendor que la propia de obra de arte irradia.

Ese azul intenso y las figuras alargadas que los técnicos han limpiado con mimo y respetando al máximo el original. “Nos ajustamos al máximo a cada obra, cada obra precisa un tratamiento distinto”, comentan Martínez Soler y Boutin. Este ha sido un encargo muy especial. No siempre se trabaja sobre una pieza desconocida para el gran público. Ahora, Los cantores ya tiene marco, trasera de cartón con reserva alcalina y unos tratamientos profesionalizados que le librarán de la humedad y de perderse para siempre. 

Ahora, no. Insistimos y nos da algún detalle Pascual Clemente: “En agosto de 2023 recibimos una oferta directa de venta, presentada por un particular”. A continuación se inició el proceso administrativo que exigía el acuerdo favorable de la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español, tal y como exige la normativa.

Finalmente, se llevó la propuesta a la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes del Ministerio de Cultura. Tras este recorrido, la obra, fechada en 1916, ya forma parte de la colección estable del Museo de Albacete. Un paso más para entender a Benjamín Palencia, aquel chico que se marchó de su pueblo a Madrid y desarrolló una carrera formidable.

Todavía siendo un zagal, ya aparecía en la prensa del momento. Así le describió 'El Pueblo Manchego', en 1921: “Benjamín Palencia, lleva en si, la herencia de diversos siglos, y sus personajes son héroes, con alma quebrantada, con ideas vagas, o con mentalidad casi anormal”. 

Para la historia dejó Palencia la fundación de la Escuela de Vallecas, su amistad con Juan Ramón Jiménez o el icono de La Barraca de Federico García Lorca. Y, sobre todo, legó multitud de obras que atravesaron las distintas épocas del controvertido siglo XX español.

Todavía en la plenitud de su vida, a mediados de los años cincuenta, confesaba en una entrevista que “mis primeras obras, mis dibujos y los lienzos de mis primeros años están casi todos en América; se han interesado por ellos algunos coleccionistas norteamericanos; hace unos días se llevó un violinista americano que me visitó treinta dibujos de mis primeros tiempos”.

Contó aquello en el campo castellano, donde vivía, madrugaba y pintaba hasta la tarde. Una vida y una obra abundante que ahora añade una pieza más. Aunque falleció en 1980, el artista de Barrax aún tiene mucho que decir. O como dijo el NODO al informar del suceso: “Se paró el corazón de Benjamín Palencia, pero su arte seguirá vivo mientras no se mueran los paisajes”. 

Dejamos la penúltima pincelada a Pascual Clemente: “La adquisición de esta obra para la colección del Museo de Albacete permite consolidar la institución como una referencia en el conocimiento de la pintura de Benjamín Palencia, especialmente en aquellas etapas menos representadas; se trata de una obra de una importancia excepcional”.

Pues a observarla, a fijar nuestros ojos en los cuerpos, en los tonos grisáceos, en las reminiscencias de El Greco, en aquellas miradas que nos devuelven a la juventud, a ese tiempo etéreo que se nos escapa de las manos.