'Las cartas perdidas', el retrato de las represaliadas en la guerra civil y el franquismo que casi nadie recuerda
Siempre se dice que el papel lo soporta todo: el dolor, la pena, el miedo, las ganas de luchar, la esperanza, el amor y el deseo. A través de las cartas, las niñas y mujeres anónimas represaliadas en la guerra civil y por la dictadura franquista cuentan su verdad. A través de su trazo y sus inquietudes se bosquejan sus rostros, desdibujados, porque podrían ser el de María o el de Antonia.
La película Las cartas perdidas, dirigida por la también dramaturga y actriz Amparo Climent, quiere retratar a esas mujeres gracias a una veintena de misivas que enviaron a sus maridos, mujeres, amigas y madres. Mujeres cuyas historias solo recuerdan sus familiares, que guardan sus escasas pertenencias con extremo cuidado en una caja, en lo alto de una estantería, el desván o la mesita de noche: que no se dañe con el sol, que ningún diario o carta se rasgue. Porque muchos familiares es el único consuelo que tienen.
Hubo guerra y represión más allá de los cuatro sitios que siempre se mencionan. La película viaja por varios puntos de España y Francia para recordar las penurias que vivieron estas mujeres guerrilleras, concentradas, condenadas, en el exilio, presas y fusiladas. “Son historias desgarradoras”, resume Climent en una entrevista a este diario. Climent ha presentado en la Seminci de Valladolid la versión cinematográfica la obra teatral que lleva el mismo nombre, germen del film.
El fascismo aniquila absolutamente a cualquiera que quiera ser libre, sobre todo a las mujeres
Climent destaca el trabajo de “ensamblar” el material documental recogido, las cartas de las mujeres, los testimonios de otra docena de mujeres –recogidos hace una década por Javier Larrauri, que recogen su memoria viva– y la narración de Ana Belén. “Y las canciones y las letras”, agrega la directora.
Las tonadas –muchas de ellas, canciones populares– tienen especial peso en toda la historia, que el espectador habrá cantado en algún momento de su vida. “Cada uno hacía las canciones a su manera. 'Si me quieres escribir' la utilizaban los dos bandos”, recuerda Gloria Vega, compositora, cantante y actriz en Las cartas perdidas. Las letras, feminizadas, trasladan al público a las trincheras, las labores del hogar o a la misma cárcel. Con un tono muy íntimo, y a veces casi con un susurro, las actrices interpretan acompañando a la sencillez y sinceridad de las cartas.
La letra del himno de las Brigadas Internacionales es totalmente distinta porque al equipo le resultó imposible dar con los herederos del poeta alemán que la escribió. “Le hemos dado una vuelta. Hemos querido que la música sea sencilla; no son canciones muy elaboradas con muchos instrumentos ni muchas voces”, comenta Vega, que agradece el trabajo de todos los que han participado en las grabaciones.
Las Cartas Perdidas no solo aluden a los sentimientos de esas mujeres, sino que quiere también contar la historia de España: el golpe de estado, la guerra y la represión. “El fascismo aniquila absolutamente a cualquiera que quiera ser libre, sobre todo a las mujeres. Cuando se habla del gen de los rojos, que les robaban a los niños, los campos de concentración... Eso se cuenta en esas cartas, pero terminamos con una carta que dice: hemos sufrido, pero mientras haya una mujer viva, la guerra no estará perdida, y nosotras seguiremos peleando y luchando. Es un alegado cargado de futuro”, apunta Climent. “Fue un trabajo increíble, no esperábamos que fuera tan difícil recuperar esa documentación”, asegura una de las productoras, Pilar Sancho.
“Son mujeres no mencionadas en la historia”, indica la actriz Chupi Llorente. Las cartas perdidas narra la historia a través de lo más particular, alejada de las grandes batallas y los grandes personajes públicos. “Te transporta a lo pequeño, a quien construye la historia de verdad: a esas personas que día a día construye la historia. no es el general quien construye la historia, sino el pueblo. Y especialmente las mujeres, porque a pesar de estar en esa 'retaguardia', han soportado todo el peso. Hemos creado una película y sobre todo, una bandera”, valora otra de las productoras, Giovanna Ribes.
“Se quita una idea casi romántica de lo que fue la Guerra Civil”. Interviene Natalia Huarte, que interpreta una carta en recuerdo de La Desbandá, cuando decenas de miles de malagueños huyeron bajo las bombas camino de Almería. “Cuando te pones delante de la carta... humanizas y pones voz desde lo que puedes intentar comprender, porque es imposible”, afirma Huarte, que recuerda las dudas que tuvo sobre cómo interpretar y se emociona hablando de la masacre de 1937.
Cuando te pones delante de la carta... humanizas y pones voz desde lo que puedes intentar comprender, porque es imposible
“Te pones en una piedra y dices: quítate todas esas ideas de heroicidades y valentías. Eran mujeres con sangre en las piernas, las rodillas rotas y sus hijos se morían... y eso es la crueldad de lo humano”, reflexiona. María Isasi también tuvo sus dudas cuando se plantó frente a su carta: “Pensé que no iba a ser capaz”, reconoce. La actriz pone en valor también el papel que juegan las localizaciones: cada actriz interpreta su carta desde donde se escribió. “Ese paraje... habla por sí solo. Es un personaje añadido”, remata.
Pilar Sancho destaca la doble persecución que sufrían –y sufren– las mujeres en los conflictos armados: ideológica y de género. Sancho recuerda cómo algunas mujeres aprovechaban que la dictadura les infravaloraba para recurrir a la picaresca y conseguir pequeñas victorias y destaca cómo muchas “se ayudaban entre ellas en las cárceles”. “Va a ser algo que va a despertar unas emociones en gente que ha pasado estas circunstancias y en gente que las desconoce”, augura Llorente.
Mientras el equipo reflexiona sobre la situación actual, el desconocimiento que todavía persiste sobre la guerra civil y la que parece una eterna división entre 'las dos Españas', un fondo subyace: el deseo de que las víctimas consigan justicia, reparación y verdad. Los tres pilares básicos de cualquier postconflicto, pero que en España suma décadas de retraso. Mientras tanto, permanecerá indeleble la tinta que impregnó las cuartillas y los sobres de miles de mujeres que lucharon por vivir con dignidad y libertad.
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