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A juicio el dueño de un bar de Valladolid y una camarera: “Nos echaron por ser gitanos en pleno siglo XXI”

IMAGEN: DENNIS TANG

Alba Camazón

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El dueño de un bar de Valladolid y una de sus camareras se sientan esta mañana en el banquillo por negar el acceso a un grupo de gitanos. ¿La razón que obtuvieron? “Por orden de mi jefe no se permite entrar a gitanos, por miedo a que el negocio pierda clientela”. Los hecho sucedieron en 2017, y un año antes se produjo un caso similar -“no te puedo atender, por orden de mi jefe no puedo servir a gitanos”-, según denuncia la Fundación Secretariado Gitano. 

“Es una pena que nos echaran de un bar de Valladolid por ser gitanos en pleno siglo XXI”, lamenta J. F. B. en declaraciones a este diario. Este hombre explica cómo se negaron a servirle un café y expulsaron a un primo suyo (J. G. J.) y un amigo (S. B. E.), que estaban ya atendidos, cuando notificaron que eran de etnia gitana. “Íbamos con dos menores, fue muy bochornoso... Fue un domingo a las cuatro de la tarde, echaban el Real Madrid-Barça”, recuerda J. F. B.

Cuando fueron expulsados del local, ubicado en el barrio de Huerta del Rey, llegaron dos patrullas de la Policía, explica el varón. “La primera fue muy amable. La segunda entró en el bar para pedir explicaciones y cuando salió, los agentes nos dijeron: 'Si no os quieren en este bar, id al de enfrente”, denuncia J. F. B.

Los jóvenes expusieron el caso a la Fundación Secretariado Gitano, que decidió llevar adelante la denuncia ante los tribunales como litigio estratégico. La FSG presentó denuncia a la Fiscalía Provincial por delitos de odio y discriminación, que detectó indicios de delito. Por este motivo, el procedimiento se trasladó al Juzgado de Instrucción de Valladolid, que instruyó los hechos y remitió el procedimiento al Juzgado de lo Penal para que los procesara.

Desde la Fundación Secretariado Gitano consideramos que estas conductas deben ser abordadas desde un enfoque de derechos humanos, “que trascienda la sanción por infracción y tenga en cuenta el impacto que estas conductas tienen en las personas”. La organización no lleva a la vía penal todos los casos, pero sí aquellos que considera más graves o reiterados, como es este. “No queremos venganza, sino justicia, para que esta situación tan bochornosa no se vuelva a repetir”, subraya J. F. B., que asegura: “Nosotros hemos contado nuestra verdad y hemos contestado a los abogados muy sinceramente”. “Creemos en la Justicia, y nosotros ya hemos ganado solo por haber llegado a juicio”, relata este hombre, que lamenta las dificultades ante las que se enfrentaron tras el archivo inicial de la causa.

“Este juicio envía un mensaje claro a quienes no permiten la entrada a sus locales por una motivación antigitana, algo que tiene un impacto directo en los derechos de las personas y en su dignidad”, ha afirmado Mar Fresno, directora territorial de la Fundación Secretariado Gitano en Castilla y León.  

La Fundación advierte que este no es un caso “aisaldo” y calcula más de 40 prohibiciones de acceso y disfrute a bienes y servicios al año. “Esto no es más que la punta del iceberg de un fenómeno discriminatorio que ocurre con frecuencia en muchos lugares de España a hombres y mujeres gitanos (en piscinas, discotecas, bares, etc.)”, lamenta la organización, que insta a que toda la ciudadanía “tome conciencia” del impacto que tienen estos hechos en las víctimas y que los responsables de locales de restauración y de ocio “sepan que esta clase de conductas son ilegales y discriminatorias”.

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