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Adiós a las armas nace con el objetivo de contribuir a la construcción de un mundo más seguro, a través de la cultura de paz y el desarme, desde la investigación y difusión de los efectos perversos del militarismo y el armamentismo, prestando especial atención al comercio de armas, la financiación de las armas, el gasto y presupuestos militares, las fuerzas armadas, la industria militar, la Investigación y Desarrollo (I+D) de armamento, las operaciones militares en el exterior, con especial atención en el Estado español; también hacemos análisis de conflictos armados, el militarismo y armamentismo mundial y de las doctrinas de seguridad y defensa de España, la UE y la OTAN.

Adiós a las armas es un blog coral en el que escribimos investigadoras y colaboradoras del Centro Delàs de Estudios por la Paz, pero dónde también se pueden encontrar artículos firmados por autoras que hacen una lectura de los conflictos y las relaciones internacionales incorporando un análisis crítico desde la cultura de paz y la no-violencia.

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Arabia Saudí: de la deriva armamentista a la destrucción del Yemen

Vista de los destrozos causados por un ataque aéreo de la coalición árabe liderada por Arabia Saudí en Saná, Yemen.

Abel Riu

Centre Delàs d'Estudis per la Pau —

Durante las últimas décadas Arabia Saudí ha sido sinónimo de silencios mediáticos. Violaciones masivas de derechos humanos, contratos oscuros con empresas occidentales, corrupción, abusos contra los derechos de las mujeres, fomento del terrorismo yihadista más allá de sus fronteras, etc. todas estas realidades han sido por norma general silenciadas o siquiera minimizadas buena parte de la prensa generalista de España y en general de la Europa occidental. Esta es una tendencia que se ha ido rompiendo durante los últimos dos años gracias, a, en buena parte, diferentes campañas y al trabajo incansable de entidades, periodistas y algunos -en general pocos- partidos políticos, hartas y hartos de esta impunidad mediática.

Uno de estos silencios mediáticos que últimamente ha empezado a romperse esta relacionado con el estratosférico gasto militar y las importaciones de armas de Arabia Saudí. El anunciado Pivot to Asia anunciado por la administración Obama en 2009 hizo entrar en un cierto pánico en cuanto a su seguridad a algunos países de la Península Arábiga, acostumbrados hasta ese momento a delegarla al hermano mayor norteamericano. Países como los Emiratos Árabes Unidos o la propia Arabia Saudí lanzaron entonces una carrera militar con el fin de mejorar su capacidad defensiva y ofensiva, especialmente con la perspectiva a medio plazo de Irán consolidándose como principal potencia a la región.

Conflictos como los de Siria o Yemen han sido en buena parte el resultado de esta guerra no declarada entre potencias regionales -en especial Irán y Arabia Saudí, pero también Turquía, Israel, EAU y Qatar- en lucha para mantener o expandir su influencia en diferentes territorios en disputa de Oriente Medio.

En este contexto, y buscando consolidarse como principal potencia suní en el ámbito militar, Riad ha volcado en un gasto militar que en términos relativos supera la de EEUU o la URSS durante los años más álgidos de la Guerra Fría. A continuación se ponen de relieve una serie de datos que muestran la magnitud del gasto militar saudí durante la última década y media -especialmente a partir de 2009-, tanto a nivel total como en relación al tamaño de su economía, todas ellas extraídas de la base de datos del SIPRI (Stockholm International Peace Research Institute).

En primer lugar, con respecto al gasto total, Arabia Saudí se sitúa en estos momentos como el cuarto país del planeta con un gasto militar total más elevado, sólo por detrás de EE.UU., China y Rusia, las tres principales potencias militares globales. Con 646 miles de millones de dólares de PIB, Arabia Saudí es con diferencia el país con una riqueza nacional más baja de entre los diez países que componen el top 10 de gasto militar mundial. Esta circunstancia multiplica la magnitud del esfuerzo militar que el reino de los Saud está llevando a cabo con el fin de poder figurar en este listado, donde se encuentran 7 de las 10 economías más grandes del planeta.

Tras llegar a ocupar la tercera posición mundial en cuanto a su gasto militar en 2015, por delante de Rusia, en 2016 Arabia Saudí cayó de nuevo hasta la 4ª posición en buena parte forzada por la caída del precio del petróleo. De hecho, durante los últimos 15 años el gasto militar de Arabia Saudí ha vivido una evolución paralela en términos cuantitativos y un incremento progresivo similar al de la Federación Rusa. Este hecho es muy representativo teniendo en cuenta que Rusia es la segunda potencia militar del planeta según el Índice de Global Fire Power, mientras que Arabia Saudita se encuentra en la posición 24 según el mismo ranking.

En relación al ranking que muestra el esfuerzo que cada ciudadano debe hacer para afrontar el gasto militar nacional, Riad se encuentra a nada menos que en la segunda posición mundial. Con 1.978 dólares por persona, la magnitud del gasto militar per cápita saudí sólo es superada por la de Israel, quedando por delante de estados como Omán, Emiratos Árabes o Singapur.

En cuanto al gasto militar nacional en relación al PIB, Arabia Saudí de nuevo se encuentra en posiciones de cabecera a nivel global. Más de un 10% de la riqueza nacional saudí se destina a alimentar el presupuesto militar, una cifra sólo superada por la de Omán.

Por último, Riad se encuentra también en segunda posición del ranking mundial en cuanto a la dimensión del gasto militar en relación al total del presupuesto público. Así, el reino de los Saud destina la estratosférica cifra del 27% de su presupuesto nacional a gasto militar, de nuevo sólo por detrás de Omán y por delante de países como Sudán, Pakistán, Irán o Singapur.

Según cifras del mismo SIPRI el gasto militar saudí representa cerca de un 4% del total del gasto militar mundial, cuando su aportación al PIB mundial es de sólo un 0,42%. Como se puede observar pues, Arabia Saudí es el único estado del planeta que figura entre los cuatro países con un gasto más elevado en todos los rankings de gasto militar analizados, tanto totales como relativos.

En esta línea de fortísimo incremento de su gasto en defensa, durante los últimos años Riad también ha multiplicado sus adquisiciones de armas en el exterior, convirtiéndose en el segundo mayor importador de armas mundial en el quinquenio 2012-2016 , y llegando a copar nada menos que el 8,2% de las compras mundiales de armamento, sólo por detrás de la India. Cabe destacar que durante este período el Estado español ha sido su tercer principal proveedor (4,2% del total de importaciones saudíes), sólo por detrás de EEUU y el Reino Unido. La tendencia alcista es tal que durante los últimos dos años (2015 y 2016) Riad ya ha superado la India como principal importador de armas del planeta, siendo estos dos junto con China los tres países que más armamento han importado durante los últimos quince años a nivel mundial.

Las importaciones saudíes de los últimos años han contribuido a construir un arsenal considerable: cerca de 400 nuevos tanques Abrams M1A2 - en la actualidad se plantea adquirir nada menos que 800 tanques menos del modelo “Leopard-2A7”, aparte de 150 nuevos Abrams para suplir las pérdidas de la guerra en Yemen -. A estos se les suman 250 vehículos de combate ligeros, 600 vehículos de combate de infantería, 5000 transporte blindados de personal y más de 400 vehículos de mando y otros de auxiliares.

En cuanto a la artillería, Arabia Saudí cuenta actualmente con unos 500 cañones autopropulsados, 700 morteros, 80 lanzacohetes múltiples y 2500 misiles antitanque, entre otros. También dispone de 1000 sistemas portátiles de defensa antiaérea entre otros sistemas antiaéreos.

La fuerza aérea saudí cuenta con 68 Eurofighters “Typhoon”, unos 150 cazas norteamericanos F-15 y unos ochenta Tornado británicos, 90 aviones de transporte, 100 helicópteros y 150 aviones de entrenamiento, entre otros. Este arsenal se completa con un centenar de misiles de alcance intermedio (2.800 km) de fabricación china.

En términos de personal, las fuerzas armadas de Arabia Saudí han ascendido en número durante los últimos años hasta llegar a unos 233.000 unidades de personal activo en la actualidad, de los que 75.000 pertenecen al ejército de tierra. Más de 100.000 forman parte de la llamada Guardia Nacional, principalmente orientada a combatir las denominadas como “amenazas internas”, pero también utilizada en operaciones en el exterior, como el caso de la agresión saudí en Yemen. Por su parte, la horca aérea saudí cuenta con 16.000, y la marina unos 13.500. Y dispone de unos 15.500 paramilitares.

Una de las características de las fuerzas armadas saudíes es su extrema dependencia del exterior en cuanto a la adquisición de armamento y equipamiento militar. A día de hoy sólo un dos por ciento del gasto en equipamiento militar de Arabia Saudí proviene de proveedores nacionales, haciendo que el reino saudí haya convertido casi totalmente dependiente de las industrias militares extranjeras, especialmente las occidentales.

El objetivo de la familia Saud (plasmada en la estrategia denominada como “Visión 2030”) es reducir su dependencia en relación al armamento y equipamiento exterior, construyendo su propia industria militar para abastecer sus crecientes aspiraciones hegemónicas a la región. Sin embargo, este objetivo parece poco realista como un 87% del presupuesto saudí proviene de las exportaciones de petróleo, con un precio muy volátil, lo que dificulta la puesta en práctica de este objetivo.

Aún así, estas compras de armamento saudíes en el exterior tienen también otro objetivo alejado de las cuestiones puramente militares. Los contratos de miles de millones de euros firmados por Arabia Saudí con países occidentales y empresas armamentistas norte americanas, británicas, canadienses, españolas o francesas, buscan también incrementar el leverage saudí sobre estos estados en la arena política internacional. Este factor, junto con la firma de contratos multimillonarios con empresas occidentales en otros sectores como las comunicaciones, la logística o los transportes- explican en buena medida el apoyo de algunos países europeos a la inclusión de Arabia Saudí en la Comisión de los derechos de las Mujeres de Naciones Unidas o en una de las presidencias de la Comisión de derechos Humanos. También explica el silencio de muchos países de la UE ante las amenazas sauditas contra la ministra de exteriores Margot Wallstrom sueca cuando ésta denunció públicamente en 2016 las violaciones de los derechos de las mujeres que se cometen en ese país.

La dependencia saudí en el aspecto militar tiene una incidencia negativa en sus capacidades en el campo de batalla. A menudo se dan dificultades para adoptar las armas extranjeras a las condiciones locales, siendo también menos capaces de mantener sus equipos en situación de combate. Esta debilidad ha queda patente en el conflicto de Yemen. El uso masivo de material militar por parte de la coalición liderada por Riad no ha conseguido reducir de forma significativa el territorio bajo control de los rebeldes Houthi. En estos más de dos años desde el inicio de la agresión saudí contra el Yemen, Riad ha perdido más de 20 tanques (menos 5 “Abrams”), 9 vehículos blindados ligeros, y 150 otros vehículos blindados, un caza de combate F15 y 5 helicópteros. Las pérdidas en la vida humana son desconocidas, pero posiblemente se trate de miles, delegando una parte importante del peso militar sobre el terreno a mercenarios llegados de América Latina.

Más allá de su fracaso saudí sobre el terreno bélico, el uso masivo del arsenal saudí en Yemen si que ha demostrado su eficiencia a la hora de provocar de una de las catástrofes humanitarias más graves que se vive en estos momentos el planeta. La operación de los saudíes y sus aliados en Yemen -especialmente la acción de la artillería y de la aviación - ha cobrado la vida de más de 13.000 civiles y han dejado 40.000 heridos, según datos de Naciones Unidas. Unos 18 millones de personas necesitan algún tipo de asistencia humanitaria, creando la situación más grave de emergencia alimentaria que hay ahora mismo en el planeta.

El alto comisionado para los derechos humanos de la ONU ha denunciado numerosas violaciones del derecho internacional humanitario por parte de los saudíes y sus aliados, habiendo cometido también múltiples crímenes de guerra. Estos incluyen ataques masivos sobre áreas residenciales e infraestructural civil, el uso de minas y bombas de racimo, ataques con drones contra civiles, etc. Más de 274 hospitales o centros médicos y 1600 escuelas han sido total o parcialmente destruidas por los bombardeos, dejando sin posibilidad de escolarización a unos dos millones de niños. El embargo naval impuesto por los saudíes y sus aliados sólo hace que empeorar la situación humanitaria sobre el terreno, dificultando la llegada de alimentos. En paralelo, cada vez hay más evidencias de que el reino de los Saud ha bombardeado de forma sistemática múltiples granjas y la poca infraestructura agrícola que aún funciona, buscando de forma deliberada empeorar las ya de por sí desesperadas condiciones de la población local en aquel país. Miles de millones de dólares invertidos en armamento pues, que de momento y por encima de todo han servido y están sirviendo para generar destrucción, muerte y miseria entre la población yemení.

 

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