Jaume Collboni sigue sin poder aprobar unos presupuestos en Barcelona por mayoría en el pleno. El alcalde socialista ha visto este viernes como la oposición le tumbaba unas cuentas de 2026 para las que solo contaba con el apoyo de ERC, puesto que los Comuns anunciaron justo antes de empezar que no habían alcanzado ningún acuerdo con el Ejecutivo.
Como respuesta, Collboni ha anunciado que se activará una cuestión de confianza vinculada a los presupuestos, un mecanismo previsto para ejecutivos municipales en minoría para sacar adelante las cuentas si no se forma una mayoría de gobierno alternativa. “Barcelona tendrá los presupuestos que necesita”, ha proclamado al finalizar la votación.
No será la primera vez que recurra a esta vía. Ya lo hizo para aprobar los de 2024. En 2025, también sin los apoyos suficientes –e igualmente habiendo alcanzado un pacto con ERC pero no con los Comuns–, tuvo que prorrogarlos.
La votación en el plenario de este viernes se ha saldado por lo tanto con 15 apoyos, los de PSC y ERC; nueve abstenciones, las de los Comuns, y 17 votos contrarios, los de Junts, PP y Vox.
“Tres intentos, certo acuerdos presupuestarios conseguidos”, le ha reprochado al Gobierno la portavoz de los Comuns, Gemma Tarafa, que estos días pedía aplazar la votación para encarrilar las negociaciones. El teniente de alcaldía de Economía, Jordi Valls, le ha respondido: “No ha sido falta de tiempo, es porque debemos salir de nuestras zonas de confort, es estéril dilatar una negociación si hay elementos que vemos difícil que puedan madurar”.
Los socialistas contaban ya con el sí de ERC, que como en los ejercicios anteriores llegó a un acuerdo con los de Collboni a cambio de varias medidas. Entre ellas, destinar más de un 30% de las partidas a vivienda (240 millones), aumentar las ayudas para promocionar el catalán o crear un fondo de compensación para los efectos del turismo.
Sin embargo, con los Comuns las conversaciones han sido menos fluidas. Tarafa les ha criticado no solo la falta de tiempo, sino no haber aceptado varias de sus demandas, o a los sumo comprometerse a estudiarlas. Entre ellas estaban el compromiso de prohibir las compras especulativas de vivienda –no solo crear una comisión para evaluarlo–, poner fin a la promoción turística de Barcelona desde el consistorio o peatonalizar las calles de Sants o Passeig Maragall.
Valls, por su parte, ha reiterado que algunas de estas propuestas, ya sean las peatonalizaciones o la prohibición de las compras de segundas o más viviendas, deben llevarse a cabo de forma “segura, solvente y con seguridad jurídica”, algo que asegura que con los tempos planteados por los Comuns no ocurriría.
Con todo, el alcalde ha querido dejar claro que mantendrán en el proyecto de Presupuestos algunas medidas que sí habían consensuado ya con los Comuns. Se trata de 100 millones para la compra de vivienda por tanteo y retracto, regular la limitación de compras especulativas –una vez se apruebe en el Parlament una iniciativa parecida–, o reforzar la atención al sinhogarismo con 12 nuevos profesionales.
La de Collboni con los presupuestos ha sido hasta ahora una historia de frustraciones o, según la oposición, de fracasos. La primera vez, con los de 2024, tuvo que someterse a una cuestión de confianza para sacarlos adelante, puesto que solo contaba con el sí de ERC. Y el año siguiente, para los actuales de 2025, los tuvo que prorrogar al tener de nuevo solo el apoyo republicano y no el de los Comuns.
En el capítulo de las ordenanzas fiscales, por contra, el entendimiento sí ha sido posible con los Comuns. Y no solo este año, sino también en los ejercicios anteriores. De cara al plan fiscal de 2026, los socialistas, además de alcanzar un acuerdo con ERC, pactaron con ellos medidas como una subida del IBI a los hoteles o estudiar este mismo impuesto progresivo a los que tienen más de una vivienda.