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Festival Cruïlla: calidad asequible

El concierto de Snoop Dog./Pere Masramon

Sergio Collado

El line up del evento que reúne artistas de muy diversos géneros tanto nacionales como foráneos, ha acabado siendo no sólo filosofía de los organizadores sino una propuesta altamente válida para el público de la ciudad, que busca salida a las noches de julio junto a unos precios francamente accesibles. Si a simple vista parece un pastiche, retrata la realidad de un público que no atiende exclusivamente a un tipo de música a la hora formar su propia discoteca.

El Cruïlla ha demostrado una enorme capacidad para reunir un cartel heterogéneo con artistas que van de la música étnica al hip hop, del rock’n’roll, al anti-folk de la última hornada catalana, así como música electrónica y reggaeton; tal y como indica su nombre, es actualmente una buena encrucijada de senderos musicales.

El festival que en sus seis ediciones ha ido creciendo de manera paulatina hasta contar con tres grandes escenarios, ha recibido a unas 31.000 personas, con menos gente el viernes que el sábado y sin que en ningún momento se viviera sensación de masificación o de colapso por el aforo. También a diferencia de otros festivales, el público del Cruïlla está ampliamente formado por locales.

El espacio, siendo mucho menor que el del Primavera Sound, se convierte en algo más “humano” y abarcable. Mientras que en el festival que le precede anualmente los espacios del recinto son enormes y desplazarse es complicado y hay que escoger muy bien qué directos se quiere ver puesto que muchas de las ofertas suceden en paralelo; aquí de un extremo a otro no se tarda demasiado y, si coinciden propuestas, no son más de dos.

Por otro lado, la diferencia respecto a otros festivales ha sido el precio bien ajustado de las entradas. Un bono de dos días a las puertas del evento finalmente se podía comprar por 65€ y meses antes había tenido un precio de arrancada de 30€ por internet también para las dos jornadas. Un monto asequible y muy al bolsillo de buena parte de los asistentes.

Dos días de collage musical

El tono de la música del viernes fue subiendo progresivamente hasta un final lleno de movimiento. Quizá le faltó lo que al sábado: tener alternativas al escuchar y que se pudiese ir a bailar en un proceso continuo. Los grupos fueron Quart Primera, Ernest Ranglin, Pau Vallvé, Toundra, Ramon Mirabet, Standstill, The Suicide of the Western Culture y Joan Colomo.

De esta primera noche destacamos a los catalanes con toque psicodélico El Petit de Cal Eril. Acto seguido, Cat Power sonaron mal, les faltó la energía y la voz que acompañaban a Chan Marshall y ahora parecen haberse diluido. Sin embargo, con la puesta de sol sirvieron para dar la bienvenida al grueso de público. Rufus Wainright, estuvo en su línea de cantautor de guitarra y piano que bajó las revoluciones de los presentes, mientras que luego James Morrison y Billy Bragg sirvieron de transición hacia uno de los cabezas de cartel, Suede. Estos resultaron una llamada a los años 90 y su espectáculo sonó bien, con un Brett Anderson entregado a la causa de los hits que forman parte de toda discografía que se precie. Fue un directo seguido sentidamente de principo a fin.

Wyclef Jean & The Refugee Camp era uno de esos casos de conocido/desconocido que se reveló en un concierto que hizo bailar y participar poniendo a punto a la gente para entregarse al sonido electro rock de Who Made Who. El último espectáculo de la noche estaba dirigido por Buraka Sound Sistema que, en un despliegue colosal de energía, tuvieron en la palma de su mano a un público al que exprimieron e hicieron sudar hasta la última nota.

El sábado se mantuvo el tono general óptimo de los conciertos. Desde la apertura de puertas hasta su cierre, siempre hubo opción de “escuchar” y de “escuchar y bailar”. Esta segunda noche tocaron Els Catarres, Tiken Jah Fakoly, Shelah Sue, Maïa Vidal, Joan Dausà, Los Mambo Jambo, Fermín Muguruza (Kontrakantxa) y Tiger Menja Zebra

La locura de Bregovic

Las que más destacaron fueron las actuaciones de Goran Bregovic con la Wedding & Funeral Orchestra, con música balcánica y aún con la ultima luz de la tarde lanzó a desgañitarse en bailes al público, en lo que fue uno de los momentos de mayor “locura” del festival. Por su lado, otra cabeza de cartel como Morcheeba atemperó a la gente con su trip hop que era para un horario seguramente previo. Como alternativa a Morcheeba hubo una de las sorpresas desconocidas para la mayoría; Rokia Taoré se adueñó de la platea con sus ritmos africanos y con unos ritmos que era difícil no hacerse propios.

Se entró en la segunda fase de la noche con Snoop Dogg, otra de las estrellas del festival. Se le temía el giro realizado hacia un estilo más reggae... Fueron temores infundados, se vivió un conciertazo de hip hop de primer orden. Tras la estupenda transición de rock blues de Trombone Shorty con sus toques souleros y de baile fácil, llegó un Tego Calderón que hace bandera del más reggaeton tropical. Todos y cada uno de los cuerpos presentes se menearon a con los ritmos algo horteras y efectivos. Finalmente, el colectivo electrónico Nasty Mondays DJ’s, conocidos en la escena barcelonesa, supieron cerrar el festival con una sesión digna de una espléndida noche de verano.

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