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El deporte de base se prepara para prevenir el acoso sexual

Equipo de waterpolo femenino del UE Horta

Pau Rodríguez

Los más de 800 deportistas del club barcelonés Unió Esportiva Horta recibieron el pasado mes de septiembre, dentro de la clásica carpeta con información de la entidad que se les reparte al inicio de la temporada, un documento prácticamente inédito en el mundo del deporte de base en Catalunya: un protocolo para la prevención y el abordaje del acoso y del abuso sexual. “El objetivo es que la entidad progrese en la igualdad de género, en la sensibilización con respecto al acoso sexual y en dar más seguridad a los jóvenes”, sostiene Josep Maria Castellà, vicepresidente del club. Si, según los expertos, todos los estamentos de la sociedad deben estar convocados en la lucha contra el acoso y los abusos sexuales, el deporte de base -que ocupa las tardes de miles de niños y niñas- no puede ser excepción.

Pese a que no suele haber estudios concluyentes sobre el alcance del acoso sexual -por la dificultad de las víctimas de expresarlo-, una encuesta realizada en la Universidad de Vic con las estudiantes de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (CAFE) evidenció que alrededor de un 33% de las alumnas aseguraba haber sufrido acoso sexual como deportista, y hasta un 1% reconocía haber recibido proposiciones sexuales a cambio de privilegios en su actividad. Ante esta problemática han reaccionado clubes como la UE Horta, con el asesoramiento del Ayuntamiento de Barcelona, que precisamente la semana pasada presentó una serie de recursos pedagógicos para sensibilizar sobre esta lacra a directivos, entrenadores, familias y a los propios niños y jovenes que integran las entidades deportivas. 

El deporte, no sólo el de base, ha naturalizado menudo actitudes machistas o homófobas. “Correr como una niña” o “chutar como un maricón” son expresiones desgraciadamente presentes en algunos entrenamientos o competiciones. Ridiculizaciones que a partir de ahora quedan recogidas como acoso por razón de sexo o de orientación sexual en protocolos como el de la UE Horta, donde también se informa de situaciones que pueden dar pie al acoso sexual: difundir la vida sexual de alguien, las miradas lascivas, el contacto físico deliberado y no solicitado -desde pellizcar alguna parte del cuerpo hasta masajes no deseados-... “La línea es muy fina”, reconoce Castellà, “pero los deportistas deben tener claro que si les pasa alguna de estas cosas, o si presencian alguna, se pueden dirigir a figuras de referencia del club para contarlo”. En este sentido, como parte del protocolo, el club cuenta con delegados -en función de la modalidad deportiva- a quien los jóvenes saben que pueden dirigirse en confianza si han sido víctimas de acoso. 

Hacer aflorar las denuncias de este tipo siempre es complicado, pero en el deporte lo puede ser más por la relación que se establece entre el entrenador y los niños y niñas. “Muchas veces el entrenador se convierte en una especie de ídolo, una figura heroica en quien se deposita una gran confianza”, una especie de vínculo incuestionable que, según recoge el manual del Ayuntamiento, “permite que la agresión no sea descubierta”. En este sentido, los materiales pedagógicos, según su autora, la socióloga de la Universitat de Vic Montserrat Martí, son un primer paso para “dar herramientas para la detección del acoso”, pero sobre todo para aportar información y “sensibilizar a la comunidad deportiva” sobre este problema.

Los recursos elaborados por Martí incorporan algunas dinámicas de grupo para trabajar en el seno de los equipos. Es el caso de actividades como el semáforo, donde con cartulinas de colores (rojo es inadecuado; verde, adecuado, y amarillo, depende) se pregunta a los jóvenes sobre su parecer ante ciertas conductas: qué pasa si una entrenadora entra sin avisar en el vestuario de un equipo masculino, si un entrenador participa en bromas sexuales dentro del grupo de WhatsApp de su equipo siendo él el único adulto, si un entrenador invita a los chicos de su equipo a mirar una película en su casa, si una jugadora de 15 años se enamora del entrenador de 21 y éste le responde con atenciones y abrazos, si un entrenador se queda a menudo con la misma jugadora al entrenamiento para trabajar aspectos técnicos... Son todos ellos supuestos sobre los que se pretende que los chicos y chicas debatan y se expresen.

Martí lamenta que el trabajo de prevención de estas conductas en el deporte es casi inexistente en nuestro país. Las diferentes federaciones deportivas españolas han elaborado sus protocolos, pero este es de los pocos pasos que han dado. Muchos clubes no tienen noticia de estos documentos, y mucho menos los han difundido entre sus afiliados. Es por ello que el Ayuntamiento se ha tenido que fijar en modelos internacionales como Sport Respects Your Rights, un proyecto en el que se implicaron seis países europeos y que movilizó a jóvenes deportistas y entrenadores en un proceso participativo para detectar las conductas habituales de acoso, así como un proceso de formación para que fueran los propios chicos y chicas los que pudieran realizar con sus compañeros el trabajo de prevención. 

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