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La jueza avala que un conseller llamara “estafador” al 'curandero de la lejía': “Resguardó la salud de la población”

Josep Pàmies, en la Feria de la Alimentación y la Salud de Balaguer en 2018

Oriol Solé Altimira

Barcelona —

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Llamar “estafador” y “farsante” al curandero Josep Pàmies no vulneró su derecho al honor. Así lo ha sentenciado el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC), que ha desestimado la demanda del agricultor contra el conseller de Salud, Manel Balcells.

La sentencia, de la que ha sido ponente la magistrada Maria Eugènia Alegret, concluye que las declaraciones Balcells “no tenían por objeto injuriar” a Pàmies, sino “resguardar la salud y el bienestar de los ciudadanos”, algo que, recuerda la magistrada, es “un deber de los poderes públicos” establecido en la Constitución y el Estatut.

Josep Pàmies es un agricultor leridano que se ha convertido en uno de los principales gurús de las pseudoterapias en España. Defiende la eficacia –no demostrada científicamente– de distintas plantas y del dióxido de cloro –que puede ser perjudicial–, como cura milagrosa de dolencias de todo tipo, desde el cáncer hasta el ébola, pasando por la malaria o la COVID-19.

La divulgación de las pseudoterapias que realiza Pàmies le ha valido una investigación de la Fiscalía, que se archivó, y varias multas de la Generalitat, una de ellas de 300.000 euros que fue confirmada por el TSJC.

Su última iniciativa, el pasado mes de septiembre, fue promover el tratamiento del autismo con clorito de sodio (MMS), el oxidante componente de la lejía que emplea el gurú para usos pseudocientíficos. La conselleria de Salud reaccionó prohibiendo a Pàmies el acto donde iba a difundir su pseudoterapia. Balcells cargó contra Pàmies y sus pseudoterapias y tildó al curandero de “farsante” y “estafador”. El curandero replicó con una demanda contra el conseller.

En el conflicto entre libertad de expresión y de información con el derecho al honor que planteaba el caso, la balanza debe decantarse por los primeros, concluye la sentencia, toda vez que el tema de la charla de Pàmies era de interés público y general; la información facilitada por el conseller “era veraz y se hallaba” dentro de sus responsabilidades administrativas; y sus palabras, aunque “duras o contundentes”, están “plenamente relacionadas” con la charla prohibida por publicitar una “práctica engañosa”.

El hecho de que la terapia de Pàmies con dióxido de cloro tenga “efectos no solo inexistentes, sino perjudiciales para la salud”, ahonda la sentencia, excluye ya que la intromisión en el honor del curandero sea ilegítima. En suma, concluye la sentencia, las palabras de Balcells “no fueron gratuitas ni desconectadas de las ideas divulgadas, sino que se reputan proporcionadas” para captar la atención de los medios y transmitir un mensaje de protección de la salud a la población.

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