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Pasillo de enlace de Passeig de Gràcia, escarnio del transporte público

Indicador conjunto de TMB y Rodalies

Xavier Febrés

El pasillo más largo, antipático, incómodo, lúgubre y discutible del metro de Barcelona permanecerá intacto tras las obras en curso hasta el mes de setiembre en la estación de metro Passeig de Gràcia. Unas obras dotadas con un presupuesto de 2,6 millones de euros por la empresa pública Transports Municipals de Barcelona. Servirán para rehabilitar el vestíbulo más cercano a la Casa Batlló visitada por los turistas, restaurar las baldosas de cerámica originales de la estación abierta en 1924, construir un nuevo centro de control, cambiar los tornos de entrada y poner al día la instalación eléctrica, sin intervenir para nada en el polémico pasillo.

El enlace más largo, desangelado, monótono y triste de toda la red, de 256 metros, fue instaurado en 1973 no para conectar de manera funcional con las nuevas líneas, sino para preservar los intereses del gran parking subterráneo privado de cuatro plantas, construido en concesión de terreno público. La longitud del pasillo se habría reducido a menos de la mitad si hubiera adoptado una línea recta más lógica, en vez de rodear la parte del subsuelo ocupada por el parking desde 1967, como hizo en perjuicio de los usuarios mucho más numerosos del transporte público.

Decidieron construir un corredor del doble de longitud entre el vestíbulo de Consell de Cent de la Línea 3 y el vestíbulo de Gran Vía de la Línea 4, a la altura de la planta -2 del aparcamiento. El desaguisado se vio reconfirmado en 1995 con la apertura de la Línea 5.

Se trata de una de les estaciones de metro más transitadas, con carácter de intercambiador con la de tren de RENFE. El vestíbulo de RENFE fue reformado en 2014, sin intervenir tampoco en el tristemente famoso pasillo.

Nadie ha reconocido hasta hoy el error. Menos aun se ha planteado remodelar la situación, a pesar de los ríos de literatura sobre la accesibilidad intermodal que se han vertido en todos los planes de infraestructuras aprobados y por aprobar.

En 2007 el Departament de Política Territorial i Obres Públiques de la Generalitat estudió una reforma integral del intercambiador de Passeig de Gràcia. Incluía la construcción de un nuevo pasillo bajo el aparcamiento subterráneo que fuese más corto, más ancho y equipado con cintas transportadoras, apto asimismo para personas con movilidad reducida. No se habló más.

El pasillo de enlace de una estación tan céntrica como Passeig de Gràcia sigue representando, desde 1973, una penalización del transporte público. Que la reforma parcial en curso de la estación ni siquiera cite la anomalía, alcanza la categoría de escarnio.

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