Actualmente en nuestro país coexisten dos crisis que impactan en nuestra democracia. Además de la dura crisis económica existe una también preocupante crisis de desconfianza y desafección en las instituciones.
No comparto la tesis de que una vez pasada la crisis económica automáticamente pasara página la crisis institucional. Esta empeora la percepción de la ciudadanía respecto a la política, tanto por la percepción extendida que los partidos y gobiernos han ejercido más el poder por sus intereses que por la defensa de los derechos y necesidades de la ciudadanía, como por la sensación de su incapacidad de tener recetas alternativas al sistema actual.
Urge cambiar, y cambiar rápido; cambiar y legislar. No podemos quedarnos en promover leyes que entraran en vigor en 2 o 3 años. La urgencia de la enfermedad no permite un tratamiento estándar sino una operación de urgencia. Las respuestas están siendo demasiado lentas, la ciudadanía no percibe un cambio de actitud de los partidos ni los gobiernos. Pronto se cumplirán 3 años del 15M y una movilización que si hubiésemos observado en otro país, hubiéramos calificado de revolucionaria, no ha tenido las respuestas adecuadas ni en contenido ni en formas a las necesidades y a los problemas denunciados. Debemos promover la democracia abierta, la democracia de la nueva sociedad red, democracia con gobiernos abiertos, partidos abiertos y no solo eso – todas las instituciones deben ser abiertas (Banco de España, Tribunal de Cuentas, monarquía…).
Una nueva sociedad, reflejo de la revolución tecnológica, convive con instituciones de la vieja sociedad. Los cambios en la sociedad están produciéndose a una velocidad vertiginosa y desconocida hasta nuestros días, y mientras, las instituciones si cambian, pero demasiado lentamente.
El uso generalizado de las TIC ha desencadenado un cambio de era que afecta al conjunto de la sociedad, pero especialmente afecta a como las personas se comunican y se relacionan, aspectos centrales en la democracia y la vida pública. Especialmente son dos los cambios que han generado las TIC que afectan a la política.
El primero es la velocidad. En la nueva sociedad todo va más rápido y las instituciones siguen a un ritmo de sociedad analógica. La paradoja es la tremenda distancia existente entre la posibilidad de hacer un “me gusta” a un tema de actualidad en las redes y la posibilidad de opinar tan sólo votando cada 4 años que ofrecen las instituciones.
El segundo es la crisis de representatividad. Tiene el origen en la crisis del concepto de intermediación que ha causado internet, permitiendo un contacto directo i saltándose intermediarios. Esto pasa con la prensa, los sindicatos, las agencias de viaje y también con los partidos políticos. Hacer falta redefinir el modelo de gobernar basado sólo en representar y que delega la responsabilidad, pasándolo a un modelo de cooperando con la ciudadanía, un modelo de democracia abierta más transparente e interactiva.
La democracia abierta debe ser un modelo basado en la realidad de la nueva sociedad red y que responda a tres principios básicos en la forma de gobernar: transparencia, colaboración y participación. La democracia abierta requiere de instituciones que adopten un modelo de gobierno abierto, así como partidos que se transformen en “partidos en red y partidos abiertos”.
La socialdemocracia, como defensora de lo que es público, debe definir y liderar este cambio, adecuando el modelo de gobernanza a la dinámica de la nueva sociedad red. Esto no significa que atribuya mayor responsabilidad, ni que no contemple que son necesarios consensos en los cambios de funcionamiento de la democracia, sino que quienes a lo largo de la historia han promovido los grandes cambios políticos y sociales, quienes más creen en el papel del estado y en las políticas públicas son quienes más han de requerir de instituciones adaptadas a la nueva sociedad.
La izquierda tienen el deber de liderar estos cambios. En los últimos años ha habido una ebullición política, más personas participan y hablan de política, y han aparecido nuevos movimientos ciudadanos. Pero su existencia no pasa por su participación en los partidos de izquierdas. En situaciones como las que estamos viviendo, en Italia subió el Movimiento 5 Estrellas y eso sólo perjudicó a la izquierda e hizo mejorar al populista Berlusconi. Italia ha sido el ejemplo de cómo ganan los populismos y derivan en el desgobierno.
La izquierda tiene el deber de cambiar las formas de hacer. O cambiamos o nos recambian. Tenemos la responsabilidad de renovar los partidos de izquierda, sólo de esa forma podremos aglutinar para dar respuestas a tantas personas que necesitan de nuestras respuestas. Solo una izquierda que aplique la nueva política puede volver a ser fuerte, ser alternativa y tener posibilidades de volver a gobernar a favor de una sociedad más justa y solidaria.
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