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La mejor decisión para el país

El presidente de la Generalitat, Quim Torra, entra en el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya para declarar

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En los próximos días el president de la Generalitat podría decidir la fecha de las próximas elecciones al Parlament de Catalunya. Una decisión que se tome, o no, marcará la gobernabilidad de nuestro país durante los próximos meses. En política y, de hecho, esto se podría aplicar en la mayor parte de dimensiones de nuestra vida, la toma de decisiones no se basa en pasar de la situación actual a una situación ideal, sino en saber elegir la mejor opción de entre las opciones posibles. Es decir, cuando tenemos que elegir entre diferentes opciones disponibles, debemos decantarnos por aquella con la que salimos mejor y más fortalecidos.

En el momento en que escribimos estas líneas, el president Torra espera recibir noticias de una más que probable inhabilitación. Una inhabilitación por haber mantenido puesta unas horas una pancarta en la que se pedía la libertad de los presos políticos.

Una sentencia injusta que demuestra la debilidad democrática de un poder judicial que no investiga las corruptelas de la monarquía, ni ataca con firmeza las malas prácticas bancarias, pero no duda a la hora de atacar cualquier muestra de libertad de expresión. Una sentencia injusta que el Tribunal Supremo de seguro no rectificará, sino que avalará y aplaudirá.

Hasta que se confirme la inhabilitación, el president tiene la potestad de decidir la fecha de las próximas elecciones. En caso contrario, una vez que el Supremo ratifique la sentencia condenatoria, ésta será firme y se activará el procedimiento previsto que acabará con unas nuevas elecciones. Y esta situación nos lleva al peor escenario: Catalunya quedará sin president y con un gobierno en situación provisional durante un período que podría superar los cuatro meses.

Sea cual sea la decisión, parecería de sentido común tener en cuenta cuál es la que nos deja en mejor situación. La que deja en mejor situación al país; no a unos partidos o a la mitad de un gobierno. De lo contrario, estaríamos haciendo pagar una anomalía democrática a la ciudadanía.

Una anomalía democrática que nos llega en medio de una pandemia que ha hecho que vivamos en una situación de incertidumbre y de dudas generalizadas que no pueden encararse con unas instituciones débiles o un gobierno descabezado. No podemos parar el país y necesitamos un gobierno que dé respuesta a las necesidades y los retos de un nuevo tiempo. Somos una sociedad que ha cambiado mucho en los últimos años, unos cambios que se aceleran en cada crisis que vivimos. Ni las dinámicas sociales o económicas, ni la concepción del trabajo, ni las estructuras sociales y familiares o las formas de interacción son las mismas (ni lo volverán a ser) y no podemos poner el país en pausa.

En este contexto, es injusto e incomprensible estar hablando de un president inhabilitado por retirar una pancarta unas horas tarde. Y es un escándalo que los tribunales decidan quién es presidente, o no, de Catalunya. Pero si el Tribunal Supremo inhabilita Torra, no podemos quedar paralizados y no podemos permitirnos el lujo de bloquear las instituciones catalanas. Los próximos meses necesitaremos más que nunca un gobierno para dar respuesta a la situación delicada por la que pasamos. Quedarnos meses con un gobierno provisional no nos hace más fuertes como país. En plena pandemia y crisis económica no es momento de gesticulaciones ni de “jugadas maestras”, es momento de estar a la altura y tener un gobierno fuerte que haga políticas que protejan la ciudadanía e impulsen la economía catalana.

Después de todo, la política tiene sentido si es útil. En este sentido, cuando hablamos de la mejor estrategia soberanista no deberíamos hablar sólo de lo que deben hacer unos partidos, o una parte del país. Hablamos de cuál es la mejor estrategia para el futuro de Catalunya. Construir un país nuevo, tomar decisiones, encarar una pandemia, reactivar la economía y combatir la represión se hará con un gobierno fuerte, no con una situación de provisionalidad absoluta.

La fecha de las elecciones y la posibilidad de dejar el país durante meses con un gobierno provisional es algo demasiado serio como para que sea una decisión que tome el Tribunal Supremo o que se tome en función de los intereses internos de un partido. Hoy lo que está en juego, lo que depende del president de la Generalitat, es la decisión sobre la fecha de las próximas elecciones. La cuestión es si las convocamos ahora para tener un gobierno fuerte lo antes posible o nos resignamos a meses de provisionalidad. Lo que tenemos que valorar es si avanzamos o retrocedemos con cada opción disponible. Si salimos más fuertes o más débiles.

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