Los periodistas de TVE se plantaban en defensa de su libertad el pasado día 28 de noviembre. Al día siguiente se cumplía el primer aniversario del cierre de Canal 9. Son dos caras de la misma moneda. De la obsesión del Partido Popular en convertir los medios públicos en instrumentos de propaganda. A cualquier precio. Incluso, al precio de provocar la ruina del canal de televisión. Lo primero que hizo Mariano Rajoy con su mayoría absoluta fue acabar con la 'primavera' de independencia profesional que habían vivido los informativos de TVE con Fran Lorente y todo su equipo. Desde entonces, TVE no deja de perder audiencia y credibilidad. En Valencia esta historia empezó mucho antes. El PP convirtió Canal 9 en su gran instrumento de poder. Con manipulaciones que superaban todos los límites de la vergüenza. Y cuando el monstruo se hizo insostenible, o incontrolable, decidieron matarlo. Lo consideraban suyo. Y en ningún momento pensaron que era de los valencianos.
En aquellos únicos 24 días de libertad que vivieron los periodistas de Canal 9 explicaron todo lo que no habían podido contar. Rompieron, de repente, todos los años de silencios. Silencios fruto del miedo porque todos sabían que los disidentes acababan perdiendo el puesto de trabajo. Algunos callaron para salvar el empleo. Y quizás ahora piensan que, precisamente, ese fue el error que les llevó a perderlo. Porque aquella realidad que explicaban en los telediarios no era la que vivían los valencianos y eso les hizo vulnerables, frágiles. Tanto, que el Gobierno de la Generalitat se atrevió a cerrarlos. La distancia entre la realidad inventada y la inevitable era de unas dimensiones que ni el PP se veía con fuerzas de salvarla con la manipulación. Y prefirió el silencio definitivo.
Los periodistas de TVE saben que si renuncian a explicar la realidad, ésta se les girará en contra. La protesta a las puertas del despacho de un jefe de informativos que actúa como comisario político fue un acto de dignidad, una reivindicación del periodismo frente a la propaganda y, también, un grito de supervivencia. Los medios públicos sólo tienen sentido si están al servicio de la totalidad de la sociedad, no de una parte, la que sintoniza con el poder del momento. Si reflejan la pluralidad; si contribuyen a la cohesión social y no al enfrentamiento. Si buscan la equidad y no la imposición del más fuerte; si sus periodistas son libres e independientes, y no activistas de una causa, por honorable que sea; si, en definitiva, son un instrumento de veracidad y no de manipulación.
El Partido Popular se saltó todos estos principios en Canal 9 y en Telemadrid. Ahora intenta hacerlo en TVE y los periodistas se han plantado. Es una gran noticia para ellos y para el conjunto de la sociedad. Las televisiones públicas son necesarias en un escenario de duopolio. Con dos grandes conglomerados que se reparten el mercado publicitario y la audiencia, resulta vital una TVE potente que ponga el acento en el servicio público y que haga de contrapeso, de contrapoder. Y son necesarios los medios públicos en Catalunya, Euskadi, Galicia, Andalucía... que expliquen realidades que, de otro modo, nunca saldrían a la luz; que sean espejos fiables de las sociedades que reflejan. Para que sea así, los periodistas de todos los canales públicos deben tener muy presentes las dos caras de la moneda que significan TVE y Canal 9. Para preservar su futuro, y, por encima de todo, por el bien de la calidad democrática.