La Xarxa passa pel Ribot. Perdonad el juego de palabras, pero no lo he podido evitar. Passar pel ribot, en catalán, significa pasar por el cepillo. Y Rafael de Ribot es el director general de la Xarxa de Comunicació Llocal. Francisco Pena, el consejero delegado. Quizás he equivocado los cargos pero imputadlo, en parte, a los cambios continuos de sombreros en la empresa en la que he trabajado los últimos 17 o 18 años, que la memoria ya me juega malas pasadas.
Digo “trabajado” porque el pasado miércoles 19 de junio fui despedido. Yo y 14 compañeras y compañeros. El despido se produjo dos días antes de que los trabajadores debatieran en asamblea si daban el visto bueno a una propuesta de convenio colectivo pactada entre el comité que los representa y la dirección de la empresa.
Este convenio debía servir para evitar el Expediente de Regulación de Empleo que preveía despedir a 77 de los poco más de doscientos trabajadores de la empresa a cambio de una reducción notable del gasto en sus sueldos. Un recorte salarial a cambio de no echar a nadie.
Pero dos días antes de la asamblea comenzaron a sonar los teléfonos de la redacción. Gritaban a los periodistas al despacho del gerente, Xavier Escribà. Volvían llorando, con los ojos clavados en el suelo... o no volvían.
A mí me tocó de los últimos, justo después de un compañero treinta años más joven. A todos nos digeron lo mismo. Que debían “amortizar” nuestro lugar de trabajo.
No hacían ERE pero despedían 15 trabajadores para la reforma laboral permite hacerlo siempre que los despidos no afecten el 10 por ciento de la plantilla.
La asamblea decidió el viernes siguiente aprobar el nuevo convenio, reducir la masa salarial a cambio de que no se aplique el ERE e introdujo la reclamación que no se hagan más “despidos objetivos” (curiosa forma de justificar los de los 15 periodistas despedidos el pasado día 19). Confiamos en que el triángulo Pena-Ribot-Escribà no dude en despedir a 15 trabajadores más cuando pueda, aduciendo otros excusas. Si lo tengo bien entendido, puede hacerlo cada tres meses.
Y Christine Lagarde, desde la atalaya de su Fondo Monetario Internacional, pide que se haga más fácil el despido y se rebaje el sueldo de los trabajadores españoles.
Me gustaría tener a mano el teléfono que permite despedir a la gente marcando unos números. Y llamar a las personas que he mencionado en este artículo. No es por venganza. Es por dejarles claro que aunque haya leyes que permiten tratar a los trabajadores como esclavos, lo que hay que hacer es anularlas. No aplicarlas. Y mucho menos endurecerlas aún más.
¡A Lagarde la llamaría la primera!
0